Quiero
compartir aquí un espectacular artículo de Marat que pone los puntos
sobre las íes en temas candentes y extremadamente importantes de la
actualidad, como las que resaltamos a continuación.
Antes, he de señalar que aunque el artículo parte del análisis del
atentado de París, a mí lo que más me parece reseñable es la
descripición de la "izquierda idiotizada", posmoderna, que agita la
bandera de la estupidez y, por lo tanto, también del fanatismo (una cosa
va unida siempre a la otra) por las redes sociales o, por supuesto,
también en los parlamentos del mundo "civilizado").
En este sentido, y en primer lugar, Marat nos habla sobre la
degeneración de la izquierda, incluyendo a muchos que se autoconsideran a
sí mismos comunistas y que se dedican a repetir topicos pseudomísticos y
emotivos sobre la realidad en vez de analizarla a traves del
materialismo historico y cientifico marxista; como consecuencia de lo
anterior, el posmodernismo que la caracteriza y que fomenta la
estulticia y la tendencia a explicar el mundo a través de
conspiraciones, y las consiguientes interpretaciones superficiales y
pseudoreligiosas sobre la economia o la politica.
Por ejemplo, el análisis del todo ridículo sobre el papel de Rusia y
Putin como los "buenos de la película" en el evidente conflicto
interimperialista (muchos que se dicen "comunistas" hoy están embebidos
en la cultura hollywoodiense y no hacen nada para zafarse de ella,
sintiéndos como pez en el agua en un mundo dividido entre buenos y malos
cinéfilo), el constante recurso gratuito al "inmediato" e inevitable
estallido de una tercera guerra mundial, que parece incluso deseada
(como si no hubiera sido igual de "fácil" que esta estallara durante
cuatro décadas de Guerra Fria, o la toma subjetiva de partido por uno de
los bandos a pesar de su carácter reaccionario, su fundamentalismo
religioso (y no solo referido al islamismo) y su esencia contradictoria
con todo lo que un comunista ha de buscar con su acción cotidiana: la
emancipacion economica frente a toda explotacion, la construcción de una
sociedad sin necesidad de dioses o amos y la convicción de que la
cultura, la autosuperación, y la lucha de clases son las formas de
acercarse a ello.
Por último, Marat señala que, además de que es cierto que los
terroristas están armados y financiados por occidente, no hay que
olvidar que en la base de que un hombre sea capaz de matar a 200, con
una bomba o desde un avión, está esa misma estupidez que siempre es la
madre del fanatismo, ignorancia que permite que muchos todavía sigan
creyendo en dioses, patrias o fetiches para beneficio de la clase social
que les explota y les utiliza para sus propios fines políticos y
económicos.
A continuación, se puede leer el excelente artículo al completo, con
algunos subrayados propios de las ideas que me parecen más resaltables.
Lo que me ha parecido esencial, sin duda, es esa llamada que hace el
camarada a qué los comunistas han de leer, han de estudiar, tienen que
conocer qué es el marxismo, comprenderlo, digerirlo y aplicarlo, tienen
que ser autocríticos y autoexigentes con sus principios, conocimientos y
acciones, y no dejarse llevar por interpretaciones fáciles y cómodas
que no les exigen más que leer los titulares en la prensa "alternativa" o
en facebook para sentirse capace de concluir una verdad absoluta (que,
como recuerda Marat, y esto deberia ser evidente para todo aquel que se
diga marxista, no existe en un mundo de fenómenos en constante cambio
histórico, como tampoco hay ningún dios, llamese Alá, Jesucristo, Buda,
Tio Sam o Vladimir Putin).
Esa idiotización, junto con las prácticas de renuncia permanente de sus
aparatos, es la que me hace sentirme más y más alejado cada día de ese
mundo que se reivindica tal.
Tranquilos, no me he hecho de Podemos ni de Ciudadanos. Quienes me
conocen saben de qué pie cojeo. Estoy absolutamente convencido de que la
derecha existe y opera -¡vaya si opera!-, lo
que no creo es que exista ya la izquierda, salvo la sistémica, que sólo
en campaña alude a algún término de sus raíces, entreverada de todo un
neolenguaje que no proviene de su cosecha sino de la del liberalismo más
o menos declarado: ciudadanos (de tanto llamarles, les
hicieron partido), bien común, pobres y ricos (escondiendo el origen de
la riqueza y de la pobreza en la explotación y en la propiedad privada
de los medios de producción), etc., etc.
