Hay una cascada de casos en que los obispos se resisten a la
aplicación de la Ley de Memoria Histórica que obliga a retirar los
símbolos franquistas
Actualmente hay interpuestas 15 denuncias
contra obispados o arzobispados y solo cinco han manifestado su
intención de acatar la ley
La Macarena de Sevilla mantiene los
restos del general franquista Queipo de Llano y en la fachada de la
catedral de Cuenca aún persisten los símbolos a pesar de una sentencia
firme
No hay quien pare a la cruz. Ni siquiera la ley. O eso
debieron pensar algunos vecinos de Callosa del Segura (Alicante), que en
la madrugada de este jueves plantaron una cruz de madera en el lugar en
el que, hasta el pasado lunes, se encontraba el polémico monumento de
la Cruz de los Caídos y que fue retirada en cumplimiento de una resolución del Ayuntamiento en aplicación de la Ley de Memoria Histórica.
Unos fieles jaleados por el párroco, Juan Bautista Samper, que esta
semana ha emitido un comunicado en el que denunciaba que la Policía
había invadido "el suelo propiedad de la parroquia generando un
manifiesto daño en sus derechos y en los de aquellos feligreses que han
defendido el patrimonio de la Iglesia".
Retirada de la cruz franquista de Callosa (Alicante
De hecho, la parroquia y una
asociación de abogados cristianos han logrado la paralización cautelar
de la retirada del resto del monumento.
El de Callosa no es sino el último paso de una catarata
de actuaciones que demuestran cómo buena parte de los obispos españoles
ponen todas las trabas posibles a la aplicación de la Ley de Memoria
Histórica, que obliga a retirar toda presencia de símbolos franquistas
en lugares públicos.
Aunque nadie duda de que las fachadas de las
iglesias o las plazas lo son, son muchos los ejemplos que demuestran
que, 80 años después de la Guerra Civil, la vinculación entre la Iglesia
y el antiguo régimen sigue presente.
En total,
persisten denuncias contra 15 obispados y arzobispados por mantener
elementos franquistas.
De ellos, sólo cinco obispos han manifestado su
intención de retirar la simbología de la exaltación de sus templos. El
resto, continúa haciendo caso omiso, u obedeciendo a regañadientes, la
aplicación de la Ley.
Uno de los ejemplos de plena
actualidad es la polémica tumba de Queipo de Llano en la iglesia de La
Macarena de Sevilla. Pese a que la orden del Ayuntamiento data del
verano de 2016, la hermandad todavía no ha procedido a la retirada de
los restos del general franquista, como sí lo hizo en su día el
Arzobispado de Pamplona con los de de Mola y Sanjurjo, después de una
ardua negociación.
En Sevilla, sin embargo, ni la
Junta ni el Consistorio han conseguido arrancar de la hermandad macarena
el compromiso de la retirada de la tumba, aprobada por el Ayuntamiento
hispalense, sin ningún voto en contra, en aplicación de la Ley de
Memoria Democrática vigente en Andalucía.
Esta misma semana, el Gobierno
autonómico ha dado un ultimátum a la iglesia, especificando que "cuando
los elementos contrarios a la Memoria Democrática estén colocados en
edificios de carácter privado con proyección a un espacio o uso público,
las personas propietarias de los mismos deberán retirarlos o
eliminarlos".
Sin embargo, la Hermandad lleva meses
sin dar respuesta oficial al requerimiento, en principio aduciendo las
elecciones en su Junta de Gobierno. Desde la diócesis, el arzobispo Juan
José Asenjo, en su línea habitual, no interviene.
La fachada de la catedral de Cuenca
La otra gran polémica que habría de resolverse en las próximas semanas
tiene que ver con la catedral de Cuenca. Desde finales de noviembre,
cumpliendo las resoluciones judiciales, Patrimonio tiene permiso para
retirar los símbolos franquistas de la fachada de la catedral. Pero el
cabildo del templo, que es quien tiene las competencias, aún no ha
comunicado la fecha para el comienzo de las obras.
En
octubre del pasado año, los juzgados de Cuenca hicieron firme la
sentencia por la que el Obispado debía retirar dichos símbolos,
sufragando los gastos. La diócesis ya indicó entonces en un comunicado
que acataba la sentencia, aunque subrayó que dichos símbolos "no fueron
colocados ni por el Obispado de Cuenca ni por el Cabildo de la
catedral". Cuatro meses después aún no se ha tomado ninguna medida para
su retirada.
También se ha negado a retirar la placa
franquista del Cerro de los Ángeles el obispo de Getafe, Joaquín María
López de Andújar, a quien el Papa ya ha retirado, nombrado en su lugar a
Ginés García Beltrán.
El nuevo obispo tomará posesión este mes de
febrero, y se espera que cumpla con la normativa, aprobada por el
Ayuntamiento, que determinó –con arreglo a una sentencia judicial– que
el complejo en el que se ubica la insignia (bombardeado durante la
Guerra Civil) pertenece a la diócesis, pero el espacio es público.
En su día, el portavoz de la diócesis, Francisco Armenteros, justificaba a eldiario.es que
la placa estaba en un lugar "poco visible" y "dentro de un recinto
privado". Para la Diócesis, además, la insignia "no es ningún homenaje,
es un dato histórico, como decir que Franco inauguró un pantano".
"El sentido cristiano de la cruz"
En Madrid, a los problemas aparentemente irresolubles con los
benedictinos a cuenta del Valle de los Caídos, el Arzobispado y el
Ayuntamiento se enfrentaron a por la retirada de una placa en
reconocimiento a ocho beatos carmelitas asesinados en la Guerra Civil, y que posteriormente fue recolocada, al encontrarse en un cementerio propiedad de la Iglesia, y no en un lugar público.
La diócesis de Madrid está participando, a través del sacerdote Santos
Urías, en la comisión para la aplicación de la Memoria Histórica en la
capital. No así el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig, que todos los
años celebra misa en Paracuellos rodeado de símbolos franquistas.
En Galicia, fue famosa la retirada de unas placas en la catedral de
Ourense, tras la negativa, durante meses, de su obispo, Leonardo Lemos,
quien aseguró que dicha inscripción era "un pequeño exvoto incrustado en
una columna, que hay que mirar casi con lupa para saber que está ahí".
Además, añadió, se trataba de una pieza protegida por la ley de
patrimonio.
Algo similar sucedió con el obispo de
Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiúza, quien se opuso a la retirada de la cruz
de O Castro, aduciendo que los responsables de haber dado un uso falaz y
arbitrario había sido el bando nacional. "Nunca dejaré de intentar que
todos, creyentes y no creyentes, tratemos de descubrir y respetar el
sentido cristiano de la cruz, como símbolo supremo de reconciliación y perdón", subrayó el prelado.
En Córdoba, por su
parte, perviven dos placas en el interior de la mezquita por aquellas
víctimas que "dieron su vida por Cristo en la persecución religiosa 1936
– 1939". El templo hoy reconvertido en mezquita, es uno de los más
visitados de España. Y de los más polémicos, pues sus cuentas resultan
absolutamente opacas, tal y como denuncian los movimientos laicos de la
provincia.
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