jueves, 4 de septiembre de 2014

Economía africana: Otra víctima del ébola

Cira Rodríguez César.-- La economía de África Occidental, afectada por la epidemia de ébola, es considerada ya por sus nefastos efectos, otra de sus importantes víctimas por truncar el crecimiento y prometedores proyectos en una región marcada por el atraso y la pobreza.

El presidente del Banco Africano de Desarrollo (BAD), Donald Kaberuka, afirmó recientemente que el ébola drena los recursos presupuestarios y recorta en el cuatro por ciento el desempeño de la región, a causa de la salida de inversionistas y empresarios extranjeros y proyectos cancelados.

También alertó sobre la caída de los ingresos, niveles de divisas, cierre de mercados y suspensión de viajes aéreos, lo cual aísla a África Occidental al sufrir las restricciones impuestas por las empresas de transporte que acentúan las dificultades económicas de las naciones vecinas.

Kaberuka explicó que las cifras de retroceso del Producto Interno Bruto (PIB) oscilan entre uno y cuatro por ciento, algo que significa mucho para un país con un crecimiento de seis mil millones de dólares.

Sobre las afectaciones comentó que Caterpillar ya sacó a un grupo de empleados de Liberia, Canadian Overseas Petroleum Ltd. suspendió un proyecto de perforación, British Airways canceló vuelos a la región y ExxonMobil y Chevron esperan ver si las autoridades de salud pueden contener el peligro.

El alto funcionario del BAD significó que Liberia, Sierra Leona, Guinea y Costa de Marfil, comenzaban a salir de años de crisis y de las guerras civiles cuando aparecieron los primeros brotes del ébola.

En el caso de Liberia la seguridad de alimentos está en peligro, pues la enfermedad amenaza las cosechas, ya que, si las personas no pueden ocuparse de la agricultura, habrá una crisis alimentaria, por lo que esa entidad bancaria acordó una ayuda de 60 millones de dólares a los países afectados por el ébola.

Algunos anuncios ya son preocupantes como el del viceministro de Recursos Minerales de Sierra Leona, Abdul Ignosis Koroma, al advertir que el ébola impediría al país lograr su meta de exportar 200 millones de dólares en diamantes este año, meta superior a los 186 millones del 2013.

De acuerdo con la agencia de calificación de riesgos Moody's, las consecuencias económicas del brote de ébola en los países de África Occidental pueden ser significativas y agravarse, de extenderse en Nigeria.

Si la enfermedad aparece en Lagos, la ciudad nigeriana más poblada, serán afectados fuertemente los sectores del petróleo, el gas y la minería, por ser los de mayor porcentaje dentro del PIB del occidente africano, según los pronósticos de esa entidad.

La advertencia de Moody's plantea que de ocurrir una expansión de esa epidemia, las empresas internacionales podrían evacuar a su personal, lo que provocaría una reducción significativa en la producción de petróleo y un rápido deterioro económico.

Moody's significó que las economías de estos países se resienten también por el incremento de los gastos sanitarios para afrontar el ébola, como en el caso de Liberia que, de acuerdo con su ministro de Finanzas, Amara Konneh, se han destinado 12 millones de dólares en el segundo trimestre para esta contingencia.

De acuerdo con el titular liberiano, esa cifra equivale al dos por ciento del presupuesto anual de su país, gasto que se incrementará en los próximos meses y que aumentará el déficit presupuestario en los casos de Sierra Leona y Guinea

Los cuatro países afectados por el virus ya decretaron el estado de emergencia ante el aumento de los casos de contagio, y la Organización Mundial de Salud (OMS) también clasificó el brote como una emergencia pública sanitaria de alcance internacional.

El representante de la OMS, Pierre Mpele Kilebou, indicó que desde que la enfermedad fue identificada en marzo pasado se han registrado mil 975 casos confirmados, probables y supuestos en Guinea Conakry, Liberia, Sierra Leona y Nigeria.

También alertó que se necesita un extra de 100 millones de dólares para hacer frente al peor brote de ese virus que azota a cuatro países de África Occidental.

El funcionario llamó a tomar las precauciones necesarias ante la enfermedad y evitar el pánico y la psicosis, que podrían implicar medidas perjudiciales a largo plazo para toda África.

El mayor problema al que se enfrenta la economía de esa región africana, es que tome mucho tiempo erradicar este brote del virus y generar confianza a los inversionistas extranjeros de que es seguro retornar a las operaciones en el territorio.

Dentro del mayor grupo de inversionistas extranjeros, figuran las empresas procedentes de China, las cuales aseguran que ya han adoptado las precauciones necesarias para prevenir el desarrollo de la enfermedad dentro de sus empleados.

Para muchos extranjeros las costumbres tradicionales, y la pobreza extrema que rodea a la región, son los mayores obstáculos que afrontan las autoridades sanitarias y la cooperación internacional, pero sin duda esta experiencia dejara graves secuelas en la ya frágil economía africana.

Reto sanitario y económico

En la misma medida que avanza el ébola también lo hacen sus implicaciones para el comercio, comunicaciones, alimentos y víveres, la producción de distintas compañías como la petrolera, al tiempo que representa un gasto significativo en las finanzas públicas que, también, han presentado una baja recaudación fiscal.

África Occidental enfrenta un gran reto sanitario, mientras la pobreza impulsa el riesgo de contagio o la dificultad de tratamiento.

Sería muy pertinente que los responsables de políticas en los países afectados consideren los siguientes datos: el gasto per cápita en salud en la mayoría de los países abatidos por la enfermedad no rebasa los 100 dólares al año, los servicios de salud presentan condiciones precarias (un médico por cada 50 mil habitantes) o están lejos de una cobertura básica

A ello se suma que al momento que Médicos sin Fronteras declara que "simplemente no puede hacer más", comenzó la ayuda internacional, pero ¿cuánto durará?

En los últimos años, África Occidental ha presentado un crecimiento económico significativo, pues industrias como la petrolera, la minera y la agrícola han tenido un gran desarrollo.

Pero la desigualdad es un tema vigente cuando tres de los cuatro países afectados se encuentran entre los países más pobres del mundo de acuerdo con el Índice de Pobreza Multidimensional.

Problemas de infraestructura, servicios, capital humano, distribución de ingresos y pobreza extrema están acentuando de manera significativa la epidemia.

El fondo de la OMS para crisis epidemiológicas se redujo el 35 por ciento en 2010, por lo que su capacidad de apoyo se ha visto limitada, y aunque algunos organismos proporcionan apoyo y cooperación, la capacidad de respuesta de los países es cuestionada al igual que la asistencia internacional.

De ahí que el ébola no solo le pasará la cuenta a la población infestada y a la expuesta al contagio, sino también a la economía de sus respectivas naciones con serias implicaciones para todo el continente.

PL 
 
 
 

EL E.I.L.L. Y LA HIPOCRESÍA OCCIDENTAL



Reagan recibe a yihadistas afganos en la Casa Blanca. Eran los tiempos
en que la Guerra Fría lo justificaba todo.

El siguiente artículo denuncia la desvergonzada manera en que E.E.U.U. y Occidente han jugado a aprendices de brujo en el conflicto de Oriente Medio, creando un "Frankenstein" yihyadista que han usado hasta que -se nos dice- se ha vuelto contra sus creadores. Un análisis que, una vez más, nunca aparecerá en los medios de manipulación de masas que dicen llamarse "de comunicación".




Si hay algo que detesto profundamente, es que me traten de tomar el pelo y de manipular. Sincerándome con el lector, estoy sintiendo verdadera vergüenza con las noticias que llegan de Irak y sobre las atrocidades de ISIS en Irak. Y no porque no me preocupen, puesto que quien escribe lleva ya tres años sintiendo verdadero horror ante las imágenes, vídeos y noticias que, a través de los canales alternativos (Redes Sociales, diarios de izquierda como Diario Octubre, u otras fuentes como TeleSur o RT) llegan sobre Siria. Lo que me produce verdadero asco ha sido que durante dos años se hayan ocultado deliberadamente las masacres cometidas por ISIS y sus antecesores. Por los yihadistas de Al-Nusra que luchaban en la guerra civil siria contra el Gobierno sirio. Y lo que es, sin duda, más grave. Que tanto ISIS como los yihadistas sirios, no solo hayan sido blanqueados ante la opinión pública occidental, sino que se les ha suministrado dinero y armas, directa o indirectamente, por parte de EEUU y con la complicidad occidental.



Quizá muchos de los que lean esto, si no acostumbran a leer medios diferentes a los occidentales, puedan estar incluso pensando que soy un frívolo al afirmarlo. Les aseguro que no lo es, y prueba de ello, será la enorme cantidad de fuentes, e incluso fuentes occidentales, que demuestran que lo que durante más de tres años se ha llamado en todas las televisiones españolas y occidentales, y en medios de prensa como EL PAÍS, Público, EL MUNDO, ABC o LA RAZÓN, sin ninguna ética y sin ningún descaro, REBELDES de la OPOSICIÓN SIRIA eran, ni más ni menos, en una importantísima proporción, no solo YIHADISTAS, sino el grueso de las tropas que ahora encabezan el ISIS que masacra cristianos, irakies, sirios y todo lo que se le ponga por delante.




