El
reformismo demostró, una vez más que es el mejor
auxiliar de la burguesía
Empezaremos observando las relaciones entre Grecia y la UE desde 1980 hasta 2000; después continuaremos con el actual colapso y la intervención de la UE en la economía griega; por último, discutiremos el surgimiento de Syriza y su desempeño electoral, como también su creciente sumisión en el contexto del dominio y la intransigencia de la UE, destacando la necesidad que un quiebre radical con la pasada relación de “señor y vasallo”.
Durante la campaña electoral, Papandreu prometió particularmente el rompimiento con la OTAN y la CEE, la denuncia del acuerdo con Estados Unidos sobre una base militar y una economía basada en la “propiedad social” de los medios de producción. Inmediatamente después de ser electo, Papandreu aseguró a la CEE y a Washington que su régimen permanecería dentro de la CEE y la OTAN y renovaría el acuerdo por la base militar de EEUU. Estudios realizados a comienzos de los ochenta por orden del gobierno en los que se documentan los resultados adversos en el medio y lejano plazo de la permanencia de Grecia en la CEE, especialmente la pérdida de control del comercio, el presupuesto y los mercados, fueron ignorados por Papandreu, quien prefirió sacrificar la independencia política y la autonomía económica en favor de la transferencia a gran escala de fondos, préstamos y créditos desde la CEE. El discurso de Papandreu a las masas desde el balcón hablaba de independencia y justicia social mientras que al mismo tiempo mantenía los vínculos con los banqueros europeos y los oligarcas de los sectores naviero y bancario. La elite europea de Bruselas y los oligarcas griegos de Atenas mantenían el control absoluto de las altas esferas del sistema político-económico griego.
La “austeridad” era una política de base clasista diseñada en Bruselas para enriquecer a los banqueros extranjeros y saquear el sector público griego.
El “rescate” de Bruselas es un instrumento de control de las instituciones
imperiales, llámense “troika” o de cualquier otra manera
Introducción
Actualmente, el gobierno griego está metido en una lucha a muerte con la
elite que domina los bancos y los centros de decisión política de la Unión
Europea (UE). Lo que está en juego es el sustento de 11 millones de
trabajadores griegos y pequeños comerciantes, aunque también la propia
viabilidad de la UE. Si el gobierno de Syriza cede a las exigencias de los
banqueros de la UE y acepta continuar con los programas de austeridad, Grecia
estará condenada a décadas de regresión, miseria e intervención colonial. Si
Grecia decide resistir y es forzada a salir de la UE, necesitará repudiar la
deuda externa de 270.000 millones de euros y enviar a la quiebra a los mercados
financieros internacionales, lo que provocaría el colapso de la UE.
Quienes mandan en la UE cuentan con que los líderes de Syriza abandonen
su compromiso con el electorado griego, que a principios de febrero de 2015
está abrumadoramente (por encima del 70 por ciento) en favor de acabar con la
austeridad y los pagos de la deuda y de avanzar hacia la inversión estatal en
la economía nacional y el desarrollo de la sociedad (Financial Times, 7
y 8/2/15. p.3). Las opciones son descarnadas; las consecuencias serán históricas
para todo el mundo. Las cuestiones en juego van mucho más allá del impacto
local, incluso regional, que puedan producirse en el tiempo. La totalidad del
sistema financiero mundial se verá afectada (FT, 10/2/15, p. 2).
Las consecuencias del impago de la deuda alcanzarán a todos los
acreedores y deudores, más allá de las fronteras europeas; la confianza del
inversor se verá convulsionada en todo el ámbito financiero occidental. Lo
primero y más destacado: todos los bancos occidentales tienen vínculos directos
o indirectos con la banca griega (FT, 6/2/15, p. 3). Cuando esta
colapse, más allá de la capacidad de sostén de sus respectivos gobiernos, se
verán profundamente afectados. La intervención estatal masiva estará a la orden
del día. El gobierno griego no tiene otra opción que hacerse cargo del total
del sistema financiero... En principio, el efecto dominó afectará sobre todo a
los países del sur de Europa y se extenderá hacia las “regiones dominantes” del
norte y más tarde a Inglaterra y América del Norte (FT, 9/2/15, p. 2).
Para entender el origen de esta crisis y las alternativas con las que se
enfrentan Grecia y la UE es necesario examinar brevemente los desarrollos
políticos y económicos de las últimas tres décadas.
Empezaremos observando las relaciones entre Grecia y la UE desde 1980 hasta 2000; después continuaremos con el actual colapso y la intervención de la UE en la economía griega; por último, discutiremos el surgimiento de Syriza y su desempeño electoral, como también su creciente sumisión en el contexto del dominio y la intransigencia de la UE, destacando la necesidad que un quiebre radical con la pasada relación de “señor y vasallo”.
Historia
antigua: la construcción del imperio europeo
En 1980, Grecia fue admitida en la Comunidad Económica Europea (CEE) en
calidad de estado vasallo del emergente Imperio Franco-Alemán. Elegido Andreas
Papandreu, líder del Partido Socialista Panhelénico –con mayoría absoluta en el
Parlamento–, nació la esperanza de que se producirían cambios radicales tanto
en la política nacional y como en la exterior1.
Durante la campaña electoral, Papandreu prometió particularmente el rompimiento con la OTAN y la CEE, la denuncia del acuerdo con Estados Unidos sobre una base militar y una economía basada en la “propiedad social” de los medios de producción. Inmediatamente después de ser electo, Papandreu aseguró a la CEE y a Washington que su régimen permanecería dentro de la CEE y la OTAN y renovaría el acuerdo por la base militar de EEUU. Estudios realizados a comienzos de los ochenta por orden del gobierno en los que se documentan los resultados adversos en el medio y lejano plazo de la permanencia de Grecia en la CEE, especialmente la pérdida de control del comercio, el presupuesto y los mercados, fueron ignorados por Papandreu, quien prefirió sacrificar la independencia política y la autonomía económica en favor de la transferencia a gran escala de fondos, préstamos y créditos desde la CEE. El discurso de Papandreu a las masas desde el balcón hablaba de independencia y justicia social mientras que al mismo tiempo mantenía los vínculos con los banqueros europeos y los oligarcas de los sectores naviero y bancario. La elite europea de Bruselas y los oligarcas griegos de Atenas mantenían el control absoluto de las altas esferas del sistema político-económico griego.
Papandreu continuó con las prácticas políticas clientelares de los
regímenes de derecha anteriores a su llegada; lo único que hizo fue reemplazar
los funcionarios derechistas por miembros leales del PASOK.
La CEE hizo caso omiso de la retórica radical –falsa– de Papandreu y se
centró en la adquisición de control y sumisión del estado griego mediante la
financiación de un régimen corrupto y clientelar que desviaba dinero
–supuestamente, para proyectos de desarrollo– hacia la mejora de la
competitividad económica griega mediante la construcción de una maquinaria de
influencias basada en el incremento del consumo.
En última instancia, la elite de la CEE sabía que su control financiero
de la economía le permitiría determinar la política griega y mantenerla dentro
de las fronteras del emergente imperio europeo.
Pese a la demagógica retórica –supuestamente “tercermundista”– de
Papandreu, Grecia estaba profundamente instalada en la UE y la OTAN. Entre 1981
y 1985, Papandreu se deshizo de su retórica socialista en favor de un cada vez
mayor gasto social para reformas destinadas al bienestar, el aumento de los
salarios, las pensiones y la cobertura sanitaria, mientras que la
refinanciación de empresas quebradas dio lugar a la creación de un capitalismo
cleptocrático. Esto resultó en un aumento del nivel de vida, pero al mismo
tiempo la estructura económica griega seguía siendo la de un estado vasallo
fuertemente dependiente del sector financiero de la CEE, del turismo europeo y
de una economía rentística basada en los bienes inmuebles, las finanzas y el
turismo.
Papandreu consolidó el carácter de satélite avanzado de Grecia, de
plataforma militar de la OTAN y EEUU para sus intervenciones bélicas en Oriente
Medio y el este del Mediterráneo. Pero también de mercado de bienes
manufacturados en Alemania y el norte de Europa.
Desde octubre de 1981 hasta julio de 1989, el consumo griego aumentó
mientras que la productividad se estancó; Papandreu ganó las elecciones de 1985
utilizando fondos allegados por la CEE. Mientras tanto, la deuda griega con
Europa empezó a crecer... Los líderes de la CEE reprendieron a Grecia por la
asignación irregular de fondos por el vasto ejército de cleptócratas de
Papandreu, pero sin levantar demasiado la voz. Bruselas reconoció que Papandreu
y el PASOK conformaban la fuerza más eficaz para tener amordazados al sector
más radical del electorado griego y mantener a Grecia bajo el tutelaje de la
CEE y como leal satélite de la OTAN.
Lecciones
para Syriza: reformas cortoplacistas del PASOK y vasallaje estratégico
El PASOK, estuviera gobernando o no, siguió los pasos de su derechista
adversario (Nueva Democracia) al aceptar la camisa de fuerza de la OTAN y la
CEE. Grecia mantuvo el gasto militar per capita más alto de todos los gobiernos
europeos que integran la OTAN. Como resultado de ello, recibió préstamos y
créditos para financiar reformas sociales en el corto plazo y, a gran escala,
la corrupción de largo plazo, al mismo tiempo que ampliaba el aparato
partidario-estatal.
Con el ascenso al poder, en 2002, del abiertamente neoliberal primer
ministro Costas Simitis el régimen del PASOK recurrió a la “contabilidad
creativa” e inventó información gubernamental sobre del déficit presupuestario
con la ayuda de los bancos de inversión de Wall Street; pudo así convertirse en
miembro de la Unión Monetaria Europea. Con la adopción del euro, Simitis
profundizó aún más su subordinación financiera a unos funcionarios –no
elegidos– de Bruselas, dominados por el ministerio de finanzas de Berlín y los
bancos alemanes.
La oligarquía griega hizo espacio en lo alto de la pirámide para la nueva
generación de elite formada por los cleptócratas del PASOK, que había
conseguido muchos millones en las compras militares, cometido estafas bancarias
y acumulado deudas.
Las estafas bancarias a gran escala, que rondaban los 300 millones de
euros, incluso beneficiaron al despacho del ex primer ministro Papandreu.
Las relaciones clientelares dentro de Grecia se igualaron con sus
equivalentes entre Bruselas y Atenas.
Incluso antes del crash de 2008, los acreedores de la UE, banqueros
privados y entidades crediticias oficiales establecieron los parámetros de la
política griega. La crisis global mostró la fragilidad de los cimientos del
estado griego, y condujo claramente a la grosera y directa intervención del
Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la
Comisión Europea, la tristemente célebre “troika”. Esta tríada ordenó las
políticas de “austeridad” como condición para “rescatar” a la economía griega;
estas políticas han devastado la economía, provocado una importante depresión,
empobrecido a más del 40 por ciento de la población, reducido los ingresos en
un 25 por ciento y aumentado el desempleo hasta el 28 por ciento.
Grecia:
invitación al cautiverio
Grecia, en su calidad de país política y económicamente cautivo de la UE,
no tiene una respuesta política. Aparte de los sindicatos, que lanzaron 30
huelgas generales entre 2009 y 2014, los dos partidos principales –PASOK y
Nueva Democracia– invitaron a la UE para que se hiciera cargo de la situación.
La degradación del PASOK, convertido en un apéndice de la oligarquía y un
colaborador vasallo de la UE, vació de todo contenido su retórica “socialista”.
El ala derecha del partido Nueva Democracia reforzó y profundizó el dominio que
la UE ejerce sobre la economía griega. La troika prestó dinero (el “rescate”)
al estado vasallo griego que fue utilizado para pagar deuda a los oligarcas financieros
de Alemania, Francia e Inglaterra. La política de “austeridad” hace pasar
hambre al pueblo heleno para que se mantenga el flujo de pago de deuda hacia el
exterior y hacia arriba.
Europa:
¿Unión o Imperio?
La bancarrota financiera europea de 2008-2009 repercutió con mayor
intensidad en los eslabones más débiles: la Europa del sur e Irlanda. De este
modo, se ha revelado la verdadera naturaleza de la Unión Europea: un imperio
jerarquizado, en el que los estados más poderosos –Alemania y Francia– pueden
controlar abierta y directamente las inversiones, el comercio y las políticas
monetaria y financiera. El muy cacareado “rescate” de Grecia por parte de la UE
fue de hecho el pretexto para la imposición de profundos cambios estructurales;
entre ellos, la desnacionalización y privatización de todos los sectores
económicos estratégicos, la eternización de los pagos de la deuda, la
imposición desde el extranjero de las políticas de ingresos e inversiones.
Grecia ha dejado de ser un país independiente: ha sido total y absolutamente
colonizado.
La crisis
helena es eterna: el fin de las “ilusiones europeístas”
La elite griega y –durante por lo menos cinco años– la mayor parte del
electorado, creyeron que las medidas regresivas (“austeridad”) adoptadas: despidos,
recortes presupuestarios, privatizaciones, etc., eran una medicina difícil de
tragar pero transitoria, que conducirían a una pronta reducción de la deuda, a
presupuestos equilibrados, a nuevas inversiones, al crecimiento y a la
recuperación. Al menos, eso les habían dicho los expertos económicos y los
líderes de Bruselas.
En realidad, la deuda crecía, la declinante espiral económica continuaba,
el desempleo se multiplicaba y la depresión se profundizaba.
La “austeridad” era una política de base clasista diseñada en Bruselas para enriquecer a los banqueros extranjeros y saquear el sector público griego.
La clave del pillaje y saqueo de la UE era la pérdida de soberanía de
Grecia. Los principales partidos políticos, Nueva Democracia y PASOK, eran
solícitos cómplices. A pesar del 55 por ciento de tasa de desempleo juvenil (de
16 a 30 años), el corte de suministro eléctrico a 300.000 hogares y la
emigración a gran escala (más de 175.000 personas abandonaron el país), la UE
(como era esperable) rechazó reconocer que la “austeridad” estaba en la base
del fracaso de la recuperación de la economía griega. La razón por la cual la
UE se aferró dogmáticamente a una “política fracasada” fue que la UE se
benefició del poder, el privilegio y las utilidades del pillaje y la primacía
imperial.
Por otra parte, es probable que el reconocimiento por parte de Bruselas
del fracaso en Grecia implicara la exigencia de reconocer también su fracaso en
el resto de la Europa del sur y más allá, incluyendo Francia, Italia y otros
miembros importantes de la UE (Economist, 17/1/15, p. 53). Las elites
financieras y comerciales europeas y de Estados Unidos han aprovechado la
crisis y la depresión para prosperar, mediante la imposición de recortes en el
gasto social, los sueldos y los salarios. El reconocimiento de su fracaso en
Grecia reverberaría en Estados Unidos y Europa, y cuestionaría tanto la
política económica como la ideología subyacente, incluso la propia legitimidad
de las potencias dominantes. La razón por la cual todos los gobiernos de la UE
respaldan su insistencia en cuanto a que Grecia debe continuar acatando una
política obviamente perversa y regresiva de “austeridad” es que esos mismos
gobiernos han sacrificado el nivel de vida de su propia fuerza laboral durante
la crisis económica (FT, 13/2/15, p. 2).
La crisis económica que se prolonga desde 2008-2009 hasta hoy (2015),
exige aún duros sacrificios para perpetuar los beneficios de la clase dominante
y para financiar los subsidios estatales a los bancos privados. Todas las
instituciones financieras más importantes –el Banco Central Europeo, la
Comisión Europea y el FMI– acatan la disciplina: no está permitido ningún
disenso ni desviación. Grecia debe aceptar los dictados de la UE o enfrentarse
a represalias financieras mayores.
“Asfixia económica o perpetua sumisión a la deuda” es la lección que Bruselas ofrece a todos los estados miembros de la UE. Mientras su discurso parece dirigido a Grecia, la realidad es que se trata de un llamado de atención a todos los países, a sus movimientos de oposición, a sus sindicatos y a quienes cuestionen las órdenes de la oligarquía de Bruselas y sus mandamases berlineses.
