Ya
dijo el hugonote que París bien vale una misa.
O unos cuantos
milloncejos de euros a repartir entre un plan rector, una
reconstrucción, un concurso público o no, una adjudicación, directa o
no, una gran contrata, múltiples subcontratas y comisiones, los planes
alternativos para que el negocio turístico continúe (el rector de Notre
Dame, que debe de ser lo que aquí el deán o el jefe del cabildo,
ya anda pensando en una copia de la catedral en madera y, posiblemente,
con realidad virtual, de Walt Disney o de cualquier otra factoría de
entelequias espectaculares), una mamandurria temporal de, al menos,
cinco años...
¿Quién dijo que el fuego no es rentable?
Desde Nerón
hasta los incendios veraniegos de mi Galicia natal, el fuego siempre ha
sido un negocio en barbecho jugoso, Mon Dieu.
Y lo que queda por arder.
Por Sergio Rodríguez Rodríguez
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