Tenemos que remontarnos a 2011, cuando estallan las revoluciones árabes, que en Siria y Libia, se transformaron en guerra civil. De la misma forma que pasó en Libia, en Siria estalló una revuelta que fue reprimida por el Gobierno sirio. En todos los medios se afirmó que pacíficos manifestantes eran asesinados, pero rápidamente aparecen fotos de esos "pacíficos manifestantes" con armamento. La oposición la conformaban varios grupos, pero dado el estallido de la guerra, cada vez pasaron a tener más peso los islamistas y yihadistas, los que tenían la opción de captar combatientes de otros lugares. Corría el año 2012 y ya algunos analistas españoles ponían el grito en el cielo ante el liderazgo de la "revuelta siria" por parte de los islamistas.




A pesar del conocimiento que se tenía del peso y la fuerza que adquirían desde nada más estallar la guerra, de los yihadistas, los gobiernos occidentales no solo hacían caso omiso, sino que financiaban abiertamente a los rebeldes sirios, yihadistas incluidos, callando de forma cínica ante las matanzas indiscriminadas de civiles en diversos puntos del país. EEUU incluso envió apoyo militar a los rebeldes sirios de forma publicitada en 2013, animando a sus aliados a que hicieran lo mismo, según informaba la BBC. Llegando al extremo de difundirse como las armas y balas de Occidente para conseguir controlar Siria estaban cayendo sin problema en manos de yihadistas. Ante ello, los medios occidentales publicaron que EEUU dejaría de suministrar armas. Paripé de cara a la opinión pública que no evitaría que dos meses después el Congreso Americano aprobase en secreto el envio de nuevo de armamento y dinero a los rebeldes sirios, sabiendo como sabían que las armas caían en manos de ISIS y del Frente AlNursa, la sucursal de AlQaeda a la que financiaba alegremente Arabia Saudí. Incluso los rebeldes sirios obtuvieron el apoyo de Israel, a quien, curiosamente, ISIS no ha atacado en ningún momento, ni tampoco Al-Nusra, como si han hecho con tropas del Libano. En 2013 fue capturado un grupo de militares israelíes que estaban con los rebeldes sirios. Recordemos la enemistad entre Siria e Israel, que incluso ha bombardeado territorios sirios controlados por el Gobierno.






El supuesto líder del ISIS y su muy occidental gusto.
De hecho, el CFR, un Think Tank estadounidense bastante influyente, señalaba, sin tapujos, en 2012 "Los rebeldes sirios serían inmensamente más débiles hoy sin Al Qaeda en su filas. En general, los batallones del Ejército Libre Sirio están cansados, divididos, caóticos e inefectivos. Sintiéndose abandonados por occidente, las fuerzas rebeldes se están desmoralizando cada vez más mientras se enfrentan con el ejército profesional y superior armamento del régimen de Assad. Los luchadores de Al Qaeda, sin embargo, pueden ayudar a aumentar la moral. La influencia de los yihadistas trae disciplina, fervor religioso, experiencia en la batalla de Irak, financiación de los simpatizantes suníes en el Golfo, y lo más importante, resultados contundentes".



No se puede decir que los servicios de inteligencia occidentales hayan pecado de imbéciles, porque todos sabemos que no lo son. Sabían muy bien lo que hacían y les ha dado igual. Han preferido desestabilizar un país como Siria, con un gobierno que, pese a las críticas y sin ser tampoco la panacea -tampoco lo es EEUU-, respetaba las vidas de los cristianos, de las minorías y el peso de la religión era menor al de otros estados islámicos, y que es aliado de Rusia e Irán, sin importarles la forma de llevar a cabo dicho plan. Ya en 2012 en una entrevista a un diario inglés, el director de Inteligencia de EEUU, reconocía que los "aliados que tenemos en Siria no son precisamente la gente más recomendable", pese a lo cual, se les siguió financiando, armando y dando munición para que cometieran las masacres no solo que ahora nos muestra la TV, sino otras mucho más horribles, violándose todos los Derechos Humanos, y ante lo que han permanecidos callados tanto los Gobiernos de EEUU y Europa como los medios de comunicación occidentales y las dos ONG, Amnistía Internacional y HRW, quienes solo se dedicaban a denunciar los crímenes, a veces usando solo fuentes de opositores, que supuestamente cometía el Ejército Sirio, casi nunca los yihadistas ni los miembros del ELS





Ya en 2013, incluso algunos medios occidentales hablaban de los yihadistas de Al-Nusra como "los aliados de Obama en Siria", o que AlQaeda era ya dueña y señora de la revolución siria, algo que no era un secreto para quienes accediamos a medios alternativos y de contraste de noticias, mientras Antena3 o la Sexta y EL PAÍS seguían hablando de "EL RÉGIMEN DICTATORIAL de Siria" y los "REBELDES DE LA OPOSICIÓN".




Esos "rebeldes sirios", en 2012, estaban formados por gran cantidad de mercenarios yihadistas llegados de Europa, a cuyo tránsito jamás pusieron trabas los países occidentales hasta finales de 2013. En 2012, los rebeldes sirios iniciales del ELS, laicos o yihadistas moderados, perdían el peso, pese a que siempre eran los que salían en todas las noticias sobre el conflicto para no dar la imagen real de lo que estaba pasando en Siria: que el "bacalao" lo cortaban los islamistas. Tanto es así que uno de los jefes del Ejercito Libre de Siria, de la supuesta oposición moderada, era, ni más ni menos, que un ex dirigente de Al-Qaeda, noticia que salta a finales ya de 2011. Cortaban el bacalao, además de otras muchas cosas. Porque las imágenes que llegaban de allí, por medios alternativos eran espeluznantes. Los amigos de EEUU en Siria decapitaban a sacerdotes cristianos a cuchillo, hasta vaciar su cabeza, noticia que era silenciada durante varias semanas, y finalmente acababa en los medios occidentales, atribuyendo la atrocidad a "REBELDES de la OPOSICIÓN SIRIA". Ni rastro de la palabra yihadista ni islamista. El video puede ser desagradable, pero esto ocurría en 2013.





Atrocidades como estas eran diarias, llegaban cientos de videos que cualquiera de ustedes puede buscar en Redes Sociales o Blogs alternativos. No los encontrará en EL PAÍS o ABC. Ni cuando se comían el corazón como bestias salvajes en 2012 de un soldado sirio después de torturarlo hasta la muerte. Hasta tal punto llegaba la manipulación informativa que periodistas de El País o PH difundían bulos sin contrastar de los "opositores". Hasta el punto de tener la desvergüenza de dar la noticia de un atentado con coche bomba contra gente partidaria de Al-Assad (si, el coche bomba lo pusieron los amigos de Obama en Siria) que mató a varias personas en agosto de 2012 e indicar en la noticia que la culpabilidad correspondía al "régimen sirio". De todas formas, a algunos, despúes de las mentiras del diario español desde Ucrania, ya no nos pilla de sorpresa las mentiras del diario dependiente de Liberty, accionista de EL PAÍS.





El ISIS (EIIL en castellano), formado por islamistas que han ido tomando parte en los grupos islamistas más radicales de Siria, como el Frente Al-Nusra, segregado después de este, ha estado presente desde 2011, con otras formas -entonces se les conocía como la milicia de Al-Zarkawi o Estado Islámico-, en la guerra civil siria y en las masacres realizadas en ese país, como la matanza de cristianos en Adra, celebrada incluso. Sin la guerra civil siria, calentada y alimentada por Occidente, nada de lo que está pasando hubiera pasado ni estaría pasando. Pues, hasta ese momento, el ISIS, que entonces no era más que un grupo insurgente islamista, apenas controlaba territorio ni tenía gran capacidad de armamento.



De hecho, causa asco ver como a finales de 2013, EL PAÍS titulaba el asesinato por "error" de un lider rebelde de la siguiente manera "Rebeldes sirios piden disculpas por ejecutar a un aliado". De hecho, ya se habla en el texto del ISIS y de un llamaniento de gente del ISIS a aunar esfuerzos entre "rebeldes sirios" contra Al-Assad. Y hago esta apreciación porque por parte de muchos se pretende ahora reflotar el enfrentamiento posterior entre facciones de los "rebeldes sirios" como una muestra de que nada tuvieron que ver con el ISIS ni con Al-Nusra y sus distintas mutaciones.



Solo cuando el Estado Islámico empezó, a partir de abril, a poner en peligro los pozos petrolíferos en Irak, empezó, para sorpresa de muchos que llevabamos meses asombrados ante el silencio mediático en Occidente, a informarse sobre el ISIS, sobre su funcionamiento, qué era, incluso la presencia de un 80% de los extranjeros combatientes en Siria que han acabado en ISIS, como reconocía Europa Press en una nota en junio.



