domingo, 28 de junio de 2015

Cuba, ¿revolución o reforma?


Recientemente he leido con preocupación las soprendentes declaraciones de Eugenio Martínez Enríquez, embajador de Cuba en España, realizadas durante un desayuno informativo celebrado junto a empresarios en Madrid que estaba dedicado a la "actualización del modelo económico de la isla", en el marco de las "reformas" del sistema que está llevando a cabo el gobierno cubano. O quizás, en realidad, la sorpresa no sea tan grande teniendo en cuenta la creciente influencia del reformista socialismo del siglo XXI en la política de la isla.

El embajador cubano no dejó ninguna duda sobre las intenciones de las reformas que se están perpetrando en Cuba, remarcando la necesidad de que el modelo socialista "se actualice", no para profundizar el socialismo o acrecentar la necesaria lucha de clases contra los vestigios de la burguesía, sino que, muy al contrario, lo que parece sugerir es que el objetivo es hacer frente al futuro de la isla y lograr un mayor bienestar para los ciudadanos (¿no es Cuba, entonces,  el país con la mejor sanidad y educación del mundo, entre otros avances revolucionarios?).

Según Martínez, "lo único que se debe cambiar" (como si ese "lo único" no fuera en realidad "lo más importante") "es la diversidad en la propiedad empresarial"; "el modelo necesita actualizarse para que el bienestar se prolongue en el futuro (...) sólo en educación gastamos un 32% de nuestro presupuesto y lideramos en algunos índices los datos del resto de Latinoamérica. Para que esto se mantenga, la propiedad empresarial debe cambiar".

Es decir, el embajador cubano les dice a los empresarios españoles que hay que compartir el pastel de la economía cubana con más empresas privadas; en otras palabras, acelerar (en realidad hace ya unos años que empezó esté giro de timón) el regreso al capitalismo (por mucho que nos lo intenten pintar, como hacen en los paises del llamado socialismo del siglo XXI, como "socialismo de mercado" o "capitalismo democrático" u otras memeces intragables, contradictorias e insostenibles).

Para que la "economía" cubana mejore, (ahora los cubanos parecen empezar a aceptar las cartas marcadas del capitalismo y analizar los resultados de la economiá de acuerdo a las leyes del mercado), el tal Martínez propone equilibrar la balanza de pagos (registro que tiene en cuenta las exportaciones e importaciones de un país), mejorar la motivación y la productividad en el empleo (¿no suena esto a discurso de Rajoy o cualquier miembro de la patronal?),  y promover el trabajo por cuenta propia (es decir, fomentar  la privatización; de hecho, por ejemplo, Cuba ha convertido recientemente en privados casi todos los restaurantes del país).

Para más inri, el embajador opina que los problemas estructurales del país "deben ser atenuados con inversión extranjera", la cual debe ser del 30% del PIB cubano por lo menos.

En el evento, el representante de Cuba en España defendió, como excusándose, que todos los niños vayan a la escuela, no sufran malnutrición y tengan acceso a la sanidad universal, pero admitió que el modelo cubano "necesita ser más eficiente" en ese sentido. Es decir, ¿empieza a plantearse el propio gobierno "revolucionario" que el hecho de que no exista el hambre en Cuba, que la escuela sea de calidad y universal y que la sanidad sea para todos, además de posiblemente la mejor del mundo, tienen que ser conquistas que se supediten a la economía capitalista y a su forma de hacer las cuentas?

Como explicó el economista Guillermo Perry, en el diario El Tiempo, tras participar en una comisión de trabajo organizada por el gobierno cubano  y Brookings Institution, el proceso de apertura y reforma económica que comenzó hace varios años en Cuba pretende ampliar progresivamente el campo de acción de las llamadas actividades no estatales (el sector privado), someter las empresas estatales a la disciplina del mercado, fortalecer el papel regulador del Estado y separarlo de su rol de propietario de empresas, e insertar a Cuba agresivamente en la economía global. En otras palabras, hacer lo que hicieron China y Vietnam hace ya años, con mucho éxito, cierto, pero no precisamente para los trabajadores, y que llevó a ambos paises a un regreso acelerado, aunque con características peculiares, al capitalismo y a la barbarie con, eso si, bandera roja.

