“En un mundo en donde los millonarios
cada día son más ricos, y los infortunados cada vez más pobres, y en el
que participar en democracia resulta más que inútil, porque quienes
mandan de verdad no han sido elegidos en las urnas, resulta muy
desilusionante -aunque lo observemos a distancia- comprobar cómo los
mercados y el dinero se comen las ilusiones y esperanzas del pueblo
griego, que parece condenado a vagar en la penuria durante décadas, por
culpa de unos especuladores sin sentimientos a quienes nuestros
gobernantes les rinden pleitesía.
Tal parece que vale más un puñado de
euros que una vida humana, convirtiendo en mercancía los sentimientos a
costa de sobrevalorar lo material. Pero lo mas desolador es que la falta
de reacción humana, cuando la solidaridad de los europeos se hace
esperar hasta la impotencia. Los dueños de nuestros destinos nos han
enseñado a ser egoístas y a no tener tiempo de pensar en los demás; y
nuestra sociedad ha entrado en una decadencia insoportable, de muy
difícil solución a medio plazo. Nos hemos convertido en los esclavos de
un neoliberalismo enfermizo, que carece de alma, e incluso de cuerpo,
pero que está presente en nuestras vidas, hasta el punto que se ha
adueñado de nuestros sentimientos, convirtiéndonos en simples
traficantes de lo material.
los griegos no tienen la culpa de sus
actuales desgracias, pero las sufren como los que más, hasta el punto de
que se les imponen unos recortes y unas políticas de austeridad que
pueden convertirse en la estocada final, al ser incompatibles con la
supervivencia. Es miserable tratar de limitar las pensiones de los que
menos tienen, y más lo es aumentar la carga impositiva a su principal
fuente de ingresos, el turismo. Se trata de humillarles hasta la
extenuación, por motivaciones en algunos casos políticas, para que todos
sepamos lo que nos puede ocurrir si osamos revelarnos contra los
mercados y apostamos por alternativas revolucionarias.
Los ciudadanos tenemos que librarnos de
esas ataduras, adobadas por el miedo a nuestro futuro inmediato, que
nos impiden ver la realidad que sufre el pueblo griego. Si no nos
revelamos, podemos ser los próximos, y cuando queramos reaccionar será
ya tarde. Cada vez se hace más necesaria una revolución pacífica,
cultural, para recuperar los principios y valores de una sociedad en
crisis; puede que ya haya comenzado, pero aún está en pañales;
perseveremos en el intento y pronto veremos los primeros frutos. Querer
es poder, pero no esperemos que los demás hagan lo que es nuestra
obligación.”
Unas horas después de escribir
estas reflexiones, Tispras ha convocado un referendum para que todos los
griegos decidan su destino. El pueblo griego, antes de sufrir la última
humillación,se enfrenta a la oligarquia financiera, y decidirá en las
urnas su futuro. Debemos de estar todos con su decisión final.
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