El escalofriante sueño de los "rebeldes".
Solo entonces, con un cinismo que causa vergüenza ajena, los medios occidentales como EL PAÍS o Antena 3, dejaban de hablar de "REBELDES SIRIOS" para empezar a emplear el término YIHADISTAS o TERRORISTAS. Solo un escueto artículo en febrero de EL PAÍS, sin apenas visitas, hablaba del ISIS. Eso sí, a partir de finales de mayo y junio, todos, todos los televidentes occidentales y consumidores occidentales de prensa, saben que es el ISIS o EIIL, preparando así el caldo de cultivo para poder intervenir, como pasó finalmente el pasado agosto, cuando EEUU bombardeó a los yihadistas que ha estado tres años alimentando.


¿Ha pasado a preocuparles los pobres cristianos y civiles musulmanes o kurdos que tienen que enfrentarse con esas bestias islamistas, que junto a los insignificantes miembros del ELS Sirio, han sembrado Siria con 100.000 cadáveres? ¿Y que les asesinan con armas enviadas sin escrúpulo alguno por EEUU, el Reino Unido y otras potencias occidentales? A la vista de los hechos, tras meses y meses silenciandolo e incluso mintiendo descaradamente, NO. La única preocupación ha sido el petróleo del norte de Irak. Los freedom fighters -nombre con el que EEUU llamaba en los años 80 a los islamistas que ponían bombas en el Afganistán comunista-, pasaban a sufrir una transformación como en un plató de aquel concurso de "Lluvia de Estrellas" y tras disiparse el humo y cruzar la frontera de Irak, los REBELDES SIRIOS se habían transformado en YIHADISTAS ASESINOS.



Como ya pasase en los años 80 y 90, la bestia que EEUU engordó en Afganistán y la que ha engordado en Siria, se lleva vidas humanas y destroza tesoros propiedad de la Humanidad. Y algunos no consentimos que se nos trate por imbéciles ni que se nos manipule. Tanto es así, que incluso un senador norteamericano, en programa de máxima audiencia de la CNN, ha llegado a afirmar que ISIS "ha sido nuestro aliado en Siria y ahora tenemos que luchar contra él en Irak por haberle ayudado".


 (Fuente: El blog de Julián)

 




“Podemos”, un fenómeno mediático que pretende ser político

Pablo Iglesias se dirige al público durante la presentación de la candidatura a la elecciones europeas Podemos. Foto: Jairo Vargas/ Público


Pablo Iglesias se dirige al público durante la presentación de la candidatura a la elecciones europeas Podemos. Iglesias es uno de los cinco diputados electos de Podemos, junto a la profesora y activista gaditana de la Marea Verde, Teresa Rodríguez; el exfiscal jefe anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo; la licenciada en ciencias políticas que actualmente trabaja como camarera, Lola Sánchez, y el investigador  con una discapacidad del 88%, Pablo Echenique.



Nunca antes una candidatura electoral tuvo que ser tan justificada. Nunca un candidato tuvo que explicar tanto por qué se presentaba a las elecciones, ni tuvo ningún nominado a candidato que convencer a sus posibles electores de que se autoproclamaba candidato aunque en realidad eran los electores quienes, aun sin saberlo, le proclamaban candidato. Nunca un aspirante a representante tuvo tantas veces que decir que no aspiraba a representar a quienes se negaban a ser representados aunque en el fondo sí representaba lo que ellos proclamaban. Ni tuvo que decir tantas veces que su propuesta era de unidad y participación. Ni hubo candidato a las elecciones europeas que “desde abajo y desde la izquierda” tuviera tanto apoyo desde arriba y desde la derecha, desde los medios masivos y desde los medios alternativos.



El “we can” español ha tambaleado de nuevo la convulsa vida social volviendo a colocar en el terreno de la contabilidad política el conflicto social. Este desenfoque, este tratar de embridar de nuevo al 15 M, es decir, tratar de encauzar el recalentamiento social que tan peligroso resulta para la institucionalidad se intentó ya en los primeros momentos del estallido social que significó el 15M.
Mayo del 2011 fue la peligrosa eclosión de la doble crisis que vive este país: la económica y la del sistema político. La primera, común al resto de Europa, no supone mayor peligro para el poder que la implementación de un nuevo ciclo de acumulación corrigiendo los desmanes –según las instancias económicas- del capital financiero, el reto está en conseguir la aceptación social combinando la represión y el control ideológico. Pero si el sistema político entra en crisis y si resulta incapaz de controlar el conflicto, entonces, empiezan a sonar las alarmas. Son esas mismas alarmas que empezaron a sonar a mediados de los años 70 cuando el modelo económico español daba muestras de agotamiento, la muerte del dictador y el conflicto social suponían un cierto peligro para la continuidad del régimen capitalista. Peligro cierto o mera posibilidad el capital no escatimó medidas preventivas.



Ahora, como entonces, el presente sólo puede leerse desde el pasado. Dice Bensaïd “quien no tiene memoria ni de derrotas ni de victorias pasadas tampoco tiene demasiado futuro. El puro “presente del grito” no construye una política” 1 Como entonces, este presente de continuos estallidos, de calmas tensas, de búsquedas de referentes, no constituye en sí mismo una propuesta política (de poder), ni es en sí mismo un proceso revolucionario, aunque lleve en su seno gérmenes revolucionarios y apunte a crear las condiciones subjetivas para la ruptura revolucionaria. Los gritos de estos últimos años (Prestige, No a la guerra, 15M, Stop desahucios, escraches, mareas verde, blanca, los mineros, las huelgas sectoriales, Gamonal) expresan resistencias con una potencialidad revolucionaria que no se está dando en ninguno de los países europeos, ni siquiera en los del sur –Grecia, Portugal, Italia- afectados en igual o mayor grado por el saqueo económico pero quizás menos marcados por la deslegitimación del sistema político. El 15M ha significado y significa la convergencia de las potencialidades presentes, la posibilidad de construcción de un sujeto político transformador, de ruptura con la institucionalidad del régimen, de momento sólo una posibilidad.



A mediados de los años setenta España vivió una encrucijada parecida. Entonces se planteó el dilema: ruptura o reforma. Del lado de la ruptura, consciente o inconscientemente, los jornaleros, los obreros explotados, los parados, los jóvenes sin futuro, la memoria de las víctimas del franquismo, los fusilados de las cunetas, los represaliados políticos… Del lado de la reforma, la clase política emergente, los nostálgicos resignados, las clases medias amenazadas, los obreros acomodados, los aspirantes a europeos, los intelectuales miedosos… Del lado de la ruptura, la memoria. Del lado de la reforma, el olvido.



Nuestra guerra civil fue un momento de excepcionalidad donde la explotación, la miseria, el hambre, pero también la conciencia de otro mundo posible construyeron el poder popular que se enfrentó al fascismo –el de dentro y el de fuera. No se fracasó, se sufrió la primera derrota del siglo XX, nuestra segunda derrota fue la Transición. A finales de los años 70, el miedo del poder a una posibilidad revolucionaria decantó el proceso hacia la reforma que llamaron la Transición española. Un producto que posteriormente tendría un alto valor de exportación. Todos los poderes, constituidos y constituyentes, se articularon en una estrategia común para conjurar la ruptura.



También entonces el conflicto social se daba en todos los ámbitos, en los centros de trabajo, en los barrios, en el campo, en la educación. La institucionalidad política, lastrada por el aparato franquista, se mostraba incapaz de reconducir el proceso. De ahí que, desde fuera y desde dentro, hubiera que favorecer y alimentar una “tercera vía”: un líder, una consigna vacía y un consenso. El régimen se travestiría, el miedo de los intelectuales –siempre con un pie en el estribo- los convertiría en bisagras de la reforma, las promesas europeistas alimentarían las esperanzas de bienestar, y la democratización del consumo sedaría los cuerpos y las mentes. Así se fraguó, desde el poder el centro de la UCD, luego el cambio del PSOE, después la democracia de todos los partidos.



En la coyuntura actual, tomando cierta distancia respecto de la retórica mediática. La propuesta de la plataforma Podemos, no se diferencia gran cosa de la propuesta normalizadoraque significó la Transición española. La diferencia más significativa es que las elecciones se han convertido en el instrumento normalizador, en el cauce adecuado para restaurar elorden, igualmente adecuado para una derecha sin legitimidad suficiente y para una izquierda aún asustada por la guerra civil. Ilustración de esta situación es la valoración tan positiva de la policía, según el barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), justo cuando aumenta la represión.



Desde el 2011 cuando el 15M visibiliza el resquebrajamiento de la legitimidad del sistema político (“lo llaman democracia y no lo es”, “no nos representan”) el régimen baraja distintas opciones de continuidad: a) la restauración autoritaria (aumento de la represión y el control social, silenciamiento de las protestas, estabilización del sistema económico, amedrentamiento de las clases medias, reforzamiento de la ultraderecha), b) un gran pacto de salvación nacional (acuerdos entre la clase política para garantizar la estabilidad económica) c) canalización y normalización de la protesta.