Sencillamente, como comunista, creo que ese magma en descomposición que
se autodenomina izquierda cada vez tiene menos que ver conmigo.
Creo firmemente que los mundos de lo
que aún se llama la izquierda y los de los comunistas, que buscamos la
reconstrucción del discurso emancipador en toda su necesaria
radicalidad. se van separando irremediable y necesariamente.
Si
algo ha caracterizado al pensamiento marxista ha sido el intento de
explicar mediante el método y el análisis la realidad para
transformarla. Cuando no ha sido así, cuando el discurso y el
análisis se han “despistado” por ciertos derroteros, se ha caído en la
estupidez, en la reducción al absurdo, o directamente en el disparate
más ridículo.
Y hablo de pensamiento marxista porque a la altura casi del 2016 y de
una crisis capitalista que, lejos de superarse, vuelve sobre sí misma
con renovados bríos -esperemos nuevas vueltas de tuerca en Europa; muy
pronto-, no veo que pueda existir otra posición crítica de raíz contra
el capital que la que contemple acabar con este sistema de dominación,
explotación y locura para construir una sociedad socialista. Y eso,
quiéranlo o no, pasa por el marxismo.
Desafortunadamente, dos fenómenos históricos -la ausencia de
extraordinarios pensadores marxistas, tras Marx, Engels, Rosa Luxemburgo
y Lenin y el alejamiento del horizonte de la ola revolucionaria tras la
revolución sandinista, que coincidiría con la contrarrevolución
ultraliberal mundial- traerían por mucho tiempo un largo período de
sequía intelectual y de acción en el campo marxista, golpeado duramente
después por el fin del experimento soviético.
A partir de ahí, toda una involución política habría de sucederse en lo
que se ha llamado “la izquierda”. La socialdemocracia se hizo
social-liberal, los comunistas se convirtieron en socialdemócratas
(perdón, eurocomunistas), renunciando en Europa a ser tales y hablando
de sí mismos como “la izquierda” (PIE, Die Linke, IU y demás
congéneres). Para ellos, el Estado dejó de tener una naturaleza de clase
y pasaron a contemplarlo como un aparato neutral, la lucha de clases se
quedó en sindicalismo de concertación, mesa y mantel con la patronal y
buena parte de los trotskistas se apuntaron al cumbayá antiglobalización
y comeflores.
No quiero juzgar estos hechos desde términos simplistas como traición o
engaño. No niego que estos existan pero es una simpleza de mentes
perezosas explicar la historia sólo en base a estos argumentos. Lo que
sucedió es que faltó nervio en el pensamiento, que se fue refugiando
cada vez más en la academia, y en pensadores de menguante talla en cada
generación, sobraron kilos de grasa y aburguesamiento en las
“aristocracias obreras”, se desconectó teoría de una praxis enormemente
difícil y el capitalismo ganó la batalla ideológica a través de un
modelo de “libertad e igualdad” referenciados en el acceso al consumo de
masas de las clases trabajadoras.
Ahí es cuando la izquierda definitivamente se jodió. Para cuando quiso
reaccionar a la llegada de una crisis capitalista, incapaz de distinguir
el culo de las témporas, acabo por meterse en toda una serie de
fregados ajenos a su pensamiento: que si el crudivorismo, que si el
animalismo, que si el “especismo” y otros tontismos que les compró a los
neopijos de clase media, que la transversalidad y el inclusivismo con
esa pequeña y mediana burguesías que también explotan a la clase
trabajadora, a la que incluyeron en su rollo del 99% atacado por un
único 1% de capitalistas (el INE da bastantes más pero ellos les
llamarían “compis”), que si “no es una crisis, es una estafa”, con la
que deducimos que si no hubiera habido estafa en una crisis que SI
existe, el capitalismo sería guay para esta gente, que sí…tanta basura
ideológica.
En el fondo no es otra cosa que la
caída de esas izquierdas en los reaccionarios brazos de la
postmodernidad. Dentro del pensamiento postmoderno, la creación
permanente de teorías conspirativas para explicar la realidad de las
grandes cuestiones económicas, sociales, políticas es un rasgo
distintivo.
