domingo, 8 de abril de 2012

El Ayatolá de Alcalá de Henares


Sí señores, tenemos un ayatolá, no es el único, en Alcalá de Henares. Su nombre: Juan Antonio Reig Pla, obispo católico de esa diócesis.
Un ayatolá católico. Un tipo empeñado en enseñarnos moral a todo el mundo. Un individuo que, con la anuencia de Televisión Española que le retransmite su misa, es capaz de decir cosas como ésta:






Ya saben, a este señor su cargo le da derecho a decir que los homosexuales prueban su condición, desde niños, corrompiéndose y prostituyéndose en clubs nocturnos. Está claro que lo debe haber comprobado yendo a esos lugares, si no, no lo afirmaría tan rotundamente. Por cierto, que además el buen señor les amenaza con el infierno.
También añadió (si quieren leer su discurso entero está aquí) que ha habido casos de niños con tendencias homosexuales que han sufrido abusos en su misma familia.
Y para completar su homilía de viernes santo, completó la hazaña diciendo que las mujeres que abortan se destruyen a sí mismas y no duermen bien. Él, sin embargo, debe dormir a pierna suelta.
Aprovechando que la televisión pública, pagada por todos –también por los que no somos católicos— le hace de altavoz y retransmite su misa, arremete públicamente contra el colectivo homosexual y el aborto. Pruebas inequívocas de que vivimos en un “Estado laico”.

La homofobia de este ayatolá es recalcitrante, hace menos de un año, coincidiendo con la celebración del Orgullo Gay, publicó una guía con lecturas y consejos para curar la homosexualidad. Los homosexuales son enfermos para él, mientras que el reverendísimo está muy sano.
También se hizo famoso porque hace poco más de dos años, ofició una misa con la bandera franquista de la gallina al lado, en honor de los caídos franquistas, a la que asistió Blas Piñar.



Obispo Reig Pla misa franquista


Y todos estos ejemplos son pruebas de su intachable moralidad y su inquebrantable patriotismo. Precisamente porque es un tipo de una moralidad a prueba de bombas, está dando cobijo a un cura pederasta que violó y abusó de una niña desde los cuatro a los trece años y que ha sido condenado a diez años de prisión.
Pero claro, una cosa es ser cura violador y pederasta, pecadillos sin importancia que hay que perdonar, y otra cuestión es abortar o ser gay o lesbiana, pecados mortales de necesidad, que te condenan sin remisión al infierno.
Y es que el señor obispo, seguramente llevado por la moda que muchos de los suyos han seguido, ve la pederastia como algo normal, seres a los que hay que ayudar, mientras denigra, miserablemente, a las mujeres que abortan y al colectivo homosexual. Esa es un moral.
Y a todo esto nuestra televisión pública sirviendo de altavoz a estos personajes. Y es que están crecidos, porque nuestro gobierno no les ha recortado ni un euro de los 11.000 millones que se llevan. Cada día estamos más cerca del nacional-catolicismo y más lejos del laicismo.

Salud y República


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