Se me llenan los ojos de lágrimas cuando recuerdo
las caras desesperadas de los padres y madres a las que la ex presidenta de
Castilla La Mancha, la ínclita y tiránica Cospedal, negó las ayudas a sus hijos
con cáncer. Ahora veo la cara de este patético doble del caballerete de los
fondos buitre, el traidor del bigote rasurado, con ansias de grandeza, ahora
dimitido por una trama internacional de corrupción.
Solo le faltó participar en una guerra genocida, debe
pensar en su desesperada huída hacia la puerta giratoria, donde su admirado
prócer contribuyó junto a otros criminales de lesa humanidad, los Toni Blair, George
Bush, Durao Barroso, a llevarse por delante las vidas de más de un millón de
personas, en un 90% población civil, en su mayoría niños y niñas iraquíes, desde
el estallido de esa criminal invasión imperialista, con el único objetivo de
adueñarse del petróleo de este soberano y desgraciado país.
Querer parecerse en lo físico y en lo ideológico a
un sinvergüenza integral con las manos rojas y no precisamente de pintura, deja
duras secuelas políticas, no todos aguantan los constantes pelotazos y
permanentes corruptelas, algunos están protegidos directamente por las más
altas esferas del régimen, roben lo que roben, maten lo que maten, nunca caen,
todo se limita a una multa de hacienda que este fascista paga religiosamente,
por supuesto después de una buena misa y de tragarse la pestilente hostia.
Ser un comemierda tiene su precio, un número más en
el modus operandi de una banda organizada que ha destruido nuestro futuro, el
de millones de ciudadanos/as del estado español que sufrimos desempleo, hambre
infantil, miseria, desahucios, suicidios masivos (30.000 en los últimos seis
años), familias sin ingresos, sanidad privatizada (regalada a los amigos y
familiares a cambio de sobres y maletines repletos de millones de euros).
En esta tesitura se marcha el ridículo imitador del
carnicero de Las Azores, en breve lo veremos en cualquiera de las
multinacionales a las que “benefició”, ganando un sueldazo por no hacer nada,
con esa sonrisa siniestra, esa mirada de odio, la frivolidad de una vestimenta
millonaria, vacaciones gratis en hoteles ilegales por condenarnos a una vida de
sufrimiento y dolor. El genocidio social, ese que orquestan los enemigos del
pueblo, abrumados por la rabia, por la codicia, sin temblarle el pulso para
pisotear los derechos sociales en su patriotismo bananero, ese que apesta a
paraíso fiscal y podredumbre.