En esto sí que la cosa es transversal, el conspiracionismo es una visión
de los fenómenos que afectan a lo colectivo al que son muy aficionados
tanto un sector de las “izquierdas” moñas, new age y amantes del sándalo
-básicamente las que se identificaban con el 15Mayismo del “No es una
crisis, es una estafa”, como las aparentemente más hard.
Entre los primeros tenemos a los que buscan símbolos de los Illuminati
en los billetes de dólar, los obsesionados con las oscuras y secretas
-¡¡¡¡uuuuuuuuuuhhhh!!!- reuniones del Club Bilderberg, tan del gusto de
Iker Jiménez, el calvito exaltado Enrique de Vicente y el chiflado
profeta de los chemtrails, Rafapal. Como si no existieran ya los G-20,
los G-8, las Cumbres de Davos y 100 reuniones capitalistas mundiales
más, bastante públicas y publicadas y como si el capitalismo temiera la
reacción de la población mundial ante cualquiera de los designios a los
que pueda condenar a la humanidad, cuando es sabido que ésta se traga
una trirreme romana con los galeotes en pie y los remos, con su paletada
de mierda en ellos, en punta.
A
estas alturas, con la indiferencia, el individualismo, el egoísmo y el
narcisismo de cada sujeto, unidos al aborregamiento colectivo, producto
de la sobreexposición informativa/performativa tanto de los medios de
embrutecimiento colectivo como de los de cada chalado que cree tener
algo que decir, apenas son necesarias las conspiraciones. No
digo que no las haya, las he denunciado cuando he creído que así era
pero no son ni tantas ni tan delirantes.
Hoy basta con desinformar o
mentir al estilo del borracho y anormal hijo de George Bush senior: “De
acuerdo con las resoluciones 678 y 687, ambas aún vigentes, Estados
Unidos y nuestros aliados estamos autorizados parar utilizar la fuerza y
despojar a Irak de armas de destrucción masiva”.
Distingamos entre una conspiración y una mentira porque, si no lo
hacemos, hasta lo del “Luis sé fuerte” acabará por parecernos una
conspiración contra Marianico.
Tenemos también a otros más hard en su crítica al imperialismo desde la
conspiranoia, lo que consigue el efecto de desactivar aquella cuando más
necesario es su ejercicio contra esta forma criminal de dominación
sobre los pueblos y sus clases populares.
Aún colean afirmaciones de que el 11-S fue un autoatentado (ni el mago
David Coperfield habría logrado un efecto de desaparición tan
descomunal), que si las torres cayeron así o asao, que si los aviones,
que si…Tras la anterior, vino la insinuación, afirmación en muchos
casos, de que lo de Charlie Hebdo también lo fue, ahora algunos insinúan
y afirman que el atentado del pasado viernes 13 en París también lo
era. Y todo porque unen una acción a una reacción y porque ha aparecido
el pasaporte de uno de los terroristas. Pero de las 3 que acabo de citar
sólo hubo reacción directa tras el atentado de las Torres Gemelas, con
la invasión de Afganistán, porque después del atentado de Charlie Hebdo
no hubo reacción directa ni inmediata sino que los países imperialistas
(USA, la propia Francia, sus títeres de Arabia Saudí, Israel y Turquía)
han seguido entrenando y alimentando a la bestia islamofascista, sí
islamofascista, con todas sus letras, de Al Nusra y del Daesh (ISIS).
Incluso los supuestos bombardeos de países de la OTAN, con USA al
frente, contra los terroristas han sido de rechifla. Lo han reconocido
hasta muchos de sus voceros mediáticos, aunque disfrazándolo en un
cuestionamiento de su eficacia. Ha sido tan evidente que no han hecho
nada que la simple intervención de Rusia sólo por aire ha cambiado el
curso de la guerra en Siria.
