UN ASESINO EN SERIE
Pago 50.000 dólares. Porque los tenía. “Porque yo lo valgo”, debió pensar el fantoche. Y lo mató a flechazos. Bueno, exactamente no lo mató… lo torturó, lo dejó malherido, en una agonía que duró horas. A la mañana siguiente lo despellejó y le cortó la cabeza, sus “trofeos”.
Y regresó a su casa, en Minnesota, a su flamante consulta de dentista, a su vida de aburrido burgués yanqui, a su mierda de existencia, a sus caries y sus andrajosos principios morales. Y ahora se asusta y se esconde en su guarida de derechos civiles, en su sucia mazmorra de cobardía, en su purulenta almena de superioridad.
Pero Walter Palmer no es el único, ni siquiera el peor. Solo tuvo la
mala suerte de dar con el león equivocado. Con el animal equivocado.
Este malasombra es uno más entre muchos. Es uno más de entre las muchas
piltrafas humanas que van por el mundo acabando con la vida en derredor.
Walter es un sacamuelas mequetrefe y bobalicón, que me mira con la
misma cara de botarate con la que en su momento pedía disculpas al mundo
Juan Carlos Borbón por gastarse 75.000 dólares en abatir a un elefante,
este sí, sin nombre.
No entienden, no saben, gañanes, solpagaitas y peinabombillas que van por la vida porque ellos lo valen. Repugnantes malnacidos que no encuentran otra cosa en qué gastarse los cuartos que en acabar con la belleza para colgarla en su salón pútrido como su propia vida.
Walter, desgraciado caracartón, sabandija, baboso mastuerzo, con tu sonrisa de percebe, con tus ojitos de lamecharcos, asesino, lástima te pudras en una cárcel de Zimbabue, a ver si así se te curan tus impulsos inhumanos.
Qué monumental vergüenza, ¡pertenecer a tu misma especie!
Juan Goñi.
Foto: Cecil y Walter. El Rey y la Bestia.
No entienden, no saben, gañanes, solpagaitas y peinabombillas que van por la vida porque ellos lo valen. Repugnantes malnacidos que no encuentran otra cosa en qué gastarse los cuartos que en acabar con la belleza para colgarla en su salón pútrido como su propia vida.
Walter, desgraciado caracartón, sabandija, baboso mastuerzo, con tu sonrisa de percebe, con tus ojitos de lamecharcos, asesino, lástima te pudras en una cárcel de Zimbabue, a ver si así se te curan tus impulsos inhumanos.
Qué monumental vergüenza, ¡pertenecer a tu misma especie!
Juan Goñi.
Foto: Cecil y Walter. El Rey y la Bestia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario