“Me sobra mes al final del sueldo” es el lema de las familias monoparentales
Una nevera rota, un arreglo de un
desperfecto en el hogar, una reparación de un vehículo. Todos estos son
gastos inesperados que, en el caso de las familias monoparentales con
hijos a su cargo, suponen un verdadero quebradero de cabeza. El 65% de
estos núcleos familiares no puede hacer frente a un único gasto no
planificado, cifrado en 650 euros. No es el único dato que descubre una
dura realidad de las familias compuestas por un adulto y uno o más hijos
a su cargo.
Hay que centrar el foco en las mujeres,
puesto que en España el 90% de las familias con un solo miembro adulto
son maternosostenidas, según datos del INE; es decir, es la madre la
sustentadora principal del hogar por maternidad en soltería, divorcios,
separaciones y viudedad.
El riesgo de pobreza en las familias
españolas es un indicador que se ha agravado en los últimos años: a
nivel general, desde un 19,8% en el año 2008 hasta el 22,3% en 2016,
últimos datos disponibles. En el caso de las familias monoparentales el
riesgo de pobreza se dispara: afecta a cuatro de cada diez familias
(42,2%). En el caso de familias biparentales con hijos a su cargo se
sitúa en el 26,7% unos puntos por encima de la media general.
Pese a estas realidades, las familias
monoparentales aún no gozan de una ley que regule su situación, su
posibilidad de acceder a ayudas, becas, reducciones fiscales… Es la
demanda de las distintas asociaciones y federaciones de familias
monoparentales. Las familias con un solo progenitor e hijos a su cargo
suponen un 10% del total de los núcleos familiares que existen en
España.
La Federación de Asociaciones de
Familias Monomarentales exige la puesta en marcha de una Ley de Familias
Monoparentales, al igual que existe una regulación similar para las
familias numerosas.
Pretenden “que acabe con la discriminación y la
vulnerabilidad que sufren nuestras familias como consecuencia de una
falta de políticas de apoyo adecuadas, agravada por la situación de
crisis y los recortes sociales que nos han afectado directamente”.
Dificultades para llegar a final de mes
“Me sobra mes al final del sueldo” es el
lema de las familias monoparentales. Un tercio de estos grupos
familiares tiene grandes dificultades para llegar a final de mes. Otro
cuarto de las familias monoparentales asegura tener dificultades para
finalizar cada mes con cierta holgura económica.
Y esta situación se repite en cuanto a
equipamientos en el hogar, deficiencias estructurales en la vivienda o
capacidad para hacer frente a gastos extraordinarios. En el caso de las
familias maternosostenidas tiene su base en las condiciones laborales de
las mujeres a nivel general.
Sobre ellas recae el mayor porcentaje de
empleos a media jornada: una cuarta parte (25%) de los contratos que
firman las mujeres son a media jornada; en el caso de los hombres, son
un 7%.
Según datos del INE del tercer trimestre
de 2017, el 41,4% de las mujeres cabezas de familia se encuentra
trabajando. Una situación que se ha agravado en los últimos años, como
pone de relieve un estudio realizado por la Universidad de Sevilla en
el que se abordan las problemáticas de las familias monomarentales. En
el año 2001, el 57,4% de las mujeres sustentadoras se encontraban
ocupadas.
Violencia machista, violencia institucional y violencia económica
Uno de los casos más extremos de
familias maternosostenidas en verdadero riesgo se encuentra en las
mujeres víctimas de violencia machista con hijos a su cargo. Es el caso
de Mamen y Lucía, dos casos muy distintos pero que comparten un hilo
conductor común: ser víctimas supervivientes de violencia machista,
haber sufrido violencia económica, ya que su pareja y agresor era el
sustentador económico de la familia y sufrirla actualmente por los
múltiples fallos en el sistema de ayudas.
Mamen ha entrado en sus sesenta y en la
actualidad solo tiene un hijo que depende económicamente de ella. “Me
decidí a denunciar cuando tuve un cuchillo en el cuello, pero la
situación de violencia venía de tiempo atrás. Y aun así, con mi
situación económica, decidí denunciar. No fue fácil: subí y bajé tres
veces las escaleras del juzgado antes de denunciarle: ¿dónde me iba yo
con cuatro hijos? Así me quedé, con una mano delante y la otra detrás”.
Mamen tiene grandes reclamaciones a las
distintas instituciones, ya que durante más de quince años ha sufrido la
lentitud de la burocracia, incluso en estos casos en los que las
mujeres obtienen una tarjeta que las identifica como víctimas
supervivientes de violencia machista. “Los procesos de concesión son
larguísimos, he llegado a esperar hasta tres meses para saber si me
concedían una ayuda. ¿Qué hago yo durante esos tres meses? ¿Adónde
voy?”.
Por la lentitud y la inoperancia de los
sistemas de ayuda familiares tuvo que recurrir a la caridad. “No te
imaginas lo que es tener que ir a una parroquia a pedir algo de comida
porque no tienes nada que darle a tus hijos. Se lo digo siempre a mi
hijo pequeño: con una patata y una cebolla he hecho casi milagros en la
cocina. Me he quedado muchos días sin comer por darles de comer a
ellos”.
Está al tanto de las exigencias y futuras medidas en materia de
familias monomarentales, pero ella lo tiene claro, ya que “en el papel
todo luce de una manera, pero luego a la hora de ponerlo a funcionar es
cuando falla. Mi apuesta es que estas ayudas no dependan de los
gobiernos autonómicos o el nacional, sino de los ayuntamientos. Ellos
saben realmente cómo está el terreno”.
Ayuda vecinal
El caso de Lucía ahonda en la necesidad
de las redes municipales y de barrio. “El barrio donde vivo ha hecho
mucho por mí”. Ella vive en una ciudad con bastante movimiento
asociativo y reivindicativo. “Los vecinos han hecho mucho, los padres
del colegio de mi hija, también.
Han sabido entender las necesidades de
las distintas familias”. Sin embargo su discurso se torna negativo al
hablar de los sistemas públicos que son “lentos y no entienden para nada
las necesidades reales de las familias en mi situación. Yo me quedé en
la calle con nada, literalmente.
Mi expareja, al que denuncié por
violencia machista, no me dejó ni recoger mi ropa ni mis enseres, así
que me fui con lo puesto”.
Lucía no entiende algunas de las medidas
de los gobiernos autonómicos ni que no se favorezcan algunas
actividades públicas para familias monomarentales.
“No hay casi
actividades gratuitas o de bajo coste enfocadas familias como la mía,
además competimos con el resto de tipos de familias, cuando lo nuestro
es una necesidad, a veces no tenemos con quién dejar a nuestros hijos”.
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