miércoles, 17 de julio de 2013

VAMOS DE LA DERECHA EXTREMA DE RAJOY A LA EXTREMA DERECHA DEL PP


Asistimos en los últimos días a un escándalo de corrupción que afecta directamente al presidente del gobierno de España y al partido que lo sostiene, el Partido "Popular". Desde los grandes medios de comunicación nos entretienen narrando minuto a minuto las novedades y declaraciones de los implicados en el mal llamado "caso Bárcenas", que es en realidad el caso de financiación ilegal del PP desde hace décadas a través de "donaciones" de unos grandes empresarios corruptores de los que se habla poco o nada en estos medios. ¿Por qué en este y otros caso de corrupción se pone todo el acento en los políticos corruptos y no en los empresarios o banqueros corruptores? Quizás porque quienes sobornan a esos políticos corruptos son también los propietarios de esos medios de comunicación que supuestamente denuncian esa corrupción, o quienes los financian a través de la publicidad o los créditos bancarios millonarios que reciben.
 
En unas condiciones políticas, económicas y sociales como las actuales, el gobierno de Rajoy está ya sentenciado. Queda por saber cuando y cómo se producirá su caída. Pero lo preocupante de esta situación, y que debería hacernos reflexionar, es que a este gobierno no lo van a derribar ni los ciudadanos en la calle, ni unos sindicatos de clase beligerantes, ni la izquierda política y social. El gobierno Rajoy caerá por la presión de un sector de la extrema derecha de su partido que ha decidido asaltar el poder; y, no es descartable, por la presión internacional incluidos "los mercados", siempre dispuestos a ganar dinero aprovechando cualquier inestabilidad y a quitar y poner gobiernos según sus intereses particulares. Todo ello muy "democrático".

La intención del diario El Mundo no es denunciar la corrupción, sino acabar con Rajoy y aupar al poder  - muy probablemente - a la Condesa y Grande de España Esperanza Aguirre. La propia Esperanza Aguirre, José María Aznar, Vidal Quadras,... y demás fascistas que ahora levantan la voz y se presentan como adalides de la honradez y la democracia pretenden alcanzar el poder político para acabar de eliminar los pocos derechos de los trabajadores que aún quedan en pie, el minúsculo Estado del Bienestar, disolver las Comunidades Autónomas, etc., y aplicar el proyecto que la extrema derecha tiene en la cabeza para "salvar la patria" y que un blandengue Mariano Rajoy, según ellos, no se atreve a ejecutar "sin complejos".

Este es el contexto en que se están desarrollando los acontecimientos en torno al "caso Bárcenas", y no tiene nada que ver con una regeneración del Partido Popular o una depuración de responsabilidades. Los sectores más reaccionarios del PP son conscientes de que, a pesar de su drástica pérdida de escaños a raíz de sus recortes, no tienen una oposición política y social en estos momentos que haga peligrar su hegemonía. Y son conscientes de que si quieren aplicar sus políticas neoliberales más extremas deben hacerlo ahora o nunca, antes de que pueda surgir una alternativa real que pueda arrebatarles el poder. Nunca antes se había visto una situación tan favorable como esta para ejecutar el programa de máximos de la extrema derecha y el poder financiero internacional, aprovechando el desconcierto y desánimo social, el miedo, y la falta de alternativa política. Luis Bárcenas, con la complicidad de un Pedro J. Ramírez que ha participado en todas las conspiraciones políticas de los últimos treinta años, es el instrumento con el que la extrema derecha pretende alcanzar el gobierno y asestar el golpe definitivo a la clase obrera y a los pocos derechos conquistados que aún quedan vivos.
 
 
Que caiga el gobierno Rajoy, algo muy deseable y necesario, no va a solucionar automáticamente nuestros problemas. Todavía no existe un proyecto político amplio y de izquierdas que represente a las clases populares y que esté en condiciones de derrotar este corrupto bipartidismo PP-PSOE al servicio de la burguesía española y superar el capitalismo económico dominante. Ahí está el problema.



 


 
 

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