RED VOLTAIRE | ROMA (ITALIA) | 9 DE ABRIL DE 2016
«Libia
debe convertirse nuevamente en un país estable y sólido», reza el
mensaje de Twitter enviado desde Washington por el primer ministro
italiano Matteo Renzi, desde donde garantiza además su mayor respaldo al
«Primer ministro [Fayez el-] Sarraj, finalmente en Trípoli».
Los
que piensan en esa posibilidad, en Washington, París, Londres y Roma,
son los mismos que, luego de haber desestabilizado y destrozado el
Estado libio recurriendo a la guerra, van a recoger los pedazos con la
«misión de asistencia internacional a Libia».
Lo que tienen en mente sale a flote a través de voces autorizadas. Paolo Scaroni [1],
quien se movió en Libia, como patrón del ENI, entre facciones armadas y
mercenarios y hoy se encuentra en la vicepresidencia del banco
Rotschild, declara al Corriere della Sera que «hay que acabar con la
ficción de Libia», «país inventado» por el colonialismo italiano. Hay
que «favorecer el nacimiento en [la región de] Tripolitania de un
gobierno que lance un llamado a fuerzas extranjeras que lo ayuden a
mantenerse en pie», estimulando a la vez [las regiones de] Cirenaica y
Fezzan a crear sus propios gobiernos regionales, eventualmente con el
objetivo de federarse a largo plazo. Mientras tanto «cada uno
administraría sus fuentes energéticas», que se hallan en Tripolitania y
Cirenaica.
En
Avvenire, el diputado [italiano] Ernesto Preziosi expone una idea
similar: «Formar una Unión Libia de tres Estados –Cirenaica,
Tripolitania y Fezzan– que tienen en común la Comunidad del Petróleo y
del Gas», con el respaldo de «una fuerza militar europea ad hoc».
No
es otra cosa que la vieja política del colonialismo del siglo 19,
actualizada en función del neocolonialismo con la estrategia de Estados
Unidos y la OTAN, que han destruido por completo Estados como Yugoslavia
y Libia y fraccionado (o tratado de fraccionar) otros Estados –como
Irak y Siria– para controlar sus territorios y recursos.
Libia
posee casi el 40% del petróleo existente en África, extremadamente
valioso por su alta calidad y el bajo costo de su extracción, así como
grandes reservas de gas natural, cuya explotación reportaría hoy a las
transnacionales estadounidenses y europeas ganancias mucho más elevadas
que las que obtenían del Estado libio. Además, eliminando el Estado
nacional y negociando separadamente con diferentes facciones del poder
en Tripolitania y Cirenaica, esas transnacionales pueden lograr la
privatización de las reservas energéticas públicas y obtener su control
directo.
Además
del oro negro, las transnacionales estadounidenses y europeas pretenden
apoderarse del oro blanco: la inmensa reserva de agua del manto
freático nubio, que se extiende bajo el suelo de Libia, Sudán y Chad.
Las posibilidades de ese recurso natural ya habían sido demostradas por
el Estado libio, mediante la construcción de los acueductos que
transportaban agua potable y agua destinada al riego, millones de metros
cúbicos al día provenientes de 1 300 pozos en el desierto y
transportados a través de 1 600 kilómetros hasta las ciudades costeras,
que hacían fértiles tierras desérticas.
Al
desembarcar en Libia, con el pretexto oficial de ayudarla y liberarla
de la presencia del Emirato Islámico, Estados Unidos y las principales
potencias europeas también tendrán la posibilidad de reabrir allí sus
bases militares, cerradas en 1970 por Muammar el-Kadhafi, con una
posición geoestratégica importante, en la intersección entre el
Mediterráneo, África y el Medio Oriente.
Finalmente,
con la «misión de asistencia a Libia», Estados Unidos y las principales
potencias europeas se reparten el botín de la mayor rapiña del siglo:
150.000 millones de dólares de los fondos soberanos libios confiscados
en 2011, que podrían cuadruplicarse si la exportación de recursos
energéticos de Libia volviera a sus niveles del pasado. Los fondos
soberanos libios, que Kadhafi planeaba utilizar para crear una moneda y
organismos financieros autónomos para la Unión Africana (razón por la
cual se decidió eliminar a Kadhafi, como puede verse en los correos
electrónicos de Hillary Clinton), serán utilizados para desmantelar lo
que queda del Estado libio, un Estado que «nunca existió» porque en
Libia no había otra cosa que «un montón de tribus», según afirma Giorgio
Napolitano, quien al parecer se cree en el Senado del Reino de Italia.
Manlio Dinucci : I predatori della Libia
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario