Cada cierto tiempo, los poderes financieros necesitan blanquearse, debido a los efectos ficticios de capital que ellos mismos generan a consecuencia de las grandes inversiones especulativas que llevan a cabo para favorecer su enriquecimiento continuo.
Tanto desde los sectores mediáticos y políticos que apoyan la política laboral del gobierno del Partido Popular, como desde las portavocías empresariales y financieras, se está lanzando constantemente a la opinión pública un mensaje que usando unas u otras palabras viene a decir que la reforma laboral aun siendo muy dura, debe ser aceptada como si se tratase de tomar un medicamento que aunque muy fuerte y desagradable, es imprescindible para acabar con la enfermedad.
La llamada reforma laboral no lo es tal, sino que por su naturaleza es una agresiva desestructuración de los derechos laborales, que a su vez es inseparable de la también agresiva desestructuración de los derechos sociales.
Ante todo no perdamos la perspectiva de que aquellos que prescriben la desestructuración de los derechos laborales y sociales como remedio para solventar la profunda crisis económica y financiera, no estarían ellos mismos afectados por las consecuencias de esas anulaciones de derechos que ufanos proclaman.
El diagnostico ha sido lanzado desde el poder financiero, verdadero depositario de la soberanía nacional: “la enfermedad que asola nuestro país y el mundo entero está en los excesivos derechos laborales y sociales que se reconocen en nuestros ordenamientos jurídicos. Eliminemos esos derechos y acabaremos con el mal que nos aflige”.
El poder político solo es el ejecutor de esta determinación emanada del poder financiero, del que precisamente surgieron los especuladores que precipitaron el deterioro económico a partir del 2008. Ellos provocaron esta última crisis, que forma parte de la dinámica cíclica a la que periódicamente abocan a la humanidad para procurar sanearse a si mismos.
Cada cierto tiempo, los poderes financieros necesitan blanquearse, debido a los efectos ficticios de capital que ellos mismos generan a consecuencia de las grandes inversiones especulativas que llevan a cabo para favorecer su enriquecimiento continuo.
Este posibilismo que permite el orden económico y financiero vigente es el factor x responsable de la injusticia estructural que preside la historia humana, y lo es también en concreto de la crisis actual. La actitud de los medios de comunicación y las fuerzas políticas que señalan a los derechos laborales y sociales como los culpables de la misma es pues nítidamente cínica e hipócrita, pero son los intereses de la banca los que está detrás de todas las crisis económicas y financieras.
El gobierno del Partido Popular pretende mostrarse inflexible con los sindicatos de trabajadores ante la demanda de estos de que sea retirada la reforma laboral emprendida, y se inicie con ellos una negociación profunda para abordar como habría de ser esta consensuada con los trabajadores.
Todo es un engaño. Cuando juegas al ajedrez conoces que hay una jugada que se llama jaque a la descubierta, que consiste en atacar al rey no mediante la pieza que en ese momento se mueve, sino por otra que queda entonces al descubierto.
El gobierno ataca lo que ha designado como la enfermedad, los derechos laborales y sociales, criminalizando con ello cualquier actitud de defensa de estos derechos. Y los sindicatos representantes de los trabajadores se defienden contra la pieza que se ha movido para violentar sus conquistas sociales y laborales.
¿Pero cual es realmente la pieza del tablero de ajedrez que violenta y pone en peligros esos derechos sociales y laborales tan arduamente logrados?..
El posibilismo vigente encuentra su máximo exponente en la materialización de la estructura bancaria global, que a su vez necesita de la implementación de un brazo armado que haga viable el sostenimiento del orden mundial.
En este orden bancario y militarista que vivimos, los bancos y las cajas se fusionan entre ellos para aumentar su poder, a la vez que reciben ayudas públicas para subsanar las consecuencias que ellos mismos han creado con sus políticas de especulaciones financieras. Y a la vez los derechos laborales y sociales son puestos en la picota.
La protesta social contra la injusta política laboral del gobierno del Partido Popular debe ir incrementándose exponencialmente hasta lograr su objetivo inmediato, la retirada de la ley de reforma laboral, tal como han declarado que promoverán los máximos responsables de los sindicatos mayoritarios.
Los defensores de la reforma laboral consideran que la huelga general es un hecho puntual y pasajero, prácticamente un trámite burucrático por el que hay que pasar, pero que no tendrá efecto alguno en el camino de doblegar la intransigencia del ejecutivo en cuanto a su determinación de implementar su política de desestructuración de los derechos laborales y sociales.
¿Se puede presionar al poder político realizando concentraciones de protesta ante sedes bancarias y acuartelamientos y bases militares?.
Publicado en Opinión
No hay comentarios:
Publicar un comentario