“Asfixia económica o perpetua sumisión a la deuda” es la lección que Bruselas ofrece a todos los estados miembros de la UE. Mientras su discurso parece dirigido a Grecia, la realidad es que se trata de un llamado de atención a todos los países, a sus movimientos de oposición, a sus sindicatos y a quienes cuestionen las órdenes de la oligarquía de Bruselas y sus mandamases berlineses.
Todos los medios más importantes y los expertos económicos de referencia
han asumido el papel de altavoces de los oligarcas de Bruselas. El mensaje,
repetido innumerables veces por los liberales, los conservadores y los
socialdemócratas a las naciones convertidas en víctimas, a los trabajadores
asalariados en decadencia y los pequeños comerciantes, es que no tienen otra
opción que aceptar las medidas regresivas, la rebaja drástica de las
condiciones de vida (“reformas”, las llaman) si tienen la esperanza de una
“recuperación económica”; lo que, por supuesto, ¡no ha ocurrido después de
cinco años!
Grecia se ha convertido en el objetivo central de las elites económicas
europeas porque el pueblo heleno ha avanzado desde la protesta intrascendente y
sin consecuencias hasta el acceso al poder político. La elección de Syriza a
partir de una plataforma de recuperación de la soberanía, de rechazo a la
austeridad y de redefinición de las relaciones con sus acreedores de modo de
favorecer el desarrollo nacional ha establecido el escenario de una posible
confrontación de alcance continental.
El
surgimiento de Syriza; dudosos legados, luchas de masas y promesas radicales
(rotas)
El crecimiento de Syriza desde una alianza de pequeños grupos marxistas
hasta el gran partido de masas capaz de ganar unas elecciones se debe en parte
a la incorporación de millones de empleados públicos, pensionistas y pequeños
comerciantes de clase media baja. Muchos de ellos apoyaban antes al PASOK.
Votaron a Syriza para recuperar las condiciones de vida y seguridad laboral del
anterior periodo de “prosperidad” (2000-2007) que habían alcanzado dentro de la
UE. Su rechazo radical a PASOK y Nueva Democracia se produjo después de cinco
años de profundo sufrimiento, que en algún otro país podría haber provocado una
revolución. El radicalismo empezó con protestas, marchas y huelgas con la
intención de presionar a los gobiernos de derecha para que modificaran la
orientación tomada por la UE, acabaran con la austeridad sin renunciar a la
membresía en la UE.
Este sector de Syriza es “radical” respecto de lo que hoy rechaza pero
conformista en su nostalgia del pasado: los tiempos en que el euro podía pagar
unas vacaciones en Londres o París, créditos baratos para comprar coches y
productos alimenticios importados, ¡“sentirse modernos” y “europeos” y hablar
en inglés!
En parte, la política de Syriza refleja a este sector ambiguo de su
electorado. En contraste, Syriza también consigue que le vote la juventud
radical sin empleo y los trabajadores que nunca formaron parte de la sociedad
consumista ni se identificaron con “Europa”. Syriza surgió como partido de
masas con capacidad electoral en el transcurso de menos de cinco años, y sus
seguidores y líderes reflejan un alto grado de heterogeneidad.
Ideológicamente, el sector más radical ha salido de los grupos marxistas
que en el inicio se unieron para formar el partido. El sector de la juventud
sin empleo se unió después de los disturbios y enfrentamientos con la policía
en los que se produjo el asesinato de un joven activista en los primeros años
de la crisis. La tercera ola está compuesta en gran parte por miles de
funcionarios públicos que habían sido despedidos y empleados jubilados que
habían sufrido grandes recortes en su pensión por orden de la troika en 2012.
La cuarta ola está formada por antiguos miembros de PASOK que habían abandonado
el barco que se hundía de un partido en quiebra.
La izquierda de Syriza se concentra en la masa de base y entre los
cuadros medios de los movimientos locales. Los líderes más importantes de
Syriza, hoy día en posiciones de poder, son académicos, algunos llegados del
extranjero. Muchos de ellos son de incorporación reciente e incluso los hay que
no son afiliados al partido. Pocos entre ellos han estado involucrados en las
luchas en la calle y muchos tienen escasos vínculos con los militantes de base.