Los dos primeros escenarios no están teniendo ni los apoyos ni la fuerza suficiente, el primero encuentra rechazo en Europa, demasiado riesgo para la economía, el segundo carece de base social, el tercero está por testarse, todo dependerá del acierto en la elección de los personajes a promover, de la potencia de las consignas y de la fabricación del consenso necesario. Objetivamente, el “we can” español se inscribe en este tercer escenario. Evidentemente, nada de lo que aquí planteo es el resultado de ninguna conspiración, se trata sólo del resultado no intencional de acciones que sí son intencionales. Es la propia coyuntura la que favorece, la que genera la oportunidad, para el lanzamiento de una figura mediática que viabilice una opción consensuada. Se trata de una coyuntura distinta a la del 2009 cuando Izquierda Anticapitalista, escindida de Izquierda Unida (IU) no contaba con ninguna figura capaz de arrastrar el voto de la izquierda social que perdía IU; ahora parece haberla encontrado.



Medios de comunicación, liderazgo e institucionalización son las tres patas que tratan de estabilizar la “democracia” española, o lo que es igual, de legitimar el golpe autoritario que necesita la economía. Si el conflicto social no hace viable la relegitimación de los partidos políticos la opción más razonable –desde la perspectiva del poder- será la relegitimación del sistema por la vía electoral. Frente a la acumulación de poder que representa Gamonal, frente a la reapropiación de lo político o frente al conflicto transformador, la vía electoral de Podemos sería la opción más viable para la continuidad del régimen.


Un proceso revolucionario es una potencialidad que aspira a convertirse en probabilidad. En el camino se entreveran momentos de calma con estallidos sociales y ambos tributan al proceso de acumulación de poder. Pero también en estos momentos las fuerzas conservadoras hacen su trabajo. Desde el punto de vista del análisis político este me parece que es el momento que vivimos.
Mi abuela que era campesina, religiosa y de Valladolid decía que “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.


El fetiche del poder o la confusión entre opción electoral y opción de poder

En la encrucijada política y en la coyuntura que vive el Estado Español la opción electoral no es una opción real de poder, me refiero a una alternativa de poder popular. Sin embargo, desde las movilizaciones masivas del 15M no ha habido momento ni grupo político (de izquierdas o de derechas) que no haya tratado de encarrilar la protesta hacia la vía institucional, especialmente en las citas electorales. Por eso, aun a riesgo de sobredimensionar el más reciente intento de la plataforma Podemos, merece la pena abordar la reflexión sobre el carácter fetichista del proceso electoral en la coyuntura actual así como las lógicas que hacen de él el mejor instrumento de disciplinamiento social.


Cualquiera de las opciones políticas que hoy se disputan los votos asume que elegir un candidato de la amplia -o reducida, según se mire-, oferta de partidos, implica una opción de poder. Identifican así democracia con votación, tal y como el propio sistema lleva sosteniendo desde la generalización del voto, desde que se constató que gracias al manejo de la opinión pública la gente siempre acabaría votando lo correcto de modo que las elites no correrían ningún peligro de ser desplazadas por las clases populares. Asumen también que es la vía aceptable para cambiar las cosas. El campo de la política queda así reducido al ámbito institucional.


 De la misma forma que ocurrió en nuestra primera transición –sostengo que estamos viviendo una segunda transición- se trata de despojar a lo social de su componente político por la vía de la institucionalización del conflicto, o lo que viene a ser igual, neutralizándolo al colocarlo dentro de los márgenes de lo aceptable. Todas las opciones políticas actuales parten de la aceptación de las reglas de juego, las mismas que hacen inviable que este sistema representativo se transforme en una democracia. Incluso aquellos que sostienen ser anticapitalistas aceptan la forma política del capitalismo.



Sin duda el discurso admite la paradoja de negar que estemos en una democracia al tiempo que se sanciona esta democracia aceptando los cauces institucionales, admite contracciones tales como presentarse a unas elecciones compitiendo por la captación de votos al tiempo que se dice que se presentan porque estas elecciones europeas no significan nada, se está en contra del liderazgo al tiempo que se potencia al líder mediático, se afirma querer dar voz a los sin voz al tiempo que se les trata de incapaces y de no saber lo que quieren. Porque en el fondo, parecen decir, las masas quieren que se gestione políticamente su protesta.



Si alguna virtud tienen los procesos electorales es la de sacar a la luz el abanico extenso de contradicciones de los discursos políticos. En estos momentos es muy difícil distinguir entre posibilismo y oportunismo, entre los deseos y los intereses. Pero la campaña del “spanish we can” ilustra como ninguna lo que da de sí la retórica ilustrada, o la versión nacional de los reality show americanos. Por lo demás, las estratagemas retóricas no harán sino desarmar el conflicto social sin apenas arañar el fetiche del sistema.


Como instrumento de disciplinamiento las elecciones han devenido en fetiche, es decir, objeto al que se le asignan propiedades mágicas. Carlos Marx acuñó el concepto de fetichismo para referirse a la mercancía en tanto que producto manufacturado que oculta las relaciones de trabajo bajo las cuales fue producido. Los procesos electorales en el contexto actual no significan poner en manos de la gente opciones de poder y sin embargo se nos presentan como si lo fueran. Por otro lado, las reglas que rigen estos procesos permanecen ocultas mientras que, el voto, aparece como proceso neutro, mero procedimientos para seleccionar a los candidatos según las preferencias de la gente. Pero, como decía Badiou reflexionando sobre las elecciones presidenciales francesas de 2002, “En realidad, existe una distinción fundamental entre “ser candidato” y estar en un lugar que indica la posibilidad de un poder”. El acceso a esa clase de lugar se decide de otro modo y según criterios distintos a los de la candidatura 2 ”.



El hecho de que algunas opciones electorales que se auto proclaman transformadoras, puedan llegar a disputar alguna plaza en la arena política sólo significa que se ajustan al principio de la homogeneidad, es decir, “que se sabe a ciencia cierta que no harán nada esencialmente diferente de lo que hicieron quienes los precedieron” 3 . La alternancia en las instituciones de los que se consideran “enemigos políticos” favorece la labor disciplinante del voto ya que la alternancia implica que la opción que ha conseguido alcanzar el lugar de relevo no ha tomado ninguna medida para hacer que su ascenso fuera imposible. Sin duda, el discurso es otra cuestión. Como decíamos anteriormente los discursos pueden seguir siendo radicales e incluso de ruptura. Lo importante es elaborar un producto político homologado en la práctica.



En octubre del 2011, antes de las elecciones nacionales, escribí una reflexión titulada “Todos tienen prisa por institucionalizar al movimiento 15M” 4 , en ese momento analizaba el dato curioso de que tanto intelectuales de izquierda, partidos como el PSOE o el PP e incluso algunos grupos del 15M hicieran constantes llamados a que la protesta de las calles se canalizara, bien convirtiéndose en una opción política, bien apoyando a alguna opción ya constituida o transformándose en grupo de presión al estilo lobby americano. A día de hoy ninguna de estas vías ha cuajado por lo que, desde las instancias de poder, la inestabilidad política se sigue considerando un riesgo para la estabilidad económica, es decir, para la continuidad, sin sobresaltos, del enriquecimiento de las elites.



Los resultados electorales de noviembre del 2011 fueron un balón de oxígeno para el régimen y para sus dispositivos políticos pues, aceptada la mecánica electoral, se relegitimaba el sistema aunque fuera de forma precaria y se garantizaba la continuidad de los cambios tales como el golpe de mano que significó la aprobación de la reforma del artículo 135 de la Constitución.



En nuestra primera transición la consigna electoral del cambio, el liderazgo made in USA-UE de Felipe González, el disciplinamiento del PC y la aceptación de la monarquía y de las reglas de la nueva institucionalidad, hicieron viable la nueva fase liberal. No era falso que se estuviera por el cambio: se desmanteló el sistema productivo con la famosa reconversión industrial, se liberalizó, se privatizó, se inició la desregulación del mercado de trabajo, se construyeron las bases de la burbuja inmobiliaria, etc. Algo del régimen cambió, algo del mismo continuó, y lo sustantivo, la continuidad de la acumulación de las elites y la explotación, se mantuvieron.



En la coyuntura actual, con o sin el disciplinamiento electoral, las cosas van a seguir cambiando, se va a seguir recortando el gasto público, aumentará la precariedad laboral y los trabajos miseria, se deteriorarán más aún si cabe todos los servicios públicos, aumentará la represión de la protesta, su criminalización y su silenciamiento mediático…Todos estos cambios son necesarios para terminar de implantar la nueva fase de acumulación económica. La doctrina del shock se aplica en nuestro país adaptada a la complejidad autóctona y a nuestra ubicación en el sur de Europa. Sin embargo, para ser implementada necesita poner de nuevo en valor al maltrecho sistema político. Recuperar el consenso respecto de la institucionalidad, es decir, volver a apuntalar el sistema fisurado. En este sentido, las elecciones hoy siguen siendo el instrumento más eficaz de legitimación del sistema político y de disciplinamiento social: dentro del sistema todo, fuera del sistema nada.



