Actualidad RT | 02/10/2015
La estrategia de la política exterior de
EE.UU. incluye un plan detallado para derrocar los Gobiernos electos de
los países latinoamericanos que se oponen al establecimiento de
regímenes neoliberales en Sudamérica. Lo revelan los documentos de
WikiLeaks estudiados por Alexander Main y Dan Beeton, del Centro para la
Investigación Económica y Política, con sede en Washington.
El verano pasado el mundo vio como
Grecia trataba de oponerse al dictado de las instituciones
internacionales que obligaban al país a aceptar un paquete de nuevas
medidas de austeridad. El endeudado Estado griego no pudo negarse a
cumplir las órdenes de la Troika de acreedores. Después del referéndum convocado por el Gobierno de Alexis Tsipras,
el Banco Central Europeo privó a la economía griega de liquidez, lo que
intensificó la recesión y convirtió en una farsa el resultado del voto
popular, según la página oficial del centro.
Una batalla similar por la independencia
de las naciones se ha estado llevando a cabo en Sudamérica durante los
últimos 15 años. A pesar de que Washington ha estado tratando de
destruir la ‘disidencia estatal’ en varios países utilizando las mismas
técnicas empleadas contra Atenas, la fortaleza de Latinoamérica soportó
la presión. Esta batalla épica llevada a cabo principalmente a
escondidas de los ojos de los ciudadanos fue reconstruida a través del
archivo de documentos del Departamento de Estado de EE.UU. filtrado por
WikiLeaks. Alexander Main y Dan Beeton ofrecen una interesante
reconstrucción de estos acontecimientos en su libro: ‘WikiLeaks: el mundo según el Imperio estadounidense’.
Los autores argumentan que el neoliberalismo se impuso en América Latina
antes de que Berlín y Bruselas humillaran a la democracia en Grecia. A
través de la coacción ejercida por los ‘Chicago Boys’ [jóvenes
economistas latinoamericanos que regresan a sus países después de
estudiar en EE.UU.], Washington logró difundir en Sudamérica la
austeridad fiscal, la desregulación, el “libre comercio”, la
privatización y la destrucción del sector público desde mediados de
1980.
El resultado fue similar a lo que se vio en Grecia: el
estancamiento del crecimiento, el aumento de la pobreza, el deterioro de
las condiciones de vida de millones de personas y una serie de nuevas
oportunidades para los inversores internacionales y corporaciones
multinacionales. Pero entonces los candidatoscontra el régimen neocolonial
comenzaron a ganar las elecciones y a ofrecer resistencia a la política
exterior de EE.UU., poniendo en práctica sus promesas electorales de
redistribución social y reducción de la pobreza.
De 1999 a 2008, estos candidatos ganaron
las elecciones en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia,
Honduras, Ecuador, Nicaragua y Paraguay. Gran parte de los esfuerzos del
Gobierno norteamericano para subvertir el orden democrático de estos países y volver a imponer el régimen neoliberal son ahora de dominio público gracias a las filtraciones de WikiLeaks que
revelaron la verdad sobre la presidencia de George W. Bush y del
comienzo de la presidencia de Obama. Washington prestó apoyo estratégico
y material a los grupos de la oposición, algunos de los cuales
eran antidemocráticos y violentos. Los cables también revelan la
naturaleza de los emisarios ideológicos estadounidenses de la Guerra
Fría que actualmente elaboran estrategias neocoloniales para Sudamérica.
Los autores del libro afirman también que los medios de comunicación
corporativos son parte de la estrategia expansionista.
El caso emblemático de Evo Morales en Bolivia
A finales de 2005, Evo Morales ganó
las elecciones presidenciales con la promesa de reformar la
Constitución, garantizar los derechos de los indígenas y luchar contra
la pobreza y el neoliberalismo. El 3 de enero de 2006, dos días después
de su juramento, el nuevo presidente recibió al embajador
estadounidense, David N. Greenlee, que
le explicó la visión que la Casa Blanca tenía del futuro de Bolivia. La
asistencia multilateral a Bolivia, según el embajador, dependía del “buen comportamiento”
del Gobierno de Morales. “[El embajador] ha subrayado la importancia
crucial de las contribuciones de EE.UU. a las instituciones financieras
internacional claves como el Banco de Desarrollo Internacional (BID), el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI)”, de los que
dependía la supervivencia de Bolivia. “Cuando piense en el BID debería
pensar en EE.UU.”, dijo el embajador. “Esto no es un chantaje, es la
simple realidad”, recalcó.
Cuando piense en el Banco de Desarrollo Internacional debería pensar en EE.UU. Esto no es un chantaje, es la simple realidad
Sin embargo, Morales, según los cables, mantuvo sus
promesas electorales en materia de regulación de los mercados
laborales, la nacionalización de los hidrocarburos y la cooperación con
Hugo Chávez. En respuesta a estas acciones de Morales, Greenlee sugirió
un “menú de opciones” para tratar de obligar a Bolivia a doblegarse a la voluntad del Gobierno de EE.UU. Algunas
de estas medidas eran: vetar todos los préstamos multilaterales en
dólares, posponer el plan de alivio de la deuda multilateral, desalentar
la financiación de la Corporación del Desafío del Milenio (que pretende
acabar con la pobreza extrema) y cortar el “apoyo material” a las
fuerzas de seguridad bolivianas.
Pocas semanas después de asumir el cargo, Morales anunció la revocación del contrato de préstamo con el FMI.
Años más tarde, Morales aconsejó a Grecia y otros países europeos
endeudados a seguir el ejemplo de Bolivia y “liberarse económicamente
del dictado del Fondo Monetario Internacional”. El Departamento de
Estado norteamericano reaccionó financiando a la oposición boliviana.
Las fuerzas políticas opositoras de la región de la Media Luna
comenzaron a recibir más ayuda. Según un correo datado
en abril de 2007, la Cancillería de EE.UU. consideraba que la Agencia
de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) “debe
fortalecer a los Gobiernos regionales como contrapeso al Gobierno central“.
El Departamento de Estado de EE.UU. se tomó en serio la posibilidad de un golpe de Estado en Bolivia o del asesinato del presidente Evo Morales
El informe de 2007 de la USAID menciona unas 101 subvenciones por un total de4.066.131 dólares “para ayudar a los Gobiernos departamentales
a operar más estratégicamente. El dinero de la Casa Blanca también fue
destinado a los grupos indígenas locales que estaban “en contra de la
visión de Evo Morales de las comunidades indígenas”. Un año más tarde,
los departamentos de la Media Luna estaban en abierta rebelión contra el
Gobierno de Morales y llamaban a un referéndum sobre la autonomía en el
trasfondo de las protestas violentas que acabaron con la vida de al
menos veinte partidarios del Gobierno.
Este intento de golpe de Estado fracasó
bajo la presión del conjunto de presidentes de América del Sur, que
emitieron una declaración conjunta de apoyo al Gobierno constitucional
de Bolivia. Pero EE.UU. no se dio por vencido y siguió manteniendo comunicación constante con
los líderes del movimiento separatista de la oposición. Según Alexander
Main y Dan Beeton, contrariamente a su postura oficial durante los
acontecimientos de agosto y septiembre de 2008, el Departamento de
Estado de EE.UU. tomó en serio la posibilidad de un golpe de Estado en
Bolivia o del asesinato del presidente Evo Morales. “[El Comité de
Acción de Emergencia] junto [al Comando Sur de EE.UU.] desarrolla un
plan de respuesta inmediata en caso de una emergencia repentina, como un
intento de golpe de Estado o la muerte del presidente Morales“, dice el correo de la Embajada de EE.UU. en La Paz.
‘Promoción de la democracia’.
Algunos de los métodos de injerencia
implementados en Bolivia se aplicaron también posteriormente en otros
países con Gobiernos o fuertes movimientos de izquierda. Por ejemplo,
después de la vuelta al poder de los sandinistas en Nicaragua en 2007,
la Embajada de EE.UU. en Managua lanzó un programa de apoyo intensivo al
partido derechista de la oposición, Alianza Liberal Nicaragüense (ALN).
‘Amenaza bolivariana’
Durante la Guerra Fría, la supuesta
amenaza de la Unión Soviética y la expansión del comunismo cubano
sirvieron para justificar un sinnúmero de intervenciones políticas de
EE.UU. con el objetivo de eliminar Gobiernos de izquierda e implantar
regímenes militares de derechas. Del mismo modo, las filtraciones de WikiLeaks muestran
cómo en la década de 2000 el fantasma del “bolivarianismo” venezolano
fue utilizado para justificar la injerencia en asuntos de Gobiernos
encabezados por líderes antineoliberales. De esa manera, Washington se
dedicó a librar una lucha escondida con el Gobierno boliviano, “que
había caído abiertamente en brazos de Venezuela” y el Gobierno de
Ecuador, que realizaba la función de “portavoz de Chávez”.
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