Están muy ansiosos por firmar un “trato” que sacrifica al sector más
empobrecido del pueblo griego.
A medida que Syriza se acercaba al triunfo electoral de 2005, empezó a
elaborar su original programa de radicales cambios estructurales (al
socialismo) y a adoptar medidas que apuntaban a complacer los intereses de los
negocios griegos. Tsipras habló de “negociar un acuerdo” dentro del marco de la
Unión Europea dominada por Alemania. Tsipras y su ministro de finanzas
propusieron la renegociación de la deuda, la obligación de pagar y ¡el 70 por
ciento de la “reformas”! ¡Con la firma del acuerdo, ambos capitularon
completamente!
Durante un breve lapso, Syriza mantuvo una posición dual de “oposición” a
la austeridad y de llegar a un acuerdo con sus acreedores. Su política “realista”
reflejaba la posición de los nuevos ministros de origen académico, los antiguos
miembros del PASOK y la clase media en decadencia. Los gestos y la retórica
radicales de Syriza respondían a la presión de los desempleados, los jóvenes y
la masa empobrecida, destinados todos a perder de llegarse al acuerdo de pago
de deuda que se estaba negociando con los acreedores.
Unión
Europea - Syriza: las concesiones antes de luchar conducen a la rendición y la
derrota
En realidad, la “deuda griega” no es una deuda contraída por el pueblo
helénico. Es sabido que los acreedores institucionales y los bancos europeos
prestan dinero en condiciones de alto riesgo a los cleptócratas, oligarcas y
banqueros que luego desvían en su mayor parte a cuantas suizas, operaciones
inmobiliarias en Londres y París o actividades incapaces de generar beneficios
para saldar la deuda. Dicho de otro modo, la deuda, en su mayor parte es
ilegítima y fue endilgada fraudulentamente al pueblo griego.
Syriza, desde el comienzo de las “negociaciones”, no cuestionó la
legitimidad de la deuda ni identificó las clases y empresas privadas que en
particular deberían pagarla.
En segundo lugar, mientras Syriza desafiaba la política de “austeridad”,
no cuestionaba los organismos europeos ni las instituciones de la UE que la
imponían.
Desde se comienzo Syriza ha aceptado la pertenencia de Grecia a la UE. En
nombre del realismo, el gobierno de Syriza asumió el pago de la deuda, o una
parte de ella, como base de la negociación.
La estructura interna desarrollada por Syriza es de una jefatura
altamente centralizada en la que las decisiones más importantes son tomadas por
Alexis Tsipras. Su liderazgo de tipo personalista limita la influencia de la
militancia de base radicalizada. Esto ha facilitado los “compromisos” con la
oligarquía de Bruselas que poco tienen que ver con las promesas de la campaña
electoral y pueden llevar a una eterna dependencia griega de las políticas
centradas en la UE y los acreedores.
Desde las elecciones, además, Tsipras ha reforzado la disciplina
partidaria para asegurar que cualquier compromiso que pueda plantear una duda
no sea objeto de debate público o de rebeldía extraparlamentaria.
El
Imperio contra una salida democrática de Grecia
Desde el momento en que Syriza recibió el mandato democrático, la elite
de la UE siguió el acostumbrado curso autoritario de todos los gobiernos
imperiales. Exigió a Syriza, 1) rendición incondicional; 2) continuidad de las
estructuras, políticas y prácticas de la anterior coalición de partidos
gobernantes (PASOK y Nueva Democracia); 3) que Syriza desista de todas las
reformas sociales (aumento del salario mínimo, incremento de las pensiones y el
gasto en salud, educación y desempleo; 4) que Syriza obedezca estrictamente las
directivas económicas y supervise lo formulado por la troika (Comisión Europea,
BCE y FMI); y 5) que Syriza mantenga el actual objetivo de déficit
presupuestario en el 4,5 por ciento de los resultados económicos del periodo
2015-2017.