De forma muy intuitiva la población española que se movilizó masivamente siguiendo la consigna “no nos representan” expresaba la distancia entre opción electoral y opción de poder. En una “no democracia” ninguna opción electoral representa al pueblo. Que las elecciones posteriores no reflejaran, a través de la abstención, el rechazo masivo al sistema representativo no puede interpretarse, como parecen suponer nuevas formaciones políticas, como la inexistencia de la “opción electoral adecuada”. Caben otras interpretaciones. Una de ellas pasa por poner en relación el presente con la historia de nuestro sistema político. Es decir, el valor simbólico que el voto tiene para las generaciones que han vivido la dictadura franquista y también para aquellas que han sido socializadas en la estandarización europeista.



Otra interpretación sobre la aceptación generalizada del instrumento electoral la encontramos en la cultura política que ha generó la primera transición. Una forma de identificar lo político única y exclusivamente con lo institucional. La atomización y el encauzamiento de la sociedad civil a través del asociacionismo; y el rechazo al conflicto (identificado siempre con violencia) Quien se mueva no sale en la foto, diría Alfonso Guerra, pero la realidad es que quien se moviera aparecería en las fotos de comisaría. En esta segunda transición el poder de las elites circula entre la búsqueda del consenso, sumando adeptos al espectáculo electoral, y la represión y la violencia para los indisciplinados.



Los nuevos partidos surgidos al rebufo del 15M como el partido X, o formaciones como Equo, o la plataforma Podemos, hacen una lectura interesada e instrumental de las esperanzas y deseos que, a modo de fetiche, se depositan en el proceso electoral. En el mejor de los casos juegan al “como si” del voto, hagamos como si fuera otra cosa distinta a la que es, como si fuera algo más que un instrumento del sistema, en el peor de los casos, asumen las elecciones como el mejor camino de promoción corporativa, alcanzar una cuota de poder para su grupo a cambio de la pacificación social.


 De ahí que, para la plataforma Podemos, todas las energías se dirijan a captar votos vengan de donde vengan. De la izquierda transformadora, de sectores reaccionarios, cuasi-fascistas, de progresistas, de clases medias, de intelectuales, de gente común y corriente. Un vistazo a la propuesta electoral y a los siete puntos que, según su líder mediático, definen quién está con él y quien no, no dejan lugar a dudas. Como en su día el PSOE o como el slogan de la Coca-Cola, el producto ha de ser para todos, para la gente común; solo así se puede aspirar a ganar. Se rebajan las demandas, se vacía el discurso, se eluden temas escabrosos, se recogen las consignas más impactantes y con más seguidores en twitter, y se convierte en enemigo al resto de las fuerzas políticas a las que se disputa cuota de mercado.



En la coyuntura actual remozar el sistema político sólo se puede hacer con nuevas caras más mediáticas, con nuevos mensajes más postmodernos y con el reciclado de propuestas novedosas procedentes de la protesta social (autogestión, participación, horizontalidad…).



La institución electoral está sacralizada porque lo está el sistema representativo al que llamamos democracia. La fe electoral se alimenta de la impotencia, el miedo al vacío, la desesperanza o la falta de ánimo para cambiar las cosas. Pero esta sacralización es en parte responsable del estrangulamiento de las alternativas de poder popular que únicamente se hacen visibles a través de situaciones de conflicto como las movilizaciones contra los desahucios, los escarches, la toma de supermercados por el SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores) o la rebelión vecinal de Gamonal.


El miedo, la vergüenza, el aislamiento, son lo que nos conduce a la mistificación del voto, a reproducir la lógica del fetiche que no tendrá más resultado que ahogar en la impotencia las esperanzas democráticas de este país. Pero no podemos olvidar que todavía, en la memoria colectiva que se transmite de generación en generación, perdura la utopía posible de una democracia, y los conflictos, los presentes y los que están por llegar son sólo síntomas que tratan de convertir en probable lo que de momento sólo es una posibilidad: la democracia.

De instituciones, de votaciones y de líderes

En la coyuntura actual la institucionalización es el camino para la desactivación del conflicto, las votaciones el método para la legitimación del sistema y al liderazgo político se accede por aclamación mediática.



El surgimiento de una nueva opción electoral como Podemos que aprovecha la oportunidad abierta por la doble crisis económica y política no es nuevo, opciones como Ciutadans, UPyD, IA, Equo, Partido X 5 … salieron al paso del inicio de la deslegitimación institucional y de la desafección política. Lo novedoso es el nivel de deslegitimación alcanzado por la clase política en los últimos años que hace improbable una regeneración del sistema apoyándose en rostros ya marcados. De ahí que, una Segunda transición que conjure la ruptura necesita neutralizar, de nuevo, los elementos más radicales, canalizar y desactivar el conflicto por la vía del voto para que la política siga siendo el espacio donde se negocian intereses pero no donde se disputa el poder. Insistimos en que en la coyuntura actual la opción electoral no es una vía de acceso al poder, no es el lugar donde se disputa.



El filósofo alemán Hegel entendía que las principales tareas del Estado en la nueva sociedad burguesa eran: ideológicas y políticas. Pero del siglo XVII a la actualidad, el Estado, como la economía capitalista, han sufrido un proceso de naturalización y objetivación. Percibimos al Estado burgués como El Estado –desprendido de su concreción histórica y de clase-, a la política como una técnica, y a la economía capitalista como la economía en sentido genérico (la forma de resolver las necesidades de la vida en comunidad). De la misma forma que la economía ha perdido el adjetivo “política” -para hacernos creer que detrás no existe ningún tipo de relación de poder sino el devenir objetivo y natural de las fuerzas abstractas del mercado-, la política, se ha despolitizado, es decir, desideologizado.



Esto quiere decir que la política se nos presenta como una técnica (gestión y administración de recursos), como una actividad que realizan los especialistas, los políticos, como un ámbito en el que la participación de los ciudadanos consiste en elegir a los gestores correctos y, en caso de no estar satisfechos con su actuación la posibilidad de cambiarlos cada cierto tiempo. Poco más o menos como actuaríamos en el mercado eligiendo un producto u otro en función de su presentación. En la política moderna no se pone en juego el poder, sólo su apariencia pública.



La política despolitizada nos dibuja pues un tablero en el que no hay contradicciones irresolubles, por ejemplo entre el Capital y el trabajo, sino meras negociaciones de intereses, en el que los políticos elegidos según la fuerza del número de votos obtenidos estarán en mejor o peor condición, se nos dice, para negociar los intereses de sus representados. El conflicto de clases, la explotación, no puede trasladarse a la política porque en el mismo momento en que una opción de poder real, popular, tuviera alguna posibilidad de convertirse en hegemónica, sería criminalizada y sacada fuera del tablero de juego. Así, mover ficha en un tablero trucado y con las fichas marcadas sólo podrá acrecentar el desánimo y la impotencia, a la vez que estigmatizará cualquier reivindicación o conflicto que se de fuera de los cauces establecidos.



La única vía posible para repolitizar la política, es decir, para que el parlamento vuelva a ser el lugar en donde se disputa el poder es la acumulación de poder por parte de las clases populares, acumulación capaz de cambiar el tablero, las fichas y las reglas.



Hacer cada vez más visible el conflicto y lo que tiene de universal el conflicto particular y concreto debería ser hoy la tarea fundamental de cualquier liderazgo político que aspirara a transformar este país. Esta es la vía abierta por el 15M cuando ocupa las plazas y las calles, es también el camino que abre el SAT (Sindicato andaluz de trabajadores) cuando ocupa tierras, es la vía de la PAH (Plataforma de afectados por la Hipoteca) cuando para desahucios, son los mineros cuando marchan a Madrid haciendo confluir múltiples mareas, son los maestros, los trabajadores de la salud, los trabajadores de la limpieza, son los vecinos de Alcázar de San Juan contra la privatización del agua, son las más de 36.000 manifestaciones y concentraciones en el 2012 6 . Es la lucha de los vecinos de Gamonal en vez de la opción electoral de Podemos .



Sin embargo, frente al conflicto capaz de variar la correlación de fuerzas el propio sistema despliega el capital simbólico acumulado durante la transición: los órganos de representación y las elecciones como única relación posible entre lo político y lo social. Los miedos, las amenazas y el conservadurismo generalizado hicieron el resto. En este país no caben las revoluciones sino las transiciones.



Se nos convence de que no habrá nunca victorias totales, de que frente a la violencia de las calles está la paz de las instituciones, de que no hay logros posibles que no sean convenientemente pastoreados, de que es esta democracia o el caos, el orden institucional o el fantasma de la guerra civil, se nos dice.
La política despolitizada se construye sobre el dogma de la política como técnica no sólo de gestión sino de pacificación del conflicto social por la vía de la institucionalidad. De las tertulias que simulan el enfrentamiento, al parlamento, de los intereses irreconciliables, a la negociación razonable, del pueblo, a la ciudadanía y de las mareas, al candidato. Estos son los recorridos que traza la reproducción del sistema. Las votaciones, no significará variación alguna en las relaciones de poder y explotación; y cualquier opción que tomemos de cara a las citas electorales será una opción incoherente, en el fondo, una trampa postmoderna en la que partiendo de nuestros deseos de transformación, de la defensa de nuestros intereses y de la crítica al sistema nos convertiremos en cómplices necesarios de su reproducción.

¡Orden, orden, formen una plataforma electoral!

La democracia no es un término que pueda descontextualizarse. Como cualquier concepto, como las elecciones, es una construcción histórica que ha devenido ideología legitimadora de los sistemas políticos modernos. Apelar a la democracia griega del siglo V a.c. o traducir literalmente el término como poder del pueblo es un recurso retórico útil para que los profesores de ciencias políticas ilusionemos a nuestros alumnos con una esperanza hueca que no tardan en arrojar a la papelera cuando ponen un pie en la calle. Las revoluciones modernas, la británica, la francesa y la norteamericana, no fueron revoluciones democráticas, aunque llevaran en su regazo algunos elementos revolucionarios, aunque algunos de sus pensadores tradujeran estos elementos a concepciones ideológicas revolucionarias.



La ilustración parió pensadores revolucionarios -el mismo Carlos Marx es hijo de la ilustración-, y sembró semillas transformadoras, pero sobre todo fueron momentos en los que se construyó el sistema político moderno, el Estado burgués (o Estado de Derecho), que necesitaba el modo de producción que comenzaba a convertirse en hegemónico: el Capitalismo. Los liberales anglosajones, que siempre han sido más claros y han tenido menos prejuicios, estuvieron en contra de la democracia pues tuvieron claro que era incompatible con el libre mercado. Pero igualmente tuvieron claro que utilizar el término democracia para designar a los sistemas representativos era la mejor forma de legitimarlos ante el pueblo aunque se corrieran algunos riesgos. Porque si todos somos iguales ¿qué es lo que otorga a unos el derecho a mandar sobre otros? ¿Cómo se justifica la obediencia? El derecho a elegir, el derecho al voto, es el mecanismo que legitima a unos para gobernar sobre otros, si nosotros los hemos elegido libremente hemos de obedecerlos.


El Estado y las votaciones dejan de ser instrumentos de las elites cuando hay en marcha un proceso de construcción de soberanía popular. Esta situación ha sido posible en algunos países latinoamericanos, Venezuela, Ecuador y Bolivia; y su influencia y estrategia integradora han arrastrado a otros gobiernos del área. Pero interpretar que estos procesos democráticos han sido posibles gracias a la conformación de mayorías electorales es una visión miope si no interesada que invierte la relación causa-efecto. La traslación mimética de estos procesos a una realidad tan distinta como la española sólo es posible desde la simplificación más burda y manipuladora, y su intencionalidad no es otra que la de generar el efecto propaganda. Ningún proceso de transformación social es el resultado azaroso y casual de la historia, lo cual no quiere decir que no haya cierta dosis de casualidad; el azar se da sobre lo ya construido y puede actuar a favor o en contra de la transformación.



Orden, dirección y estabilidad son las características de la institucionalización burguesa. Son las garantías que exige el Banco Central Europeo. Son los rasgos sustantivos que garantizan la reproducción del capitalismo en su fase actual, la que David Harvey llama acumulación por desposesión. Dicha acumulación, dada la trayectoria de nuestro sistema político sólo puede realizarse con una combinación adecuada de consenso y represión. De ahí que junto con las constantes propuestas de regeneración del sistema político se ponga en marcha la llamada “ley mordaza” o la reforma de la ley penal. De ahí que ante las crecientes mareas de movilización social se promuevan opciones electorales.


Sin embargo, las instituciones actuales, desde la jefatura del Estado (la monarquía), la judicatura pasando por el parlamento y los cuerpos de seguridad del Estado, no son reformables. Como decíamos en la parte segunda de este análisis la Transición española no enlaza con la institucionalidad previa a la guerra civil, no rescata la legitimidad democrática de la Segunda república sino que reformula la institucionalidad franquista. En un primer momento el régimen se trasviste pero se le ve demasiado el rabo al diablo. En la primera Transición los nuevos rostros del PSOE y la campaña electoral a la americana 7 diseñada como una campaña publicitaria por Julio Feo hicieron la labor disciplinadota que el antiguo régimen era incapaz de cumplir.


Pero nos encontramos en un momento mucho más crítico que a principios de los años ochenta, en estos momentos hay opciones ya quemadas. La degradación del sistema político (la corrupción) que, según los informes alemanes es el mayor factor de desestabilización de nuestro país deja sólo dos opciones abiertas, una de ellas la franquista de los años sesenta: los tecnócratas a la política, la otra, una versión postmoderna del “cambio”: nuevas caras y promesas de honestidad.



Institucionalización y legalización van de la mano. La institucionalización ordena, estabiliza, reparte funciones, asigna tareas. Es un proceso de racionalización cuya función principal en las sociedades modernas es desactivar el conflicto canalizándolo si se trata de opciones negociables o sacándolo fuera (criminalizándolo) si no se puede institucionalizar. Desde el estallido del 15M ninguna de las movilizaciones sociales han buscado una “gestión institucional” de ahí las resistencias al proceso de institucionalización, de ahí el riesgo posible (aunque todavía no probable) de ruptura con el orden actual.


En este proceso de aumento constante de la conflictividad social muchos intelectuales, académicos y políticos han sido desplazados de los espacios de conflicto, o simplemente no estaban allí. La movilización social los ha reducido a meros acompañantes de los procesos, ni interlocutores, ni guías, ni expertos ni líderes. Muchos se han sentido defraudados, algunos han repudiado al vulgo ignorante, los menos han tomado el testigo del compromiso, y alguno que otro ha creído ver su oportunidad de salir del segundo plano para desempeñar un papel protagonista. ¿Por qué esperar a que haya una sociedad revolucionaria? ¿Y si nunca se da?

¡Votad, votad, malditos!

Cuando no existe un poder popular acumulado, las elecciones son el instrumento que legaliza y legitima el poder de las elites, son un fiel reflejo de las relaciones mercantiles, si no fuera así no habría elecciones. Los sistemas representativos modernos ponen en el mercado del voto las opciones posibles y la única libertad de los ciudadanos es elegir entre ellas. Si las instituciones, las que resultan de la hegemonía capitalista, se nos venden como productos neutros, como cascarones vacíos a la espera de ser ocupados por los sujetos adecuados, el procedimiento homologado para tal función es el electoral.


El voto es el primer instrumento de delegación de soberanía de nuestros sistemas. Es el ejercicio político al que queda reducida la participación social. Es además un acto individual, resultado de la concepción de la política también como un sumatorio de voluntades individuales. Una vez ejercido, el ciudadano puede volver a casa tranquilo, ha transferido la responsabilidad de la toma de decisiones políticas, ha depositado en el otro su voluntad para que ese otro haga lo que pueda, lo que le dejen o lo que quiera.



Cuando no existen mayorías sociales –estar en una misma situación de explotación no supone ser una mayoría social ya que para ello se necesita una misma conciencia de identidad de clase-, el voto es el constructor de las mayorías políticas postmodernas, desideologizadas, es decir, el gusto, la simpatía, la presentación del candidato, no la ideología, ni la práctica política, son los referentes de la elección.
Igual que ocurre en el mercado para otras mercancías, la concurrencia de los ciudadanos no es una concurrencia libre, está relacionada con su capacidad de compra, en el caso de las elecciones, de su cultura política, de su implicación en organizaciones, de su mayor o menor exposición a la influencia mediática. Como en el mercado, no existe una competencia real ni entre las distintas opciones ni entre los líderes correspondientes. El sistema es básicamente homogéneo. Las reglas electorales homogenizan el sistema.


Quinto Tulio Cicerón daba unos consejos a su hermano mayor en su campaña para el consulado: “Una candidatura a un cargo público debe centrarse en el logro de dos objetivos: obtener la adhesión de los amigos y el favor popular”. 8 Como vemos, ya en el año 64 antes de nuestra era, los intelectuales señalaban las pautas necesarias para lograr ser elegidos. Ambas pautas implican que las campañas electorales recauden apoyos de personas relevantes, que los contenidos de los mensajes sean lo más genérico posibles para no crear conflicto entre los posibles votantes y que se centren en los temas de mayor preocupación popular.



Todos los programas de acción de las opciones electorales actuales se centran en movilizar a la gente para que vote no en movilizarla para resolver sus problemas, para oponerse a la coacción o para tomar el poder. De este modo el compromiso que se pide es el compromiso de saber elegir a la persona correcta. Estas opciones aceptan el chantaje al que los sistemas representativos someten a la gente: ¿Y si no votamos qué hacemos? Se apoyan aquí para sacar votos. Oportunidad y oportunismo no solo tienen la misma raíz en la coyuntura actual son clones.