Y está por ver que puedan plantearse
dividir el país o derribar al legítimo gobierno sirio, con una
intervención que pudiera venir “justificada” por ese supuesto
autoatentado en Francia cuando dicho gobierno cuenta con el apoyo de
Rusia y de Irán. En esa situación Estados Unidos y la OTAN podrían
enfrentarse a una III G.M. cuyas consecuencias serían ser terribles
también para sus propios Estados. ¿O nos hemos olvidado ya de
las armas nucleares? ¿Alguien cree de verdad, sensatamente, que en la
locura de enfrentamiento entre Rusia y USA, sus presidentes serían
capaces de renunciar al armamento nuclear? ¿Son ustedes conscientes de
lo que significaría una escalada de tal calibre en la que Rusia contaría
con el apoyo de China? ¿De verdad
creen que por muy criminal que sea el imperialismo USA es tan estúpido
de correr el riesgo de ser destruido? Francia, Estados Unidos y muy
probablemente la OTAN incrementarán su intervención en Siria pero sin
colisionar militarmente con Rusia, sino muy probablemente teniendo que
coordinarse, por mucho que no quieran, con ésta.
De hecho, el atentado de Daesh refuerza la posición rusa en ayuda del
gobierno sirio porque evidencia que es el único que hasta ahora les ha
combatido y demuestra a gran parte de las opiniones públicas del mundo
que USA y la OTAN no han hecho nada para combatirles, aunque la mayoría
ignore que les han armado y financiado.
En cualquier caso, esto no debe hacernos olvidar una cuestión que desde
cierta posición de “izquierda” conspiracionista se ignora. Hoy Rusia
juegue un papel de progreso, y hay que decirlo con claridad y sin rodeo
alguno, en apoyo del pueblo sirio y de su gobierno contra el terrorismo
criminal. Pero
lo que se dirime en el
tablero de Oriente Medio son también las contradicciones
interimperialistas porque no hay sólo un imperialismo (el de USA y sus
adláteres de la OTAN) sino también el de Rusia (un país capitalista
dirigido por una oligarquía económica), que busca proteger sus fronteras
orientales del islamismo más fanático, incrementar su influencia en esa
zona de Asia y asegurar su salida al Mar Negro a través del puerto de
Tartus. Les recomiendo a quienes mis afirmaciones les hayan escandalizado que lean
la posición del Partido Comunista de Grecia (KKE) al respecto.
Saben ustedes lo que significa su afirmación de que todo es conspiración
del imperialismo? Una postura absolutamente reaccionaria porque supone
afirmar que el capitalismo lo controla todo, que no puede ser golpeado
más que por sí mismo y desde dentro. Es reificar (tómese la expresión en
términos marxistas) el poder del Estado capitalista hasta límites
insospechados. Desde luego repudio el terrorismo como instrumento de
acción que golpea sobre inocentes, a menos que neguemos tal condición a
los parisinos porque muchos hipócritas se la niegan al sufrido pueblo
sirio, pero de eso a pretender que el capitalismo y el imperialismo han
cerrado todas las salidas es un absurdo, y un acto de enamoramiento
tácito de su fuerza.
Lo que ha ocurrido simplemente, y con todo el respeto y afecto hacia las
víctimas, es que los monstruos del Daesh conocían bien el país sobre el
que atentaban, porque “Marsellesas” saliendo del campo de fútbol
aparte, saben que los franceses son un pueblo que sostiene con
dificultad su heroísmo, como demostró su lamentable papel durante la
ocupación nazi en la II G.M. Han golpeado a los más débiles en su
psicología colectiva como pueblo, de entre aquellos que alardeaban de
bombardearlos (mucho daño no les habían hecho hasta el momento),
sabiendo que serían mucho más impresionables que los británicos, por
nombrar otro país europeo. Y de paso, han demostrado que aún mantienen
una alta capacidad de atentar con una precisión propia de profesionales.
No quiero cerrar este texto sin referirme a la segunda cuestión de lo
que entiendo como idiotización de la “izquierda” en el contexto de los
gravísimos atentados de París.
El discurso del “cuidado con la islamofobia” y de negar que la religión
tenga un peso concreto, desde luego no el principal, en mi opinión, en
los conflictos del terrorismo yihadista es tan estúpido como afirmar que
el yihadismo y lo que los sectores más radicalizados del mismo
entienden por yihad no tiene sus raíces en la religión islámica o que
son falsos islamistas o yihadistas.
