La mitad anterior de esta reflexión
sobre la declaración de Urkullu en el juicio de los catalanes finalizó
con la sorpresa por las sesenta veces que había mencionado las
diecisiete fechas distintas a las que hizo referencia, siempre de
memoria, durante los treinta y cinco minutos que empleó para contestar a
fiscales y abogados. Quedaron pendientes para esta mitad el desglose de
las fechas y su análisis.
El ranking
de fechas de Urkullu marca los picos de temperatura del periodo en torno al
referéndum catalán del 1 de octubre de 2017. Una fecha que, por cierto, va
conquistando los callejeros de Catalunya a costa de nombres como “España”, el
“Rey” o “La Constitución”. No sin expresar dolor por escrito, el “ABC” se hacía
eco de estas movidas municipales el 10 de octubre de 2018.
Fecha (todas de 2017) | Nº de veces citada por Urkullu* |
4 de octubre | 10 |
19 de junio | 7 |
21 de septiembre | 7 |
10 de octubre | 7 |
26 de octubre | 6 |
27 de octubre | 5 |
25 de octubre | 4 |
19 de julio | 3 |
20 de septiembre | 2 |
1 de octubre | 2 |
26 de agosto | 1 |
6 de septiembre | 1 |
7 de septiembre | 1 |
20 de octubre | 1 |
21 de octubre | 1 |
22 de octubre | 1 |
23 de octubre | 1 |
En cuatro o cinco ocasiones Urkullu
utilizó la expresión “en esa misma fecha”, inmediatamente a continuación
de alguna de las que citó con día y mes, por lo que también se han
contabilizado.
Para no descontextualizar el análisis
conviene tener en cuenta que Urkullu era en 2017, y lo es ahora, el
presidente del Gobierno vasco, por lo que su situación es más delicada
que la de otros testigos.
El ranking de fechas de Urkullu marca
los picos de temperatura del periodo en torno al referéndum catalán del 1
de octubre de 2017. Una fecha que, por cierto, va conquistando los
callejeros de Catalunya a costa de nombres como “España”, el “Rey” o “La
Constitución”. No sin expresar dolor por escrito, el “ABC” se hacía eco
de estas movidas municipales el 10 de octubre de 2018.
Sin más prolegómenos, analizaremos las fechas de Urkullu.
Esto añade mérito a su declaración.
También hay que tener en cuenta que
Urkullu respondió a las preguntas de fiscales y abogados a partir de sus
vivencias personales. Es decir, no alegó a cada paso que se hubiera
enterado de lo que estaba ocurriendo a través de los medios, como sí
hicieron de otros testigos.
El mayor ridículo lo protagonizó Rajoy
cuando, tras confesar de manera inconsciente que conocía lo declarado
por Soraya, se justificó con que se había enterado por la prensa
digital, como si eso sirviera para saltarse la norma que establece que
un testigo no debe conocer lo declarado por los anteriores.
El 19 de junio de 2017 comenzó su
implicación. Tras hablar con Puigdemont, se comprometió por primera vez a
hacer lo propio con Rajoy. Es lógico, pues, que en su declaración
hiciera referencia a ese día en varias ocasiones.
Las fechas del 20 y 21 de septiembre son
las de las concentraciones populares de protesta contra las detenciones
de independentistas y los registros practicados en algunas
instituciones de la Generalitat.
Es lógico que el móvil de Urkullu
sonara con insistencia y, por tanto, que entre amas fechas sumara 9
menciones en su declaración. Seguro que no le llamaban para pedirle que
desconvocara una movida con la que él no tenía nada que ver.
Entre el 10 y el 27 de octubre, fecha
más moderna de las que citó durante el juicio, se concentraron los
hechos relacionados con la declaración de independencia, con la
convocatoria o no de elecciones anticipadas en Catalunya, con el decreto
que facilitó la salida de empresas y con la declaración del 155 por
parte del gobierno y sus aliados, el PSOE y Ciudadanos.
Un periodo breve
pero intenso, que se aderezó con aquel dialogó de sordos entre
Puigdemont y Rajoy. Urkullu hizo 26 menciones a alguna de esas 8 fechas,
con una media de 3,25 citas por fecha y un máximo de 7 para la del día
10.
En cambio, la fecha del 1 de octubre
solo suscita 2 menciones por parte del lehendakari. Parece evidente que
ese día las espadas estaban en alto, quizás deseando que ni Guardia
Civil ni Policía Nacional provocaran muertos, y todos los que pudieran
pensar en el Urkullu mediador sabían que la suerte estaba echada.
He dejado para el final la fecha
triunfadora de este ranking. Lo fue, con diez menciones, la del 4 de
octubre de 2017. Insistamos en lo del contexto.