El desgaste de la representación política va unido al descrédito de los programas electorales. Al igual que las etiquetas de los productos en el mercado por más que leamos su composición y sus beneficios nunca podemos estar seguros de no haber sido víctimas del engaño de la propaganda. Ante esta situación las nuevas ofertas electorales proponen que sea el propio votante quien elabore el programa, de la misma forma que Ikea nos ofrece redecorar nuestra vida por poco dinero, aquí se oferta un programa a la carta. Que sean los ciudadanos quienes indiquen sus demandas a través de la participación (electrónica preferentemente), después los expertos valorarán y confeccionarán el programa, a gusto de todos.


Para una opción electoral lo fundamental es “no quedarse fuera de juego”, dejarse de pretensiones revolucionarias si de lo que se trata es de ganar. En la coyuntura actual todo diseño ganador debe dirigirse a la gente “normal”, a la gente corriente, como en aquel anuncio de la Coca- Cola :

“Para los gordos, para los flacos, para los altos, para los bajos, para los que ríen, para los miopes, para los que lloran, para los optimistas, para los pesimistas, para los que lo tienen todo, para los que no tienen nada… para los educados, para los que sufren… para los que participan, para los que suman, para los que no se callan. Para nosotros. Para todos.” 

Nada mejor que la publicidad de esta empresa, apunto mandar a la calle a cientos de sus trabajadores, para expresar la distancia entre el discurso y la práctica cotidiana. Desde el momento en que el triunfo de las opciones políticas descansa en la suma de votos, el marketing político –confundido constantemente con la comunicación política- es quien tiene la última palabra.


Por eso, los medios de comunicación como en cualquier campaña para cualquier otro producto se ponen a disposición de la simplificación de los mensajes, la única forma de que llegue a un público generalizado. Cualquier opción que pretenda ser mayoritaria tendrá que enarbolar el “sentido común” como bandera. Tendrá que elevar el “sentido común” a categoría política para tener opciones de ganar. El sentido común del comprador que se deja llevar por su intuición ante el bombardeo constante de mensajes, teniendo siempre la banal esperanza de que esta vez sí, no se dejará engañar.


Así, expresiones como “participación ciudadana” “empoderamiento” “apostar por la decencia” “la patria”, etc. suplirán los contenidos de un programa político que necesariamente tendría que ser excluyente.



Dado que no hay conciencia de clase, dado que no hay un “potente movimiento de masas”, ni hay “partido que catalice el malestar social”, es decir, si hay una izquierda sin unidad e impotente y el malestar social no tiene claro a donde va, ergo, démosle una salida electoral. Si la izquierda no es una alternativa real de gobierno, dicen nuestros filósofos, apoyemos a Podemos. Como opción electoral no queda claro si estas nuevas formaciones son o no de izquierdas, o si simplemente son una alternativa de gobierno aunque no sea de izquierdas, o si nada de esto tiene la menor importancia.

Pablo Iglesias o Belén Esteban

En una entrevista a Julio Feo, ex secretario de la Presidencia y coordinador de varias campañas de Felipe González, en enero de 2011 se le preguntaba por las características que debía tener hoy un buen líder a lo que Feo contestó: Los mismos que ayer y que mañana: carisma, sentido común, claridad de ideas, honestidad, un programa y una ideología claros, y ganas de trabajar 9 .



Nadie mejor que este publicista formado en una empresa estadounidense y con el aval de los éxitos cosechados para el PSOE para orientar la construcción de una opción política con posibilidades de ganar. Lo interesante es la atemporalidad de su consejo y que fuera formulado en plena crisis del sistema político, pocos meses antes de que estallara el 15M.



Suponemos que en realidad Julio Feo nos señala los rasgos que debe presentar la imagen de cualquier candidato con opciones. Todos ellos están en sintonía con lo que muchos siglos antes Tulio Cicerón señalaba como recursos que un político debía manejar para movilizar a sus electores: “… hay tres cosas en concreto que conducen a los hombres a mostrar una buena disposición y a dar su apoyo en unas elecciones, a saber, los beneficios, las expectativas y la simpatía sincera, es preciso estudiar atentamente de qué manera puede uno servirse de estos recursos” 10



No cabe duda de que la nueva opción electoral maneja todos estos recursos, especialmente las expectativas y la simpatía del posible candidato. Pero existe un handicap importante, si el público al que se dirige es “normal”, el “para todos” de la Coca-Cola, para convertirse en representante de los deseos de la gente, de sus demandas, de su hartazgo, de su indignación, entonces, la formación intelectual del candidato puede ser un lastre, una pequeña marca en el currículo. La sinceridad y la honestidad de la propuesta pueden verse menguadas por el excesivo carácter intelectual del candidato.



En realidad si se tratara de coherencia, el votante de la nueva formación tendría que elegir como candidata a Belén Esteban. La narrativa del fenómeno Belén Esteban, como en las telenovelas, muestra a un personaje de extracción popular, con poca cultura, pero honesta, en la que la representación pública del personaje coincide íntegramente con la realidad del mismo. Un personaje capaz de mantener a millones de espectadores pendientes de su historia posicionándose a favor o en contra y que es elegida como “Princesa del pueblo” por aclamación popular.



El vaciamiento de la política y el voto como legitimación del sistema se corresponden con una época post-moderna donde conviven en un mismo nivel distintas formas de entender el mundo sin que se anulen entre si, la incoherencia forma parte de los relatos políticos post-modernos. A los discursos políticos sólo se les exige coherencia en la apariencia, en la puesta en escena. Así la selección de los candidatos sólo tiene dos vías posibles: la negociación de intereses al interior de los partidos políticos, o por aclamación popular. Tan escasamente participativas la una como la otra ya que en el segundo caso dicha aclamación no es posible sin la concurrencia de los medios de comunicación.



Por otro lado, las elites ilustradas han dejado de ser valoradas positivamente dada su incapacidad y falta de compromiso con las clases populares. La oferta y la demanda cuestiona el mérito como rasgo distintivo de la clase política por eso Belén Esteban tendría más posibilidades que Pablo Iglesias aunque este último si de verdad quiere convertirse en un candidato popular tendrá que rebajar cada vez más su discurso y su puesta en escena aproximándose a la narrativa de los “famosillos” con los que la gente “normal y corriente” se siente más identificada.



Dice la investigadora María Lamuedra que los shows de tele-realidad y las historias de famosillos son formatos actuales, post-modernos, de la hibridación social. Que esta hibridación ofrece un mayor poder interpretativo a los espectadores que se pueden identificar o criticar, decodificar las historias en un orden moral maniqueo u optar por una reflexión más profunda sobre los cambios culturales. Estos formatos, nos dice, son una mutación del melodrama y cumplen una función social integradora de la burguesía y las clases populares.



Podríamos aplicar este análisis a las tertulias políticas considerándolas una mutación de los antiguos debates. En ellas, no está en juego ningún argumento, ninguna reflexión, sólo la simulación del conflicto social a través de la representación discursiva banal. Los participantes pueden, gracias a su vacío de significantes, conectar con distintas sensibilidades, unas más progresistas otras más reaccionarias.



En un sistema político que se legitima apoyándose en la suma de agregados de voluntades individuales, los medios de comunicación masiva son realmente los encargados de posibilitar estos arreglos. Son una pieza clave en la selección de los candidatos. No puede ser casualidad que sólo determinadas opciones encuentren la oportunidad de salir en los medios masivos. En este sentido, tampoco es casualidad el diferente tratamiento dado a Gamonal y a Pablo Iglesias. Los medios no sólo construyen héroes y villanos, construyen opciones y líderes políticos, todo ello sobre las movedizas arenas de las emociones.


Cambiar este país de arriba abajo no será el resultado de las buenas intenciones de ningún grupo de ilustrados, tampoco las elecciones son la pócima mágica que una vez bebida nos hará más fuertes, como a Obelix, para derrotar a los enemigos del pueblo.