Según los partidarios de la reforma, el proceso "va despacio" porque debe superar restricciones ideológicas y la oposición silenciosa de la burocracia cubana.

Sin embargo, afortunadamente, también hay opositores a los cambios de la "perestroika cubana". Estos afirman que durante los primeros siete años de “actualización del modelo” en Cuba el foco de la atención sobre los cambios ha girado en torno a la economía y la política, sus aperturas y cierres, mientras se mira mucho menos a las consecuencias sociales de la transformación.

Los efectos del ajuste sobre un sector neurálgico para el país como es la educación pública y gratuita, deben ser, para los fieles a las conquistas revolucionarias de Cuba, descritos con mayor profundidad, tal y como alerta el economista cubanoamericano Carmelo Mesa Lago, recién galardonado con el Premio LASA por la obra de toda la vida, en unas declaraciones al proyecto Cuba Posible.

El académico aprecia resultados macroeconómicos en la política de disminuir gastos sociales, aunque recuerda que existe otra cara de la luna: “También en salud ha habido un recorte fuerte: se han cerrado hospitales rurales, los médicos de familia han disminuido a la mitad porque se han enviado muchos a Venezuela, Brasil y otros países. Pero los recortes en servicios como educación y salud no se hacen sin resultados sociales adversos”.

No se entiende muy bien como el modelo revolucionario de gran parte de la izquierda mundial de repente,  tras la llegada al poder de Raul Castro, necesite "abrirse al mercado" (aunque sea bajo la justificación de que el proceso estará controlado por el  partido) ¿Eso quiere decir que el modelo era equivocado o que han cambiado los tiempos y el capitalismo ya no es tan malo?

Quizás el problema es que Cuba ha dejado de mirar hacia el socialismo  para poner el foco de su destino en el modelo de paises que ahora venden la "revolución" o el "comunismo" envueltos en los ropajes de sus éxitos multinacionales, como China, o en democracias burguesas que encubren su reformismo con eufemismos revolucionarios pero que, a pesar de que ciertamente consiguen aumentar el bienestar material de los trabajadores (en comparación con los años de dictadura abiertametne capitalista), siguen sin acabar con la propiedad privada de los medios de producción y, por lo tanto, con la división en clases y la pervivencia de la explotación (tal que los llamados Socialismos del siglo XXI)

Son palabras muy preocupantes las del embajador cubano, tanto como el mismo hecho del proceso de reformas iniciado en Cuba desde hace unos años, reformas que coquetean demasiado con las leyes del mercado (es decir, del capital) y que nos traen ingratos recuerdos de otros tiempos cuando los líderes del partido comunista, en este caso el soviético, también hablaban de necesidad de reformas del socialismo y aperturas hacia el mercado, escondiendo, como se demostró después, que habían renunciado hace tiempo a la revolución y al avance a través del socialismo hacia el comunismo.

Y es que el socialismo no tiene necesidad de reformas, sino de avances revolucionarios, y cualquier paso atrás suele significar, por mucho que se venda como ajustes necesarios o circunstancias de la economía mundial, el regreso, más o menos lento, más o menos rápido, hacia la barbarie, la desigualdad y la explotación capitalistas. Y esto duele especialmente cuando se trata de un país que, con todos sus aciertos y errores, fue modelo de resistencia tras la desintegración de la Unión Soviética, mientras el resto de paises "socialistas" caían como piezas de dominó siguiendo la estela de Moscú.

El propio Fidel Castro pronunciaba en diciembre de 1989, antes de que las lógicas consecuencias de las reformas y la apertura dieran la puntilla final a la URSS, unas palabras perfectamente aplicables a las reformas actuales que se están llevando a cabo en Cuba y que pueden servir, sin duda, de aviso para navegantes:

"se ha proclamado que el socialismo debía perfeccionarse, ¿pero es acaso abandonando los principios elementales del marxismo-leninismo como puede perfeccionarse el socialismo? ¿por qué las llamadas reformas tienen que marchar en un sentido capitalista? Si tales ideas tuviesen un carácter revolucionario como algunos pretenden, ¿por qué reciben el apoyo unánime y exaltado de los dirigentes del imperialismo?"
 
 
 
 

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