Cualquier lector que haya
seguido de cerca las noticias sobre Grecia recordará que una figura
clave de la imposición de las políticas de austeridad al pueblo griego,
que han tenido un impacto devastador para aquel país, fue el Presidente
del Eurogrupo, el Ministro de Finanzas de Holanda, el Sr. Jeroen
Dijsselbloem, que lideró el ataque (y no hay otra manera de decirlo) a
Grecia, forzándola a que aplicara las recetas neoliberales que han
causado tanto daño, no solo a las clases populares griegas, sino a las
de todos los países -incluyendo España- cuyos gobiernos han aplicado
dichas recetas. Tal personaje fue especialmente duro en las exigencias
fiscales, acusando al gobierno Syriza de no hacer el trabajo que tenía
que hacer, a saber, recoger fondos públicos para pagar las deudas que el
gobierno griego había heredado del gobierno conservador liberal
anterior.
Y este mismo señor ha estado presionando con particular
insistencia y mano dura al gobierno español para que haga más recortes y
ajustes del gasto público, aplicando las mismas políticas públicas que
causaron un enorme daño al pueblo griego, liderando el sector más duro
del Eurogrupo, el cual forman los Ministros de Economía y Finanzas de
los países de la Eurozona, que él preside. Después de Grecia,
Dijsselbloem ha escogido España como su punto de mira, exigiéndole unos
recortes de nada menos que de 9.000 millones de euros, que
desmantelarían todavía más el ya muy subfinanciado Estado del Bienestar
español. España es uno de los países con un gasto público social por
habitante en sanidad, en educación, en escuelas de infancia, en
servicios domiciliarios, en vivienda social, en servicios sociales y un
largo etcétera, más bajos de la UE-15.
Pero tal personaje ha puesto como
prioridad de su labor el que se gaste incluso menos, pues según él, el
déficit público de España es hoy el problema mayor que tiene este país,
punto de vista que, por cierto, es ampliamente sostenido por la mayoría
de economistas neoliberales que tienen gran proyección mediática en los
medios de información y persuasión españoles (incluyendo los catalanes).
¿Quién es este personaje, el Sr. Dijsselbloem?
Lo que no se conoce –porque
no se ha publicado en ninguno de los mayores medios de información- es
quién es este señor. Dicho personaje ha jugado un papel clave en
convertir Holanda en un paraíso fiscal en el que las mayores empresas
europeas (incluyendo españolas) y norteamericanas evitan pagar sus
impuestos en los países donde se realiza la producción, la distribución o
el consumo de sus productos. La política impositiva de tal país está
diseñada para atraer a compañías multinacionales que establecen su sede
en Holanda. Las ventajas fiscales y subsidios públicos, así como su
tratamiento sumamente favorable a las rentas del capital, son bien
conocidos en el mundo financiero y empresarial.
Ello explica que haya muchas compañías que establezcan su sede en Holanda (desde la compañía minera canadiense Gold Eldorado a la estadounidense Starbucks,
la lista es enorme). En realidad, algunas de estas compañías solo
tienen en Holanda una dirección postal, sin edificio siquiera, como es
el caso de los grupos musicales Rolling Stones o U2, del Sr.
Bono, que se ha hecho famoso y rico a base de supuestamente defender a
los pobres del mundo (ver el artículo de David Hollanders “What Europe
Needs to Know About The Dutch Tax Haven”, Social Europe Journal,
05.01.16). Muchos de los beneficios fiscales y subsidios, así como las
transacciones financieras no son públicos, e incluso miembros del
Parlamento holandés no tienen acceso a esa información.
Es sorprendente que
Holanda, sin embargo, no aparezca en la lista de paraísos fiscales. Y
ello se debe a la activa movilización de la coalición gobernante en
Holanda, formada por el partido socialdemócrata, al cual pertenece el
Ministro de Finanzas, el Sr. Dijsselbloem, dirigiendo la política
económica y financiera del país, y el partido radical de derechas, que
aprobaron una ley en el año 2013 en la que se indicaba que Holanda no
era un paraíso fiscal, por mucho que se le pareciera. El gobierno
prácticamente prohibió el uso de tal término, lo cual no fue un
obstáculo para que el gobierno holandés haya apoyado la realización de
seminarios para empresarios extranjeros (realizados en el extranjero, el
último en Ucrania) para enseñarles cómo evitar pagar impuestos en
Holanda.
Como bien indica David Hollanders, Holanda es un ejemplo de
libro de texto de lo que es un paraíso fiscal. Como muestra tal autor,
hay 12.000 empresas (que manejan un total de 4 billones de euros) que
tienen una sede postal en Holanda, que incluyen el 80% de las cien
empresas más grandes del mundo y el 48% de las mayores compañías que
aparecen en la revista Fortune. Entre tales empresas con sede postal en
Holanda hay empresas portuguesas, españolas (como la empresa que se
benefició de la privatización de la empresa pública Aigües Ter Llobregat por la Generalitat de Catalunya – ver “Tots els camins porten a Holanda”, El Triangle,
23.12.15), griegas y otras, lo cual implica que Grecia, España,
Portugal y otros países dejan de ingresar impuestos (millones y millones
de euros) a las arcas del Estado debido a las políticas aprobadas por
el gobierno holandés, del cual el Sr. Dijsselbloem es uno de los mayores
responsables y arquitectos, el mismo personaje que acusa a Grecia y a
España de tener excesivos déficits públicos, déficits públicos que no
existirían si las grandes empresas pagaran los impuestos que tendrían
que pagar si no tuvieran sus sedes fuera del país, incluyendo Holanda,
situación favorecida y facilitada por tal señor.
Se sabe que el Sr.
Jean-Claude Juncker, hoy Presidente de la Comisión Europea, es otro
personaje que hacía lo mismo cuando era Presidente y Ministro de
Finanzas de Luxemburgo, otro paraíso fiscal donde un gran número de
empresas internacionales, incluyendo españolas, tienen su sede. El Sr.
Jean-Claude Juncker es también de los que presiona por todos los medios
para que se apliquen las políticas de austeridad en Grecia y en España.
Pero no se sabía tanto de este otro personaje, el Sr. Dijsselbloem. El
cinismo y la indecencia, por no decir falta de ética, de tales
personajes alcanzan ya niveles sin precedentes. Y esta es la Europa a la
que se nos pide que pertenezcamos.