viernes, 14 de octubre de 2016

PASÓ HACE AÑOS...

A veces pienso, que me perdonen mis viejos compañeros y los que hoy les han tomado el relevo, que el PP, en lugar de gaviotas o lo que quieran decir que son las aves carroñeras que les representan, lo que tiene es un ejército de loros que se despliega para aterrizar sobre los hombros de quienes han de escribir sobre él, loros disciplinados y bien aleccionados que instruyen y aleccionan a los periodistas sobre lo que debieran ver en lo que en realidad están viendo.  
 
 
Ayer, el mecanismo funcionó a la perfección, al menos por unas horas, porque se repitió hasta la saciedad que Correa, con su declaración, estaba exculpando a Rajoy, algo que me dejó perplejo y que un análisis más minucioso y menos interesado de las palabras  del mafioso ejecutor de las órdenes de la no menos mafiosa dirección del partido al que servía deja claro que no es cierto, porque el discurso de Correa, muy medido, deja innumerables hebras de las que tirar para poner al descubierto toda la trama, en Madrid, en Valencia y en todas partes.
 
 
Los delitos de los que habló ayer y seguirá hablando hoy Francisco Correa no fueron cometidos en desiertos remotos ni en montañas lejanas, lo fueron, en su mayor parte, en la sede del PP en la calle Génova, 13 de Madrid, lugar donde tienen despacho todos los dirigentes importantes del partido y por cuyos pasillos circularon aquellos sobres tan comprometedores y de origen tan incierto, de los que más de uno fue a parar al bolsillo del propio Rajoy.
 
 
Lo que está haciendo Correa, con la innegable connivencia de la fiscalía es descender a las cloacas del PP, señalando el camino a quienes le siguen, aunque iluminando sólo al frente, por lo que se hace necesario que acusadores y periodistas escudriñen en todos los rincones por los que este "Don Vito" que no lo es, porque obedecía órdenes y servía a unos intereses muy claros, ha pretendido pasar como sobre ascuas.
 
 
Correa señaló al PP valenciano, responsable en gran medida del afianzamiento de Mariano Rajoy en la presidencia del partido, como un lugar a investigar, pero también citó claramente actividades para las que era necesaria la concesión o el contrato del gobierno, que, según él, se otorgaban a cambio de comisiones y mordidas. Bastaría con cotejar fechas y cargos, para, tirando del hilo apropiado, sacar la correspondiente ristra de chorizos.
 
 
En mi opinión, Rajoy, que ha pasado por varios ministerios, que se ocupó de campañas electorales y que ha tenido siempre cargos en el partido, en absoluto queda a salvo de las acusaciones de Francisco Correa, como tampoco queda a salvo José María Aznar, presidente del partido en los tiempos en que Correa aterrizó en Génova, de la mano de Alejandro Agag, el que llegaría a convertirse en yerno de tan siniestro personaje en la no menos siniestra boda de El Escorial. 
 
 
Basta con mirar desde abajo, con dejarse llevar, no mucho, sólo lo suficiente, del resentimiento de quien ha visto hundirse su país en manos de tan ilustres corruptos.
 
 
Por eso me enciende la sangre el silencio vergonzante e hipócrita del falsario Albert Rivera.
 
 
 Por eso me llevan los demonios cuando escucho decir al presidente de la gestora del PSOE que todo lo que estamos oyendo, esa basura, esa delincuencia de cuello blanco, ese tres por ciento de sobrecoste en todo lo que contrataba la administración, las administraciones, no debe ser una barricada que impida hablar a los buenos con los malos. 
 
 
Por eso me revienta escuchar a la Dolores Cospedal decir que eso pasó hace años o a Pablo Casado decir que él estaba en COU, como si uno y otro no hayan disfrutado de los resultados de toda esa trama mafiosa que, ayer, Don Vito puso al descubierto con la naturalidad del que habla del tempo en un ascensor.
 
 
Pasó hace años, pero sigue pasando, y, si el país está como está, si los corruptos se siguen dando por absueltos porque les votan, es porque todo ese dinero que era nuestro y nos robaron, ha servido para tomar ventaja sobre otras fuerzas políticas y porque, con él, se han callado bocas y se ha engrasado la maquinaria de engañar.
 
 
Pasó hace años, pero sigue siendo un crimen y lo tienen que pagar.
 
 
 

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