Para que se cumpla la estrategia de estrangulamiento al nuevo gobierno,
Bruselas amenazó que recortaría repentinamente todas las facilidades de pago,
actuales y futuras, exigiendo la cancelación inmediata de los pagos de la duda,
cerrando el acceso a fondos de emergencia y rechazando el respaldo a bancos
griegos vinculados a la deuda, que proporcionan préstamos al comercio local.
Bruselas obsequia a Syriza con la fatídica “opción” de cometer suicidio
político y alienarlo de sus apoyos electorales en el caso de que acepte sus
dictados. Si traiciona su mandato, Syriza se verá frente a enfadados
manifestantes. Si rechazara las órdenes de Bruselas y acudiera a la
movilización de la base partidaria, Syriza podría buscar nuevas fuentes de
financiación, imponer controles al capital y avanzar en la dirección de una
radical “emergencia económica”.
Bruselas se ha “amurallado” y hace oídos sordos a las primeras
concesiones ofrecidas por Syriza. En vez de eso, Bruselas las considera como
“pasos” hacia una capitulación total y no como esfuerzos para alcanzar un
“compromiso”.
Syriza ya ha hecho llamados por una quita a gran escala de la deuda, en
favor de una ampliación del marco temporal para su pago. Syriza ha acordado
continuar pagando la deuda, en tanto esos pagos estén vinculados a la tasa de
crecimiento económico. Syriza acepta la supervisión europea, en tanto no la
haga la odiada “troika”, que para la mayoría de los griegos tiene connotaciones
maléficas. Sin embargo, los cambios semánticos no cambian la sustancia de la
“soberanía limitada”.
Syriza ya ha aceptado la dependencia estructural en el largo y el mediano
plazo de modo de asegurar tiempo y margen para financiar en el corto plazo sus
programas de impacto en la población. Todo lo que pide Syriza es una mínima
flexibilidad fiscal ¡bajo la supervisión del ministro de finanzas alemán!
Syriza ha suspendido provisoriamente la privatización en curso de
infraestructuras clave: instalaciones en puertos y aeropuertos, producción de
energía y sectores de las telecomunicaciones. Pero no ha acabado con ellas ni
revisado las privatizaciones ya realizadas. Sin embargo, para Bruselas, el
deshacerse a cualquier precio de lucrativos sectores estratégicos griegos es
una parte esencial de su agenda de “reformas estructurales”.
Las moderadas propuestas de Syriza y su esfuerzo por trabajar dentro del
marco de la UE instaurado por los anteriores regímenes vasallos fueron
rechazadas por Alemania y sus 27 marionetas de la UE.
La dogmática afirmación de la UE de las extremistas políticas
ultra-neoliberales, incluyendo el virtual desmantelamiento de la economía
nacional helena y la transferencia de los sectores más lucrativos a las manos
de los inversores imperiales ha encontrado eco en las páginas de los
principales medios impresos. Financial Times, Wall Street
Journal, New York Times, The Washington
Post, Le Monde, son armas propagandistas del extremismo de la
UE.
Ante la intransigencia de Bruselas y enfrentado con la “histórica opción”
–capitulación o radicalización–, Syriza intentó persuadir a los gobiernos clave.
Syriza mantuvo numerosos encuentros con ministros de la UE. El primer ministro
Alexis Tsipras y el ministro de finanzas Yanis Varoufakis viajaron a París,
Londres, Bruselas, Berlín y Roma en busca de un acuerdo “compromiso”. Todo ha
sido en vano. La elite de Bruselas insistió:
Las deudas deben pagarse completamente y en término.
Grecia debería restringir sus gastos para acumular un excedente del 4,5
por ciento que aseguraría los pagos a acreedores, inversores, especuladores y
cleptócratas.
La falta de cualquier flexibilidad económica o predisposición a la
aceptación de aun el mínimo compromiso es una decisión política: humillar y
destruir la credibilidad de Syriza como gobierno contra la austeridad a los
ojos de los apoyos interiores pero también a los de aquellos potenciales
imitadores en España, Italia, Portugal e Irlanda (Economist, 17/1/15, p.
53).