No, no señores, no se trata de
islamofobia sino de reconocer el componente identitario y cultural que
para muchos jóvenes de países europeos, hijos de inmigrantes que viven
en barrios marginales, desarraigados, sin salidas profesionales de
futuro, con choques culturales entre la comunidad de origen de sus
padres y la de su nacimiento, representan determinadas corrientes del
islam que dan salida a su rabia y a su frustración, que les fanatizan y
que les llevan a situar al otro, al que no pertenece a su identidad,
como alguien que merece morir. ¿Acaso no se parece ese odio
al otro a lo que en su día practicaron los cristianos en las cruzadas,
acaso no es lo que practica el sionismo y sus ramas más radicales con
los jóvenes palestinos? ¿Acaso USA no tiene en sus monedas, en sus
billetes y hasta en su himno nacional la expresión “in god we trust” (en
dios confiamos)? ¿Acaso los ejércitos no tienen a sus clérigos que
bendicen a sus soldados para que maten mejor? ¿Acaso la iglesia católica
española no se puso de lado de los sublevados contra un gobierno
legítimo? ¿Acaso Pio XI no bendijo los cañones italianos que partían
para la guerra de Abisinia, tras considerar a Mussolini como “un hombre
de la Providencia”? ¿Es que lo que vale para condenar unos
fundamentalismos no ha de valer para otros? ¿Hay un “opio del pueblo”
mejor que otro? Aclárenmelo, señores de cierta “izquierda” porque yo de
ese no quiero tomar, ni del de la Biblia, ni del de la Torá, ni del de
El Corán.
Hoy el
mundo sufre una involución fanática, anticientífica, iluminista en
palabras de Adorno, se medievaliza rápidamente en lo moral mientras en
lo científico se deshumaniza a marchas forzadas. Volvemos al pensamiento
mágico, a la superstición religiosa, a la intolerancia con el que no
comulga con las estupideces criminales de los clérigos, me da igual de
la religión que sean.
Sí, se que me dirán que hay versiones del islamismo tolerantes pero ninguna religión que afirme que hay un dios por encima del ser humano me parece otra cosa que barbarie,
la misma barbarie que enseña en las escuelas o en las sinagogas o en
las madrasas que el hombre viene del barro, que sostiene teorías
creacionistas o la más moderna del diseño inteligente. Y no, no soy un
anticlerical, aunque a alguno se lo parezca. Me limito a ser un ateo que
exige que la religión no salga de las iglesias, deje de invadir
aspectos de la vida colectiva y que el Estado sea laico, no meramente
aconfesional.
En definitiva, que el atentado ha sido realizado por aquellos que han
sido armados por los países imperialistas de la OTAN, por la satrapía
criminal de Arabia Saudí y, a partes similares, por los Estados
semiteocráticos de Israel y de Turquía. Pero los jóvenes fanatizados del
Daesh y de Al Nusra martirizan y aceptan el martirio en nombre de su
dios, más o menos como vienen haciendo o hicieron los que tienen otros
idolillos inventados.
Señores de la “izquierda”, émulos de Roger Garaudy, el intelectual
marxista que primero se convirtió al catolicismo y luego se hizo
islamista, dejen de hacer el canelo,
abandonen su pereza intelectual y pregúntense qué hacer para que las
ideas laicas, de progreso, de avance social y de revolución emancipadora
del ser humano no continúen retrocediendo y los hombres, mujeres y
jóvenes encuentren una esperanza humanista, sin dioses ni ridículos
fetiches que les alienan y esclavizan.
Para empezar, dejen de involucionar ustedes mismos hacia la defensa de
la reacción bajo la disculpa de no satanizar al islam porque mundo árabe
no tiene porque ser lo mismo que musulmán. De hecho, en otras épocas no
lo ha sido. Vuelvan a sus principios laicos y dejen de decir tonterías.
No sea que acaben por comportarse como los imperialistas que
combatieron a los gobiernos laicos y progresistas del mundo árabe como
parte de su lucha contra el comunismo. Por paradoja también se hace el
imbécil.
¿O es que a algunos se les ha olvidado ya la relación entre la base
material (infraestructura) sobre la que se edifican las sociedades y las
ideologías (superestructura) que las justifican?
Creo que muchos necesitan un curso acelerado de marxismo porque, lo que hasta ahora conocen de él, no es ni siquiera el de Groucho sino el más desbocado de Harpo".