La Oficina Nacional de la Caza, la entidad que aglutina al 80% de los
cazadores federados en España, reza en su lema: “Somos parte de la
naturaleza”.
Se define a sí misma como “conservacionista” “comprometida con el medio ambiente”, “defensores de la naturaleza, la vida silvestre y los hábitats” y entre sus misiones destaca la de “defender la caza como la actividad más ética y sostenible en la gestión de los espacios naturales”.
La organización Ecologistas en Acción ha publicado un extenso informe en el que trata de desmontar científicamente algunos de los argumentos del sector y los mitos entorno a las actividades de caza que, según las estadísticas oficiales, mata alrededor de 25 millones de animales cada año en nuestro país.
“Si bien es verdad que la caza en España la practica cada año un menor número de personas, el sector en su conjunto se ha ido fortaleciendo como lobby social y económico, reaccionando así a la creciente concienciación medioambiental del conjunto de la sociedad”, señala el informe, que resume sus resultados en siete “verdades sobre el impacto de la caza en España”:
Matar animales por diversión o por negocio
La caza se sustenta básicamente por dos actividades: una deportiva o de competición y otra comercial basada en el turismo y las granjas cinegéticas. Aunque no existen datos oficiales completos y fiables sobre el volumen de dinero que genera –advierte Ecologistas- la Fundación FAES, vinculada al PP, cifró los beneficios en 2007 en más de 2.750 millones de euros. El expresidente de la Federación Española de Caza, Andrés Gutiérrez Lara, señalaba en 2004 que además de ese dinero la caza movía otros 6.000 millones más en dinero negro, sin facturas.
Los ecologistas destacan además que el sector está conformado por un reducido número de personas (330.000 federados y 848.243 licencias en 2013), por lo general adineradas, como grandes propietarios de fincas, banqueros, empresarios, aristócratas, políticos y miembros de la judicatura y de las fuerzas de seguridad. “Su labor en los últimos años ha destacado por los ataques a las normativas de protección de la naturaleza y de protección animal a escala europea y estatal y por una ausencia total de autocrítica de las malas prácticas”, aseguran.
No es compatible con la conservación de la biodiversidad
Sólo derivada de la caza directa mueren cada año unos 25 millones de animales en España. A eso hay que sumar la pérdida de biodiversidad por los efectos indirectos: caza furtiva, sueltas, introducción de especies invasoras o exóticas, vallados y otras infraestructuras. Los ecologistas destacan que, a consecuencia de la caza, otras especies emblemáticas y protegidas, como el oso pardo, el lince ibérico o el lobo, se ven también afectadas de muerte.
Convierte los cotos en granjas intensivas y en campos de tiro
La caza se ejerce cada vez más sobre animales criados en granjas y liberados en los cotos para su captura inmediata, como los 1.350.000 ejemplares de perdiz roja que se soltaron en los cotos intensivos en 2013. Ecologistas en Acción señala que esto provoca “graves desequilibrios en los ecosistemas desplazando y dañando a las poblaciones autóctonas y la “propagación de especies exóticas y/o invasoras como el arruí, el muflón o la codorniz japonesa”.
No sirve para gestionar la fauna ni para controlar sobrepoblaciones
Ecologistas en Acción argumenta que es precisamente el ejercicio de la caza lo que muchas veces provoca sobrepoblación excesiva de algunas especies, debido a las sueltas o a la alimentación suplementaria. También por los esfuerzos en cazar machos, que son los que mayores trofeos reportan, generando una “descompensación” en las especies.
Limita los derechos de la mayoría de ciudadanos
Las actividades de caza acumulan denuncias por el corte de caminos públicos, cauces o vías pecuarias, por permitir que la caza sea aprovechamiento preferente en montes públicos y espacios protegidos o por el intento de sancionar posibles molestias involuntarias a las especies de caza, como la actual ley de caza de Castilla-La Mancha.
No favorece el desarrollo rural
El 80% del territorio de España forma parte de algún coto de caza con actividad durante la mayor parte del año. Un estudio de 2014 sobre los monten andaluces concluyó que las actividades de autoconsumo ambiental, uso recreativo y conservación de la biodiversidad amenazada son más rentables que la caza en términos económicos. “La caza no solo no estaría favoreciendo el desarrollo del medio rural, sino que estaría limitando las posibilidades futuras de desarrollo de los entornos más deprimidos económicamente”, señala el informe.
No sólo mata, también maltrata
Se estima que al finalizar la temporada de caza, cerca de 50.000 galgos son abandonados en España cada año. Otros son ahorcados o arrojados a pozos, como sucedió con cien perros en la localidad toledana de Villatobas en 2009. Los ecologistas destacan que tampoco las especies cinegéticas escapan a la tortura, como los zorros cazados por perros de madriguera, los jabalís con lanza, el tiro al pichón, etc.
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