- La purga se extiende a 8.000 policías y afecta a un tercio de la cúpula militar
El presidente Recep Tayyip Erdogan, que el viernes estaba de vacaciones en un hotel de Marmaris, supo que iba a haber un golpe a las tres de la tarde, seis horas antes de que los sublevados sacaran los tanques a la calle.
Aun así no intentó frenarlo. Prefirió ponerse a cubierto.
Soldados
rebeldes de una unidad de élite se descolgaron desde un helicóptero
sobre el hotel pero Erdogan ya no estaba allí. Poco después, subió a
bordo de un avión civil. Pilotos rebeldes lo tuvieron a tiro pero no lo
derribaron porque se camufló con un código de Turkish Airlines. Erdogan
aterrizó en Estambul a las 3.20 horas del sábado y los últimos militares
amotinados se rindieron por la mañana.
Desde entonces, han sido detenidas o cesadas casi 20.000 personas,
entre militares, policías, jueces, fiscales y funcionarios. La purga se
amplía cada día. Ayer fueron apartados del servicio casi 8.000 agentes
policiales. La misma suerte han corrido 1.500 funcionarios del
Ministerio de Finanzas, otro millar de funcionarios del Ministerio del
Interior y casi 3.000 jueces y fiscales. Treinta gobernadores han sido
apartados, así como otros 50 altos cargos de la Administración.
El primer ministro, Binali Yildirim, anunció que ya hay
7.543 detenidos, entre ellos 6.038 militares.
Los medios publican
imágenes de estos militares sin pantalones, golpeados, humillados. Hay
112 generales y almirantes destituidos –un tercio de la cúpula militar– y
49 arrestados. Uno de ellos es el general Akin Öztürk, jefe de la
Fuerza Aérea, que ayer apareció con el cuerpo magullado y que está
acusado de liderar un golpe que, según insiste el Gobierno turco,
instigó el líder religioso Fetulah Gülen, exiliado en Estados Unidos.
La agencia oficial de noticias asegura que Öztürk ha
confesado. Otras fuentes, sin embargo, dicen que ha reconocido estar al
corriente de los planes golpistas pero que se mantuvo al margen.
El primer ministro volvió a pedir ayer la extradición de
Gülen. Washington respondió que necesita pruebas, a lo que Yildirim
replicó que no hace falta presentar pruebas y que, “llegados a este
punto, ponemos en duda nuestra amistad”. Turquía es el principal aliado
musulmán de Estados Unidos, además de un miembro clave de la OTAN.
Johannes Hanh, comisario de la UE encargado de las
negociaciones con Turquía para la adhesión, declaró que una purga tan
amplia y tan rápida demuestra que había una lista previa de gente para
depurar. “Estoy muy preocupado. Es lo que temíamos”, dijo en Bruselas.
El ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlot Cavosoglu, dijo que este
comentario era “inaceptable”.
El Gobierno turco considera que está tomando las medidas
adecuadas para preservar el orden constitucional y defender la
democracia después de un golpe que estuvo a punto de triunfar.
Erdogan, reforzado tras la victoria, puede eliminar a los
sospechosos de pertenecer al movimiento Gülen.
Le basta con acusarlos de
golpismo. Por eso crece el escepticismo en la opinión pública turca
sobre la narrativa oficial del golpe. Por parte del Gobierno, por
ejemplo, hubiera sido lógico detener a la junta golpista antes de que
actuara y por parte de los sublevados hubiera tenido más sentido
derribar el avión de Erdogan que bombardear cuatro veces el Parlamento
en Ankara.
El golpe terminó con 232 muertos, según las fuentes
oficiales, que podrían llegar a 312, según otros recuentos. La mayoría
eran civiles.
La tensión era evidente ayer en el país euroasiático. El
Parlamento tuvo que ser evacuado al circular rumores sobre una posible
insurrección en la base militar de Etimesgut, en Ankara. Al final, los
soldados hicieron público que no se sublevaban, pero todo indica que
muchos son muy reacios a obedecer órdenes emitidas por el Gobierno.
Mientras tanto, los partidarios de Erdogan se sienten con
ánimo de festejar el triunfo sobre los golpistas y anoche volvieron a
celebrar la tercera jornada de fiesta.
El Ayuntamiento del gran Estambul ha extendido hasta
mañana la gratuidad del transporte público para favorecer estas
concentraciones.
El lugar no puede ser más simbólico: la plaza Taksim,
donde en el 2013 tuvieron lugar las protestas antigubernamentales del
movimiento Gezi, la crisis más aguda contra Erdogan desde que llegó al
poder en el 2003.
No hay comentarios:
Publicar un comentario