Greta Thunberg, en la protesta del viernes, 15 de marzo, en Estocolmo. Foto: EFE.
Cada viernes, la activista sueca de 16 años dejaba de ir a clase para
concentrarse frente al Parlamento, y ahora se ha convertido en un icono
mundial en la lucha contra el cambio climático.
Greta Thunberg, la activista sueca de 16 años, nunca soñó que su protesta a las puertas del Parlamento de su país eclosionaría en un movimiento contra el cambio climático presente en más de 100 países y que toma forma cada viernes. Inspirada por Rosa Parks, rechaza convertirse en un icono a pesar de que ya es uno de los rostros visibles del ecologismo.
Todos los viernes desde agosto de 2018, Thunberg se planta delante del Parlamento sueco con una pancarta donde se puede leer escrito a mano "huelga estudiantil por el clima". Desde entonces se han sumado a las protestas para pedir acción contra el cambio climático más de 1.600 ciudades alrededor del mundo.
"Creía que esto iba a durar tres semanas, nadie confiaba en que pudiese hacerlo. Pero lo hice. Y después de eso no quedé satisfecha, así que empecé #FridaysForFuture, un movimiento que he visto crecer lentamente día a día", afirma Thunberg.
En este vídeo de septiembre de 2018 hacía un llamamiento a todos, "estéis donde estéis", a sentarse en frente de los parlamentos o edificios gubernamentales "hasta que vuestro país esté en el camino correcto", y se preguntaba por el sentido de ir a la escuela a estudiar por un futuro "que pronto dejará de ser" mientras "nadie está haciendo nada para salvar ese futuro".
La activista sueca ha inspirado a miles de jóvenes, que están presionando a sus políticos para que tomen medidas destinadas a limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados tomando como referencia los niveles preindustriales, el reto marcado en el acuerdo climático de París en 2015.
Su iniciativa le ha catapultado a la fama.
Tres políticos noruegos han apostado por ella para el premio Nobel, y ya ha dado discursos ante los líderes mundiales en el foro económico de Davos y en la conferencia climática de la ONU en Katowice.
"He recibido un apoyo enorme de todo el movimiento ecologista y de todo el mundo que defiende el clima. No había sido posible sin ellos", reconoce.
Thunberg explica que la idea de la huelga estudiantil estuvo inspirada por los alumnos del instituto de Parkland, en Florida, donde murieron 17 personas en febrero de 2018 debido a un tiroteo.
"Creo que Rosa Parks también ha sido un gran ejemplo, una mujer tímida e introvertida sobre la que he leído mucho.
Ahora todo el mundo tiende a ser social y extrovertida, pero yo no soy así, y espero que esto inspire y demuestre a todos aquellos que son como yo que también podemos ser escuchados y hacer grandes cosas", relata.
"Es muy inspirador ver lo que una persona puede lograr simplemente sentándose en un autobús", afirma en relación a Rosa Parks, que en 1955 rechazó ceder su asiento a un hombre blanco en Montgomery, Alabama, una acción que supuso un punto de inflexión en el movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos.
Thunberg rechaza considerarse un icono, pero es aclamada allí donde va. En las últimas semanas ha sido vitoreada en las protestas de Alemania, Suiza, Bélgica y Francia, países en los que se ha sumado a las marchas a favor del clima.
"Si
ayuda al clima el hecho de que se escriba tanto sobre mí, entonces
adelante.
Sin embargo, significa que tengo que andar con cuidado con
todo lo que hago.
Si como pan en una bolsa de plástico, algunas personas me insultarán. Creo de todas maneras que esto es positivo, ya que la gente puede ver la irracionalidad de este tipo de campañas negativas", explica.
Cuando tenía 11 años, Thunberg sufrió una depresión. Uno de los factores que le ayudó a superarla fue leer y aprender sobre el cambio climático y la percepción de que no se estaba haciendo lo necesario para combatirlo.
Llegó incluso a dejar de comer antes de recibir el apoyo de sus padres, que dejaron de consumir carne y de volar en avión, lo que supuso un desafío mayúsculo para su madre, la cantante de ópera Malena Ernman.
Thunberg padece el síndrome de Asperger, un trastorno del desarrollo que se incluye dentro del espectro autista. ¿Cómo afecta eso a su lucha por el clima? "De una manera muy positiva.
He empezado a darme cuenta de que tengo más capacidad de concentración que otras personas, aunque también me cansa mucho cuando me quedo sin energía", afirma.
"Si no hubiese tenido Asperger habría explorado otras vías. No interactúo bien en grupos y trabajo más cuando lo hago sola que otros activistas que quieren fundar organizaciones y escribir normas y tratados.
Por eso 'Fridays For Future' no es una organización a nivel internacional, es un hashtag y un movimiento que pone el foco en la investigación. Hablamos de los mismos objetivos pero desde diferentes organizaciones en diferentes países", asegura.
"Hay innumerables organizaciones y partidos políticos, pero tienen que cambiar su mentalidad. No tenemos mucho tiempo para andar fundando nuevos partidos", afirma.
"El cambio tiene que comenzar hoy", remacha.
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