Con juramentos o promesas –los
socialistas–. Pero todos con crucifijos, más o menos grandes. Y hasta de
rodillas, como cuando Adolfo Suárez, con el dictador Franco ya muerto,
fue nombrado presidente por el rey Juan Carlos.
Ese juramento de Adolfo Suárez fue muy representativo
del momento en el que se produjo, en 1976, antes de la ley de reforma
política de 1977 y de la aprobación de la Constitución, en diciembre de
1978.
La imagen evidenciaba que el Ejecutivo se
arrodillaba ante el rey, la biblia y la cruz. Es decir, los valores
religiosos y la unción monárquica estaban por encima del Gobierno, un
Gobierno cuya legitimidad residía precisamente en eso, en el dedazo del
monarca nombrado por el dictador, y no por una Cámara soberana o unas
urnas.
Suárez, tras las elecciones de junio de 1977,
preconstitucionales pero democráticas, ni siquiera juró el cargo, a
diferencia de sus ministros: el rey hizo bueno el de 1976. Juan Carlos,
de nuevo, se situaba por encima de la ley, a pesar de la ley de reforma
política.
Sí juró en 1979, esta vez la Constitución, con un crucifijo más discreto que el de 1976 y de pie.
Leopoldo Calvo Sotelo juró su cargo a las 72 horas del
23F, que precisamente se produjo durante su sesión de investidura. Calvo
Sotelo se benefició de la guerra interna de UCD, que liquidó a Suárez,
quien posteriormente pasó a la historia como uno de los protagonistas de
la Transición.
Calvo Sotelo duró poco, hasta las elecciones de 1982 que
constató la implosión de UCD, cuyo candidato fue Landelino Lavilla.
Implosión y centrifugadora al mismo tiempo, pues repartió sus votos
entre el PSOE, AP, los restos de la propia UCD y el nuevo partido de
Suárez, el CDS.
Aquellas elecciones arrasó el PSOE de Felipe González, que encadenó cuatro victorias consecutivas: 1982, 1986, 1989 y 1993.
Y las cuatro tomas de posesión en Zarzuela y ante el rey fueron con símbolos religiosos.
Los símbolos religiosos se mantuvieron en 1996 y 2000 con José María Aznar, pero la promesa se cambió por juramento.
Del mismo modo, con José Luis Rodríguez Zapatero, el
juramento volvió a tornarse promesa. Pero el crucifijo permanecía, tanto
en 2004 como en 2008.
Llegó Mariano Rajoy, quien en 2011 y 2016 juró su cargo ante la cruz.
Pero no ha sido hasta este sábado 2 de junio de 2018,
casi 40 años después de la aprobación de una Constitución que marca la
aconfesionalidad del Estado, cuando el presidente del Gobierno, Pedro
Sánchez, ha prometido su cargo sin símbolos de ninguna confesión
religiosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario