EL MEDITERRÁNEO SIGUE SIENDO UN GRAN CEMENTERIO
¿Quiénes son esas personas, mujeres, algunas embarazadas, niños y niñas, hombres, jóvenes de ambos sexos, que se arriesgan tanto para llegar a Europa?
Se sabe que sus orígenes están en países ribereños del sur-oeste del Mediterráneo y en los situados en el Cuerno de África. Países, todos ellos, que sufren guerras y persecuciones de distinto tipo y dimensión –Siria, Somalia, Eritrea, Sudán–, que tienen una situación económica muy crítica y de inseguridad personal reseñable –Egipto, Túnez, Argelia, Libia, Irak–.
Es en esa zona del mundo donde se encuentran algunos de los campamentos de refugiados con más alto índice de población: Jordania, Kenia, Somalia, Sudán y Etiopía, que “acogen” a varios millones de personas desplazadas. Algunos de estos campamentos, como el de Dadaab, entre Kenia y Somalia, cuentan con casi setecientas mil personas, muchas de las cuales son ya de tercera generación, y otros, como el de Shagarab, en el este de Sudán, o el de Mai Aini, en el norte de Etiopía, acogen en su mayoría a personas de origen eritreo, algunas de las cuales habrían conseguido llegar hasta Libia y subir en la nave que iba a llevarles a un destino seguro.
Así lo han afirmado algunos de
los supervivientes de los naufragios.
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