A las 9 de la noche del día anterior, 3
de octubre, el rey había aparecido en la televisión durante 6 minutos.
Tanto el PP como Ciudadanos aplaudieron de inmediato aquel discurso,
pero el PSOE no fue tan unánime. En cambio, el Ibex 35 anunció su
sentencia inapelable desde primera hora de la mañana, y terminó cerrando
así:
04/10/2017 – IBEX35 – 9.964,90 (-2,85%).
Fue la mayor caída desde el Brexit, en
junio de 2016, pero, lo más grave fue que hacía mucho más tiempo aún que
nuestra Bolsa no se distanciaba tanto de los europeos. Fue una debacle
de origen político y solo española, pues ese mismo día el CAC40 de París
cerró plano (-0,08%), y el DAX alemán incluso subió un 0,53%. Por si
faltaran evidencias, el día 2, tras el referéndum, el IBEX 35 cayó
bastante menos, el 1,21% y el día 3, en medio de aquel “paro de país” en
Catalunya que tan vengador puso al rey nocturno, incluso cerró plano
(+0,02%).
Solo cuando se dicte la sentencia y
Urkullu autorice el acceso a los más de 300 documentos de su mediación,
que ha puesto a buen recaudo, puede que nos enteremos de si él mismo
intentó convencer a Puigdemont para que hiciera una declaración
institucional en la noche del mismo día 4 del fiasco bursátil, o fue
iniciativa del propio catalán hoy exiliado en Waterloo.
Lo cierto es que
habló y sus palabras se interpretaron como respuesta a las de Felipe
VI, y como bálsamo de fierabrás por el Ibex 35, que respondió
recuperando el día 5 casi todo lo perdido en la sesión anterior:
05/10/2017 IBEX35 10.214,70 (+2,51%)
Y también alejándose de la tendencia de
Europa, pero esta vez en positivo. Ese mismo día 5, el CAC 40 de París
cerró con una subida de las menores (+0,30%), y al DAX alemán le tocó
estancamiento, terminando con un -0,02%.
Por tanto, el móvil de Urkullu, “El
testigo perfecto” según Javier Álvarez de La SER, no paró de sonar aquel
día 4 de octubre, y por eso repitió esa fecha más veces que ninguna
otra, aunque no mencionara ni una sola vez el nombre del principal
culpable de tanta alarma: el rey Felipe VI, un autoritario irresponsable
y muy de derechas, sin cuyo desprecio amenazante contra la parte más
movilizada de una sociedad aún española nada sería igual en este
momento, e imposible que fuera peor.
A Rajoy, cuando salió de La Moncloa
tras la censura de Sánchez, casi le faltó tiempo para informar que, en
contra de lo que tantos habíamos pensado, el rey no había sido su
pelele, sino todo lo contrario.
El tiempo ha pasado desde aquel 4 de octubre y se fue llenando de detalles.
En febrero de 2018 los peligrosos
habituales pusieron el grito en el cielo hasta conseguir que ARCO
ensuciara su currículum, y también la imagen de este país, retirando la
obra de Santiago Sierra titulada “Presos políticos en la España
contemporánea”, que a partir de ese momento se dedicó a recorrer
ambientes menos irrespirables que el de Madrid.
En cambio, en febrero de 2019 el Ninot
de Felipe VI, del mismo Santiago Sierra y expuesto para su venta con la
condición de que sea quemado antes de un año, no ha tenido ni que
esperar al cierre de este ARCO para recibir varias ofertas y, según los
digitales, ser adjudicada al postor que aceptó cumplir la condición
destructiva.
Y, lo nunca visto durante los últimos
cuarenta años, proliferan en universidades, barrios y pueblos consultas
populares para opinar sobre lo que preferimos aquí y ahora, si estrenar
una república o seguir en esta monarquía con urnas. En el pueblo donde
vivo se celebrará el 6 de abril que ya se acerca.
¿Quién resistirá más tiempo sin ser pasto de las llamas, las imaginarias que duelen de verdad o las reales que muchos reiremos?
¿El inquilino actual de La Zarzuela o
ese Ninot que le hace burla, y que esta vez sí ha ganado el primer
asalto a nuestros malditos?
Sería de poco dignos seguir esperando a
que los catalanes, con lo de su independencia, sigan siendo los únicos
que ponen el asunto de la forma de Estado sobre la mesa.
No me gustan las discusiones bizantinas
en las que tanto se enreda este rey fatal sobre si es más o es menos la
ley que la democracia, pero sí tengo claro que quitarle a esta el menor
derecho a decidir de todo es lo mismo que ponerle apellidos como el de
“orgánica”, aquel que tanto le gustaba al asesino más cruel e insaciable
de nuestra historia.
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