Nosotros somos un grupo
de militantes, dirigentes, pensadores que soñamos con el socialismo en
Brasil. Y estamos en la lucha de clases, entre el primer y el segundo
tiempo de un partido de un campeonato que no terminó. Estamos en el
vestuario analizando las próximas jugadas.
Es evidente que Brasil
vive una grave crisis, una crisis de proyecto. Va mucho más allá del
gobierno. La crisis que estamos viviendo es semejante a la del 29, del
60, del 80. Y en estas crisis históricas del país las salidas tardan.
Exige una reorganización de las clases. Y es eso lo que está en juego.
Del otro lado, ellos
sólo tienen una salida: el regreso del neoliberalismo. Por qué en una
crisis – que es una crisis del modo capitalista – necesitan limpiar el
terreno para volver a aumentar sus ganancias, acumular y hacer crecer su
economía. Pero para eso, tienen que destruir los derechos de los
trabajadores, tienen que apropiarse de nuestras riquezas como el
petróleo, la minería, el agua, la biodiversidad, los ríos para las
hidroeléctricas, para fortalecer así el capital y volver a controlar
nuestra economía, subordinándola – como ellos dicen públicamente – a la
economía de los Estados Unidos. Ese es su proyecto histórico.
En esta batalla
decidieron que para limpiar el terreno, tenían que librarse de algunas
trabas. La primera: el gobierno de Dilma (Rousseff), que aunque no sea
una gran traba, aún así no les permitía ganar 7 a 1. Además, tenían que
desmoralizar a Lula, porque Lula es el fantasma de la clase trabajadora.
Para conseguir esos
objetivos armaron un equipo con 3 actores fundamentales. Primero, el
poder económico. Hay un enorme poder de los capitalistas que operan a
través de sus porta-voces mediáticos. Como dijo Paulinho da Força
Sindical (sindicalista y diputado) en su ingenuidad: “Esta sobrando
dinero para financiar el impeachment”. Es el capital que compra obispos,
jueces, la Red Globo. Hay mucho poder económico en disputa y ellos
están moviéndose aunque tienen sus diferencias. No están unidos.
¡Gracias a Dios y a la Dialéctica!
Parte de ellos no acepta
la vuelta el neoliberalismo porque empresas como Friboi (de producción
de carne) dependen del mercado interno y saben que solo van a recuperar
su tasa de ganancia si el pueblo mejora. Esas diferencias entre el poder
económico nos benefician. El segundo equipo son los parlamentarios. Es
el equipo más sucio. Están entrando sin calzoncillos a la cancha. El
origen de la elección de estos parlamentarios es ilegal, ilegítima. Y
tercer equipo, es el núcleo ideológico donde está la dirección política
del proyecto. Hay en ellos una mezcla. Una mezcla de la derecha del
Ministerio Público, la Policía Federal y la Justicia, en alianza con la
Red Globo. Usaron la excusa de la corrupción pero también tienen
contradicciones: “¿Vamos a sacar a Dilma y después qué hacemos con
Cunha? (Eduardo. Presidente de la Cámara de Diputados, investigado por
corrupción, segundo en la línea de sucesión presidencial)
¿Del otro lado – el
pueblo trabajador – quién tiene a su lado? El gobierno de Dilma que
nosotros elegimos y que se pasó dos años haciendo goles en contra.
Nosotros ya lo hemos dicho: ¡Basta de hacer goles en contra! Hay que
cambiar la política económica a favor del pueblo. Por suerte, ella
cambió de entrenador y puso Lula. Y eso ya anuncia nuevas señales.
Del lado de los
trabajadores también está la sociedad. Fue la que mejor jugó en estos
tiempos. El día que intentaron detener a Lula, en más de 1500 ciudades
hubo plenarias de militantes que dijeron “no”. Una sociedad
independiente de los partidos, que fue por su propia cuenta. El equipo
de la sociedad está jugando bien. El tercero actor son las calles, donde
hemos tenido partidos importantes. Ellos salieron el 13 y nosotros se
la devolvimos saliendo el 18 y quedó en un 2 a 2. Pero aún no estamos
ganando en las calles. Porque la gran masa aún no salió. Todavía está
sentada esperando. Está asustada. El desafío que tenemos en las calles,
como militantes, es mostrar para esta masa que el problema no es Dilma,
ni la corrupción y si, lo que está en juego, es un proyecto del país.
Eso es lo que el pueblo tiene que entender. En las calles, aún no
ganamos pero hay elementos que pueden cambiar eso. El sábado por la
mañana Lula estuvo en Fortaleza y llevó a 100 mil personas a la calle.
Ahí está el pueblo. El Sindicato del ABC (en San Pablo) hizo una
asamblea con 8 mil trabajadores de las plantas de automóviles. Ahí está
el pueblo.
Este es el esfuerzo que
tenemos que hacer: salir del vestuario e ir a la cancha con el pueblo.
¡Combinemos una fecha y que la favela ocupe las playas de la Zona Sur,
en Río!
Por último, aún tenemos
muchas tareas que hacer. Votarán el impeachment. Nosotros tenemos la
obligación de frenar el golpe y exigir al gobierno que haga una limpieza
en los ministerios, reconocer nuestros errores y mostrarle al pueblo
que es un gobierno del pueblo y para el pueblo.
Hay que mantenerse en
las calles pero esto no es suficiente. Si el problema de fondo es un
proyecto, tenemos que ir delineándolo. Porqué en el 2018 hay elecciones.
¿Cuál es nuestro proyecto? ¿Es solamente Lula 2018? Tenemos que tener
un proyecto de país. Y este proyecto de país – en la tradición de
izquierda – lo construyen los intelectuales orgánicos de la clase
trabajadora, que son ustedes. Empiecen a discutir este proyecto. Es
necesario desde ahora ir cambiando la rueda de bicicleta mientras esté
en movimiento. Es decir, mientras frenamos el golpe, tenemos que ir
pensando en un proyecto de país, hablar con el pueblo y discutirlo con
el pueblo, porque el pueblo no es bobo.
Ya estamos
organizándonos. El Frente Brasil Popular y el MST, vamos a acampar en
Brasilia para frenar el golpe. Son campamentos lúdicos, de reflexión
donde discutiremos un proyecto de país. Les diremos: “aquí no pasarán”. Y
voy a provocarlos con una decisión que ya tomamos en la Asamblea del
Frente Brasil Popular en Río Grande do Sul, donde haremos un campamento
de legalidad en frente al Palacio Piratini (sede de gobierno), en
homenaje a Leonel Brizola. Ustedes en Río de Janeiro, acampen en la
Plaza de la Candelaria. ¡No tengan miedo! Tenemos que ser firmes,
resistir, hasta sacar del escenario esta estupidez de intento de golpe.
Organicémonos para crear un proyecto de país y seguir alerta en las
calles. ¡Bienvenidos a la lucha de clases!
João Pedro Stedile miembro de la la Coordinación Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST)
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