Notas:

1 Daniel Bensaïd (2013) La política como arte estratégico, Viento Sur, Madrid, pág. 29
2 Alain Badiou, Circunstancias, Ed. Libros el zorzal, Buenos Aires, 2005, p. 20
3 Ibidem
4 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=136952



5 Ciutadans surgió en el 2006, UPyD (Unión Progreso y Democracia) en el 2007, IA (Izquierda Anticapitalista) en el 2009 escindiéndose de Izquierda Unida, Equo (partido Ecologista y ecosocialista) en el 2011, Red ciudadana partido X en el 2013



6 http://www.europapress.es/nacional/noticia-primer-ano-gobierno-rajoy-mas-36000-manifestaciones-concentraciones-20130112120312.html


7 Julio Feo, secretario de la Presidencia entre 1982 y 1987, diseñó la campaña “Por el cambio” que dio el triunfo electoral a Felipe González, y trabajaba como publicista para una compañía estadounidense en esa época. En el 2004 reconoció que el gobierno de González, en 1983, contrató a una empresa americana la operación «venta de imagen» para que preparara la visita del presidente socialista a Washington.8 Quinto Tulio Cicerón, Breviario de la campaña electoral, Cuadernos del Acantilado, Barcelona 2003, p. 39


9 http://www.lahuelladigital.com/julio-feo-ex-secretario-general-de-la-presidencia-la-crispacion-funciona-y-la-derecha-intenta-que-siga-funcionando/
10 ibidem, p. 45




Ángeles Diez es Doctora en CC. Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense de Madrid.




domingo, 31 de agosto de 2014

Obama no ataca a su banda ni en Iraq ni en Siria

 

Obama no ataca a su banda ni en Iraq ni en Siria

Un gobernador iraquí ha cuestionado la precisión de los ataques aéreos de Estados Unidos contra las posiciones del grupo takfirí EIIL (Daesh, en árabe) en su país, al denunciar la supuesta coordinación entre Washington y los terroristas. 

El gobernador de la ciudad de Haditha (en la provincia de Al-Anbar, oeste), Abdul Hakim al-Jiqaifi, denunció que los aviones de guerra estadounidenses no llevan a cabo ataques precisos contra el EIIL, ha informado este sábado la agencia iraní de noticias IRNA. 

A juicio del funcionario iraquí, los ataques aéreos de EE.UU. se realizan a una distancia de 100 metros de los objetivos (bastiones de Daesh), cuestión que aumenta las sospechas sobre una coordinación entre ambas partes. 

Según Al-Jiqaifi, los estadounidenses han evitado de forma intencionada bombardear con exactitud los refugios de Daesh en Haditha, aunque tuvieron acceso a datos sobre ocho bastiones de los mismos. 

Desde principios del mes de junio, los elementos baasistas-takfiríes del EIIL han lanzado una gran oleada de operaciones terroristas en diferentes puntos del territorio iraquí, particularmente en las zonas norteñas. 

Al respecto, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el pasado 8 de agosto, autorizó que los cazas y los aviones no tripulados (drones) estadounidenses atacaran bastiones del EIIL en el norte del país árabe. 

Sin embargo, tales denuncias destacan que Washington solo prefiere limitar a los terroristas de Daesh con el fin de proteger a su personal en Irak, y no busca eliminar la amenaza terrorista en la región. 

Hispan TV





Ejemplo de dignidad: Bolivia prohíbe a los sionistas entrar al país

 

 

Ejemplo de dignidad: Bolivia prohíbe a los sionistas entrar al país

En Bolivia, se suspendió desde el sábado el acuerdo migratorio de exención de visado firmado con el régimen de Israel; una medida anunciada hace un mes por el presidente Evo Morales debido a los ataques del régimen de Tel Aviv contra la sitiada Franja de Gaza, que dejaron 2145 palestinos muertos en 51 días. 

“Desde el 30 de agosto entra en vigencia esta nueva disposición”, afirmó la directora de la oficina de Migración, Cosset Estenssoro, dejando claro que de hoy en adelante los israelíes “deberán conseguir la visa en el consulado boliviano y Migración verificará el cumplimiento de los requisitos”. 

 
 
El mandatario boliviano dijo que la medida se debía a que el régimen israelí “no respeta los principios ni propósitos de la Carta de Naciones Unidas, ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.

Hispan TV






El PSOE de finales de los 70 y Podemos, una convergencia de ideas 37 años después

Felipe González levantando el puño en un mitin de 1977


 Las declaraciones de Willy Toledo comparando al PSOE de la Transición con Podemos han desatado un torrente de críticas. Comparando el programa electoral de los socialistas en 1977 y el de Podemos en 2014 los resultados reflejan su semejanza.


“La clase política del régimen anterior ha servido a este capitalismo de rapiña sin tener en cuenta el interés general de la población. Ellos nos han conducido a la situación actual”. Cuando uno lee estas palabras cabría preguntarse si no están en boca de alguno de los representantes de Podemos, pero estas líneas u otras como “es necesario sanear la vida política española, terminando con la corrupción, una de las lacras heredadas del régimen anterior” en realidad son fragmentos del programa electoral del PSOE de 1977, y es que en ese año se puede observar un PSOE que no está lejos de las posiciones de Podemos.



Hace unos días, el actor Willy Toledo equiparó en su Twitter al tridente de Podemos en 2014 con el del PSOE en 1978, algo que después explicó en una carta donde criticaba a la formación por su intención de renunciar a planteamientos de la izquierda clásica y acercarse a la socialdemocracia con el fin de sacar votos.



Comparando el programa de 1977 y el de Podemos en 2014, ambos en un periodo preconstituyente según sus objetivos, no se encuentran demasiadas diferencias en los planteamientos e incluso en las medidas que se proponen, es más, el discurso del programa del PSOE es más parecido a las declaraciones de los portavoces de Podemos; aunque éstos en su programa de las europeas moderan bastante el lenguaje.


Reducción de la jornada laboral -el PSOE a 40, Podemos a 35-, Incorporación de viviendas deoscupadas a "stock" o "parque público", alquileres y viviendas sociales, reducción de la edad de jubilación a los 60 años, igualdad total entre hombres y mujeres, reforma fiscal progresiva, medidas contra empresas con beneficios-los socialistas plantean impuestos, Podemos prohibir despidos-, persecución del delito fiscal –el PSOE aboga por perseguirlo creando esa figura-, aumento de la inversión en enseñanza, que será laica y gratuita, y sanidad, gratuita, defensa del medio ambiente, cooperativismo agrícola, expropiación de grandes fincas o negarse a firmar tratados militares –Podemos plantea salir de los existentes- son solo algunas de las medidas en las que están de acuerdo, solo con algunos matices debido al momento histórico; en muchas otras se parecen bastante.







Hay que tener en cuenta dos puntos clave antes de adentrarse en los textos: el programa de Podemos está destinado a las elecciones europeas y a las dos hojas de ruta les separa una diferencia de 37 años, por lo que muchos de los problemas que plantea solucionar Podemos no eran latentes en 1977 y por tanto hay muchas medidas de de la formación liderada por Pablo Iglesias que el PSOE no contiene, pero una gran parte de las medidas del PSOE las defiende Podemos.



Los dos programas son cortos y directos, el del PSOE tiene 30 páginas y el de Podemos 36, aunque el de los socialistas es mucho más reducido, dado que presenta una letra bastante grande. Los dos plantean un texto de crítica con el sistema económico y político del “régimen” anterior, los socialistas del sistema que prevaleció durante la dictadura y Podemos respecto al “régimen del 78”, en donde se propone en ambos casos un proceso constituyente que cambie el modelo social, económico y político.



En ambas hojas de ruta la obtención de derechos y libertades -a través de un proceso constituyente-, la reforma fiscal progresiva, la vivienda, el paro, la emigración y la corrupción son temas capitales. Además, respecto a la obligatoriedad de cumplir con el programa electoral, el PSOE apela a un argumento de ethos (autoridad) y lo defiende como promesa, mientras que podemos lo hace como norma.


Misma oposición


Los socialistas hablan de nueva política, de acabar con aquellos que se llaman “demócratas” o “socialistas” y  no lo son. El PSOE escribe en su programa “LA DEMOCRACIA LA TIENEN QUE CONSTRUIR LOS DEMÓCRATAS” y suena mucho al discurso de Iglesias: “Nosotros, los demócratas” y a la “nueva y vieja política”.


Diferencias
PSOE (1977): “La democracia interesa a todos, menos a aquellos que pretenden mantener sus privilegios por la fuerza”


Pero entre los dos programas también existen discordancias, relacionadas con el momento histórico o con la forma de plantear sus propuestas. Entre otras, por ejemplo, el PSOE defiende la inversión en materia urbanística, algo que Podemos no trata, los socialistas defienden las nacionalidades y regiones dentro del Estado, así como la autonomía de los municipios, mientras que Podemos defiende el derecho a decidir.


Además, el partido de Iglesias defiende la auditoría pública de la deuda del país, una renta básica universal o una mayor participación ciudadana. Estas medidas no son tratadas por los socialistas, que en participación defienden ésta de forma local a través de consejos ciudadanos en los municipios.
Contra los privilegiados


“La democracia interesa a todos, menos a aquellos que pretenden mantener sus privilegios por la fuerza” explica la primera frase del primer capítulo del programa del PSOE, y perfectamente encaja con los enunciados de la formación de Iglesias, que repite la necesidad de acabar con los privilegios de la “casta”.



Los dos programas tienen una vocación similar a la hora de proponer cambios a la sociedad, existen matices y existen también diferencias. Los socialistas han cambiado su discurso y Podemos ha retomado algunos de los conceptos de entonces; medidas que movilizaron también a la población hace no tantos años.


 El PSOE de finales de los 70 y Podemos, una convergencia de ideas 37 años después