domingo, 28 de junio de 2015

Los griegos se merecen un respeto Por Fernando de Silva


“En un mundo en donde los millonarios cada día son más ricos, y los infortunados cada vez más pobres, y en el que participar en democracia resulta más que inútil, porque quienes mandan de verdad no han sido elegidos en las urnas, resulta muy desilusionante -aunque lo observemos a distancia- comprobar cómo  los mercados y el dinero se comen las ilusiones y esperanzas del pueblo griego, que parece condenado a vagar en la penuria durante décadas, por culpa de unos especuladores sin sentimientos a quienes nuestros gobernantes les rinden pleitesía.


Tal parece que vale más un puñado de euros que una vida humana, convirtiendo en mercancía los sentimientos a costa de sobrevalorar lo material. Pero lo mas desolador es que la falta de reacción humana, cuando la solidaridad de los europeos se hace esperar hasta la impotencia. Los dueños de nuestros destinos nos han enseñado a ser egoístas y a no tener tiempo de pensar en los demás; y  nuestra sociedad ha entrado en una decadencia insoportable, de muy difícil solución a medio plazo. Nos hemos convertido en los esclavos de un neoliberalismo enfermizo, que carece de alma, e incluso de cuerpo, pero que está presente en nuestras vidas, hasta el punto que se ha adueñado de nuestros sentimientos, convirtiéndonos en simples traficantes de lo material.


los griegos no tienen la culpa de sus actuales desgracias, pero las sufren como los que más, hasta el punto de que se les imponen  unos recortes y  unas políticas de austeridad que pueden convertirse en la estocada final, al ser incompatibles con la supervivencia. Es miserable tratar de limitar las pensiones de los que menos tienen, y más lo es aumentar la carga impositiva a su principal fuente de ingresos, el turismo. Se trata de humillarles hasta la extenuación, por motivaciones en algunos casos políticas, para que todos sepamos lo que nos puede ocurrir si osamos revelarnos contra los mercados y apostamos por alternativas revolucionarias.


Los ciudadanos tenemos que librarnos de esas ataduras, adobadas por el miedo a nuestro futuro inmediato,  que nos impiden ver la realidad que sufre el pueblo griego. Si no nos revelamos, podemos ser los próximos, y cuando queramos reaccionar será ya tarde. Cada vez se hace más necesaria una revolución pacífica, cultural, para recuperar los principios y valores de una sociedad  en crisis; puede que ya haya comenzado, pero aún está en pañales; perseveremos en el intento y pronto veremos los primeros frutos. Querer es poder, pero no esperemos que los demás hagan lo que es nuestra obligación.”


Unas horas después de escribir estas reflexiones, Tispras ha convocado un referendum para que todos los griegos decidan su destino. El pueblo griego, antes de sufrir la última humillación,se enfrenta a la oligarquia financiera, y decidirá en las urnas su futuro. Debemos de estar todos con su decisión final.







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