Conclusión
El estrangulamiento de Syriza forma parte del proceso –que ya lleva 10
años– de asesinato de Grecia a manos de la UE. Una respuesta feroz al heroico
intento de un pueblo entero arrojado a la miseria, condenado a ser gobernado
por la cleptocracia conservadora y los socialdemócratas.
Los imperios no obligan a capitular a sus colonias mediante argumentos
razonados o el fracaso de sus “reformas” regresivas.
La actitud de Bruselas en relación con Grecia está inspirada en la regla
“gobierna o destruye”. La expresión “rescate” es un eufemismo de reciclaje
financiero mediante el pago de Grecia a los bancos controlados por Europa,
mientras los trabajadores y empleados griegos son cargados con una deuda aún
mayor y una eterna dominación. El “rescate” de Bruselas es un instrumento de
control de las instituciones imperiales, llámense “troika” o de cualquier otra
manera.
Bruselas y Alemania no quieren miembros discrepantes; pueden ofrecer
algunas concesiones menores para que el ministro de finanzas Varoufakis pueda
reivindicar una “victoria parcial”, ¡un vergonzoso y vacuo eufemismo imposible
de tragar!
El acuerdo de “rescate” será descrito por Tsipras-Varoufakis como “nuevo”
y “diferente” respecto del pasado o como un repliegue “temporal”. Los alemanes
quizá “permitan” que los griegos posterguen hasta el “año que viene” el
objetivo de reducir el déficit presupuestario del 4,5 al 3,5 por ciento, pero
aun así se verán reducidas las sumas de dinero necesarias para estimular la
economía y se “pospondrán” los aumentos de las pensiones, del salario mínimo,
etc.
Las privatizaciones y otras reformas regresivas no se acabarán; serán
“renegociadas”. El estado conservara una “participación” minoritaria.
Se pedirá a los plutócratas que paguen algunos impuestos más pero no la
restitución de los miles de millones de impuestos evadidos en las décadas
pasadas.
Tampoco serán llevados a los tribunales los cleptócratas operativos de
PASOK y Nueva Democracia.
Los compromisos de Syriza demuestran que la disparatada caracterización
de Syriza que hace la derecha (The Economist, Financial Times, NY
Times, etc.) como formación de “izquierda dura” o ultraizquierdista no está
basada en la realidad. En cuanto al electorado helénico, su “esperanza en el
futuro” podría derivar hacia la ira por el presente. Solo la presión de las
masas de abajo puede revertir la capitulación de Syriza y los inmorales
compromisos del ministro de finanzas Vardourakis. Dado que él carece de
cualquier base de sustento dentro del partido, Tsipras puede destituirlo muy
fácilmente por la firma de un “compromiso” que sacrifica los intereses
fundamentales del pueblo.
De hecho, sin embargo, el dogmatismo y la intransigencia de la UR pueden
echar por tierra hasta los tratos más favorables, y Tsipras y Syriza –contra
sus deseos– podrían verse forzados a abandonar el Imperio europeo y hacer
frente al desafío de crear unas políticas y economía realmente novedosas y
radicales como país libre e independiente.
Es muy probable que una salida satisfactoria griega del imperio formado
por Alemania y la UE conduzca hacia un rompimiento de la UE, en la medida que
otros estados vasallos se rebelen y sigan el ejemplo griego. Podrían no solo
rechazar la austeridad sino también la deuda externa y el pago eterno de
intereses. La totalidad del imperio financiero, el llamado sistema financiero
mundial, podría sufrir una sacudida... Una vez más, Grecia podría convertirse
en la “cuna de la democracia”.
Epílogo: Hace 30 años, trabajé activamente durante tres años (1981-1984)
como asesor en el gobierno del primer ministro Papandreu. Él, al igual que
Tsipras, empezó prometiendo cambios radicales y terminó capitulando ante
Bruselas y la OTAN, y abrazando a los oligarcas y cleptócratas en nombre de
“compromisos pragmáticos”. Esperemos que, enfrentados a una revuelta
generalizada, tanto el primer ministro como Syriza opten por un camino
diferente. No es ineluctable que la historia se repita como tragedia o como
farsa.
Cita: http://www.fundanin.org/nin13.htm