martes, 11 de octubre de 2016

Desahucio de ancianos sordomudos y saqueo del patrimonio del estado

 
 
La ausencia de gobierno en el régimen español no es obstáculo para que el genocidio social continúe, ahora le toca el turno en la inmensa colección de crímenes a una pareja de ancianos sordomudos analfabetos que no sabe leer y tampoco conocen el lenguaje de signos, víctimas de un desahucio tras avalar el préstamo hipotecario de uno de sus hijos sin tener conocimiento de lo que firmaban.
 

Se trata de María del Carmen Lebrón, de 81 años, y Antonio Pleguezuelo, de 76, los que han recibido una orden de desahucio que les insta a abandonar el inmueble donde llevan viviendo desde hace más de 50 años en la calle Velázquez de Pinto antes del 30 de enero de 2017.
 

Con una discapacidad del 70 por ciento por su deficiencia auditiva necesitan ayuda para la mayor parte de los trámites diarios. Uno de sus hijos descubrió que su hermano había hecho que sus padres firmasen en 2005 un aval para adquirir una vivienda cuya hipoteca dejó de pagar al quedarse sin empleo, dejando una deuda de 120.000 euros que Bankia busca saldar con la vivienda de 50 metros que el matrimonió compró en 1969.
 

La inhumanidad de un estado podrido hasta la medula de corrupción es incapaz de buscar una salida a esta nueva injusticia, la gente honrada sufre las acciones delictivas de la caterva bancaria, esa banda de canallas que malgasta nuestro dinero en drogas, juegos y putas con sus tarjetas opacas, estafando a millones de ciudadanos con sus prestamos basura y burbujas de putrefacción, vendiendo humo para que actualmente sean desahuciadas de sus viviendas más de 600 familias diarias.
 
 

Posiblemente si nadie lo evita policías armados hasta los dientes irán antes de finales de enero a desalojar a unas personas que lo único que han hecho en su vida es trabajar, ser honestos y no cometer ningún delito, las fuerzas del “orden” del régimen irán preparadas con sus porras y balas de goma para intervenir contra cualquiera que vaya a manifestarse en su puerta, cargarse a golpes y patadas la solidaridad ciudadana, la que tratará de impedir este nuevo atentado terrorista contra los derechos constitucionales del pueblo trabajador.
 
 
 

   




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