lunes, 18 de marzo de 2019

BBVA destina cerca de 2.700 millones de euros a la industria armamentística

Tanque desfile 12 octubre


 Un informe del Centre Delàs cifra en cerca de 2.700 millones de euros el importe destinado por esta entidad entre 2013 y 2018 a financiar a empresas fabricantes de armas.


 Entre lo años 2013 y 2018, la multinacional estadounidense Aecom recibió más de 298 millones de euros. El destino de este dinero fue sufragar la elaboración de armas nucleares, electrónica militar y tanques de guerra. Es la empresa que más cantidad de dinero ha recibido de BBVA, una de las entidades financieras que más financiación otorga a la industria armamentística.


En total, entre los años 2013 y 2018 BBVA financió con 2.678.932.564 euros a distintas empresas de la industria armamentística, entre las que, además de Aecom, destacan, por el importe recibido, Boeing —259.147.647 euros, destinados a armas nucleares, electrónica militar, aviones de combate y helicópteros militares—, Maxam —257.275.023 euros, para explosivos militares y balas—, Jacobs Ingineering —207.739.517 euros para armas nucleares— o General Dynamics —169.530.239 euros para armas nucleares, misiles, tanques, submarinos, armas ligeras y explosivos—.

“El BBVA mantiene una línea importante en su cartera de clientes enfocada a empresas que fabrican armamento más o menos controvertido”

Así lo expone el estudio realizado por el Centre Delás, que cuantifica el dinero destinado por las entidades financieras dentro de la campaña Banca Armada.


 El informe final, con las cifras de inversión de todas las entidades financieras de origen español, estará disponible dentro de pocos meses, pero desde el Centro Delàs ya han adelantado la financiación destinada a la industria armamentística por el BBVA, la que más apuesta por este sector.


 “Es el banco de origen español que más invierte en la industria armamentísrica, y esto no es una novedad”, explica a El Salto Jordi Calvo, investigador del Centro Delàs y miembro de la campaña Banca Armada. “El BBVA mantiene una línea importante en su cartera de clientes enfocada a empresas que fabrican armamento más o menos controvertido”, continúa Calvo.


Hoy, cuando esta entidad celebra su junta de accionistas, varios activistas de la campaña Banca Armada han acudido para denunciar ante los accionistas del BBVA la contribución de este banco al mantenimiento de las armas nucleares, con la financiación de hasta diez empresas enfocadas en este sector, y de la industria de la guerra en general.


Sin embargo, el personal de seguridad ha impedido que llegaran a la sala.

 
Las empresas financiadas por el BBVA, según denuncian desde la campaña, exportan armas a Oriente Medio y a países del norte de África, contribuyendo así a la escala de violencia en los conflictos armados en estos territorios que hacen que miles de personas se vean obligadas a buscar refugio en Europa.


También son las empresas que han convertido a España en séptima potencia de la exportación de armas y se lucran de la política securitaria de control de fronteras, que pone freno, aun poniendo sus vidas en peligro, a la llegada de personas demandantes de asilo.
 

Armas BBVA

 Gráfico del Centre Delàs sobre la financiación de armas por parte del BBVA.



“El BBVA es una entidad financiera que ha decidido participar de manera activa y total con la industria armamentística de todo el mundo, un sector por el que apuestan decididamente”, señala Calvo, quien apunta que el BBVA fue una de las primeras entidades financieras en fijar una política de actuación sobre inversiones en el sector de defensa, reaccionando al nacimiento de la campaña Banca Armada en 2006. 


Sin embargo, esta política de inversiones no ha supuesto una disminución en la financiación del sector armamentístico, sino un aumento, según aclara Calvo.


“Financian armas, pero ahora dicen que tienen una política y lo hacen de forma responsable”, apunta Calvo, explicando que, en realidad, esta política les prohíbe financiar armas ya prohibidas o en proceso de prohibición, lo que se puede leer como evitar la posibilidad de financiar armamento obsoleto o que, en un determinado momento, deje de ser negocio.


 “En el fondo es una visión económica, de negocio —apunta Calvo—, no tiene demasiado de enfoque de cultura de paz, derechos humanos o desarme, y, aunque digan que no, estamos viendo que esta autorregulación no lleva a otra cosa que a aumentar la financiación de la industria armamentística”.

 


 
 
 
 
 



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