Pues sí, a pesar de estar con el siglo XXI a cuestas y con
lo que ha llovido, hoy todavía se pueden encontrar demostraciones graves de
misoginia en muchas partes del mundo. La igualdad de géneros es una ilusión
incumplida.
No es extraño que un tipo como Trump presuma de llamar
perras a las mujeres y de tener un encanto incontenible que las pone en sus
brazos. Es un tarado insoportable, capaz de estar a favor de todas las fobias:
homofobia, xenofobia. Lo grave no es que haya un loco misógino, sino que le
puedan votar cerca del 50% de los ciudadanos del que dicen ser el primer país
del mundo.
Hay otros ejemplos que pueden servir para explicar que
avanzamos poco, si es que lo hacemos, en la lucha contra la violencia de
género. Desde luego, las religiones son activos desencadenantes de
discriminación activa. La católica, ahí la tienen, no permite que las mujeres
puedan actuar en los oficios, salvo de forma pasiva, y desde luego las encasilla
en el escalafón, destinándolas a ser las servidoras, no ya de dios, que según
su creencia sería lógico, sino de los sacerdotes, los machos de la secta. Y ahí
siguen.
Y qué decir de los musulmanes, donde la mujer está destinada
a tener un papel social muy inferior al varón, quedando relegadas en todas las
decisiones importantes, incluso de las suyas propias. Las obligan a ser
vírgenes, antes del matrimonio, so pena de lapidación –no es el caso de los
varones que pueden llegar a practicar la poligamia sin ningún prejuicio--, a
estar condenada a cuidar del varón y de los hijos, a vestirse con el velo y a
depender de forma absoluta de su padre, su marido o su hijo, dependiendo del
caso, aboliéndole su libertad y dejándola al amparo de un “ser superior” que le
dirige cualquier aspecto de su vida.
En Irán, por ejemplo, no dejan entrar a ninguna mujer que no
tenga cubierto todo el cuerpo, salvo la cara (menos mal que las dejan
respirar). Y este precepto sirve también para las mujeres que visitan Irán. Me
duele y me jode que suceda, pero si yo fuera mujer jamás iría a Irán, donde me
dicen cómo debo vestirme para poder entrar en el país.
De hecho, la campeona de ajedrez de USA, ha decidido no
participar en el campeonato del mundo femenino que se celebrará en Teherán el
año que viene, porque de hacerlo debería colocarse un hijyad y acudir donde las
mujeres viven subyugadas por los hombres y tratadas como ciudadanos de segunda
clase. Lo grave es que ninguna de las federaciones nacionales de los 131 países
que participan se ha opuesto a que Teherán, con sus restricciones, sea la sede
del campeonato. Y es que la gran mayoría (más del 90%, de los componentes
federativos son hombres.
Y España tampoco es una excepción. Seguimos sin poder parar
esa sangría terrorista que condena a muerte a más de 60 mujeres todos los años
(en los últimos trece años han sido asesinadas 860 mujeres, más de los
asesinados por ETA en 51 años). No hay decisiones políticas que permitan bajar
esta cifra, donde los recortes de los últimos años también han afectado a los
recursos de la lucha contra esta lacra. La política también se mueve despacio,
muy despacio, a la hora de tratar de solucionar este terrorismo.
La solución debe empezar en las escuelas, la educación
igualitaria es absolutamente imprescindible, no puede haber ni hombres, ni
mujeres –que también las hay--, que no sientan este problema como suyo, y la
colaboración de toda la sociedad es importante. Si no vamos todos en el mismo
barco, los Trump, los gobernantes islamistas, las religiones, los machistas
recalcitrantes de todos los sitios seguirán colocando en la cúspide a hombres por
el mero hecho de serlo, que permiten un mundo misógino.
Salud y República
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