martes, 19 de julio de 2016

Erdogan conocía de antemano que iba a producirse un golpe de Estado

Erdogan conocía de antemano que iba a producirse un golpe de Estado
El general Öztürk (en el centro con la oreja vendada) y otros oficiales acusados de dirigir el golpe, ayer en la sede de la policía en Ankara (Anadolu Agency / Getty)
 

  • La purga se extiende a 8.000 policías y afecta a un tercio de la cúpula militar


El presidente Recep Tayyip Erdogan, que el viernes estaba de vacaciones en un hotel de Marmaris, supo que iba a haber un golpe a las tres de la tarde, seis horas antes de que los sublevados sacaran los tanques a la calle. Aun así no intentó frenarlo. Prefirió ponerse a cubierto.


 Soldados rebeldes de una unidad de élite se descolgaron desde un helicóptero sobre el hotel pero Erdogan ya no estaba allí. Poco después, subió a bordo de un avión civil. Pilotos rebeldes lo tuvieron a tiro pero no lo derribaron porque se camufló con un código de Turkish Airlines. Erdogan aterrizó en Estambul a las 3.20 horas del sábado y los últimos militares amotinados se rindieron por la mañana.


Desde entonces, han sido detenidas o cesadas casi 20.000 personas, entre militares, policías, jueces, fiscales y funcionarios. La purga se amplía cada día. Ayer fueron apartados del servicio casi 8.000 agentes policiales. La misma suerte han corrido 1.500 funcionarios del Ministerio de Finanzas, otro millar de funcionarios del Ministerio del Interior y casi 3.000 jueces y fiscales. Treinta gobernadores han sido apartados, así como otros 50 altos cargos de la Administración.


El primer ministro, Binali Yildirim, anunció que ya hay 7.543 detenidos, entre ellos 6.038 militares. 


Los medios publican imágenes de estos militares sin pantalones, golpeados, humillados. Hay 112 generales y almirantes destituidos –un tercio de la cúpula militar– y 49 arrestados. Uno de ellos es el general Akin Öztürk, jefe de la Fuerza Aérea, que ayer apareció con el cuerpo magullado y que está acusado de liderar un golpe que, según insiste el Gobierno turco, instigó el líder religioso Fetulah Gülen, exiliado en Estados Unidos.


La agencia oficial de noticias asegura que Öztürk ha confesado. Otras fuentes, sin embargo, dicen que ha reconocido estar al corriente de los planes golpistas pero que se mantuvo al margen.


El primer ministro volvió a pedir ayer la extradición de Gülen. Washington respondió que necesita pruebas, a lo que Yildirim replicó que no hace falta presentar pruebas y que, “llegados a este punto, ponemos en duda nuestra amistad”. Turquía es el principal aliado musulmán de Estados Unidos, además de un miembro clave de la OTAN.


Johannes Hanh, comisario de la UE encargado de las negociaciones con Turquía para la adhesión, declaró que una purga tan amplia y tan rápida demuestra que había una lista previa de gente para depurar. “Estoy muy preocupado. Es lo que temíamos”, dijo en Bruselas. El ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlot Cavosoglu, dijo que este comentario era “inaceptable”.


El Gobierno turco considera que está tomando las medidas adecuadas para preservar el orden constitucional y defender la democracia después de un golpe que estuvo a punto de triunfar.
Erdogan, reforzado tras la victoria, puede eliminar a los sospechosos de pertenecer al movimiento Gülen.


 Le basta con acusarlos de golpismo. Por eso crece el escepticismo en la opinión pública turca sobre la narrativa oficial del golpe. Por parte del Gobierno, por ejemplo, hubiera sido lógico detener a la junta golpista antes de que actuara y por parte de los sublevados hubiera tenido más sentido derribar el avión de Erdogan que bombardear cuatro veces el Parlamento en Ankara.


El golpe terminó con 232 muertos, según las fuentes oficiales, que podrían llegar a 312, según otros recuentos. La mayoría eran civiles.


La tensión era evidente ayer en el país euroasiático. El Parlamento tuvo que ser evacuado al circular rumores sobre una posible insurrección en la base militar de Etimesgut, en Ankara. Al final, los soldados hicieron público que no se sublevaban, pero todo indica que muchos son muy reacios a obedecer órdenes emitidas por el Gobierno.


Mientras tanto, los partidarios de Erdogan se sienten con ánimo de festejar el triunfo sobre los golpistas y anoche volvieron a celebrar la tercera jornada de fiesta.


El Ayuntamiento del gran Estambul ha extendido hasta mañana la gratuidad del transporte público para favorecer estas concentraciones.


 El lugar no puede ser más simbólico: la plaza Taksim, donde en el 2013 tuvieron lugar las protestas antigubernamentales del movimiento Gezi, la crisis más aguda contra Erdogan desde que llegó al poder en el 2003.






 

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