El Gobierno aspira a erradicar estas pruebas para 2025 y los animalistas deploran el uso de canes y felinos
El uso de perros y gatos en experimentos de laboratorio ha ido en aumento en Holanda. En 2017, se hicieron pruebas con un total de 530.568 animales, 80.000 más que en 2016, según el informe recién publicado por la Oficina del Consumidor y Seguridad Alimentaria. En 2106, de ese medio millón utilizado en universidades, hospitales y laboratorios farmacéuticos, 656 eran canes y 89 felinos; en 2017 fueron 909 y 200, respectivamente. El 90% del conjunto de animales utilizado murió durante las pruebas, o fue sacrificado poco después.
El Gobierno holandés aspira a erradicar este tipo de ensayos para 2025, aunque Carla Schouten, ministra de Agricultura admite que “no será posible a corto plazo y es preciso encontrar alternativas”. Por su parte, Animal Rights, una fundación holandesa centrada en su defensa, radicada también en Bélgica, ha calificado de “muy amargo e innecesario que haya perros y gatos en los laboratorios”.
El Partido para los Animales, con 5 diputados en el Congreso, ha dicho que es “inaceptable” y ha pedido medidas urgentes para evitarlo. Para los científicos, el trabajo con animales es un mal menor en beneficio de la humanidad, entre otras cosas, porque todavía no es posible reproducir tumores en una placa de Petri, el recipiente utilizado en microbiología para examinar el comportamiento de microorganismos.
En un comunicado, la sede holandesa del laboratorio estadounidense Charles River, uno de los mayores centros de ensayos comerciales con gatos y perros, ha justificado su uso “para la búsqueda de nuevas medicinas y terapias”. En 2017, obtuvo permisos para experimentar con 2.600 perros y 750 gatos durante un periodo de 5 años, según Animal Rights.
En 2017, un grupo de investigadores reconoció en el Parlamento nacional la necesidad de reducir el número de actividades con animales, aunque no les pareció posible erradicarlas. Indicaron que incluso los medicamentos analizados sobre una piel con células humanas creada con una impresora en 3D, sería mejor probarlos en el animal.
En la Unión Europea entró en vigor en 2010 una directiva que “pretende garantizar la mejora de la situación de los animales que se siguen utilizando con fines experimentales”. La misma norma exige evaluar los proyectos que los necesitan y promueve la búsqueda de otras opciones.
Ello implica que solo las instituciones que demuestren la valía de sus trabajos pueden recibir el correspondiente permiso. En 2013, la Comisión Europea prohibió la venta de cosméticos dentro la UE para cuya elaboración se hubiera experimentado con animales
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