Lo que ponen en evidencia los 11 millones de documentos del bufete Mossack-Fonseca, conocidos como "los papeles de Panamá", es el grado de podredumbre del sistema capitalista internacional, no solo por el tipo de delitos que se esconden detrás de las "empresas off shore" (fuga de capitales, lavado de divisas, peculados, evasión fiscal, etc.), sino por la extensión del mismo por una multiplicidad de países del mundo globalizado, abarcando una pléyade de personalidades políticas, empresariales, deportivas y hasta artísticas.
Este caso es apenas la punta del iceberg, pues se trata de una sola firma de las que se dedican a fabricar "empresas de maletín" a pedido de todo tipo de personajes, algunos de ellos dedicados a robar a sus pueblos, ya sea por la vía de la evasión fiscal u otros delitos.
Hay que tomar en cuenta que en Panamá hay al menos media docena de firmas de alto vuelo dedicadas a este negocio, y que nuestro país es apenas uno de una docena de naciones que cuentan con sistemas financieros y legales construidos para la labor de ocultamiento de riquezas, mal llamadas "paraísos fiscales". Tampoco hay que olvidar que varios de esos paraísos están ubicados en el corazón de Estados Unidos (como Reno y Miami) y de Europa occidental (como Liechtenstein).
El hedor que emana de las oficinas de Fonseca Mora, hasta hace unas semanas ministro asesor del presidente Juan Carlos Varela, dirigente del partido panameñista y donante de su campaña electoral (no se sabe con cuánto), es el olor a podrido del sistema capitalista mundial el cual, en su fase decadencia, ya no le basta arrebatar plusvalía a la clase trabajadora por vías "legales", sino que necesita complementar su sed irracional de ganancia mediante el robo y la depredación, lo que el insigne David Harvey llama "acumulación por desposesión", o sea, capitalismo del saqueo.
Rosa Luxemburgo lo vaticinó a inicios del siglo XX, la disyuntiva de la humanidad es avanzar al socialismo o recaer en la barbarie. Las dificultades objetivas y subjetivas que han impedido llevar a la humanidad a una sociedad sin explotadores, han propiciado la forma de capitalismo degenerado (salvaje) que no le basta la simple explotación del trabajo asalariado, sino que necesita robar y saquear por todos los medios, esconder su botín, y luego presentar la cara de hipócrita moralidad.
En Panamá hace tiempo que sabemos que estamos gobernados por oligarcas corruptos y ladrones descarados. Ellos mismos se sacan los papeles a cada rato para deslegitimarse mutuamente. Todos los gobiernos de los últimos 26 años han estado manchados por la corrupción. Todos esos gobiernos han estado manipulados por un puñado de bufetes de abogados, que viven de los mismos negociados que Fonseca, las directivas de un par de bancos y dos o tres medios de comunicación. Como ejemplo, basta recordar la corte de ministros de Martinelli juzgados por peculado al día de hoy.
Por esa razón, desde la clase trabajadora, desde abajo de la sociedad panameña, hablando desde los explotados, no podemos dejarnos manipular y caer en la falacia "nacionalista" que el gobierno de Varela, los bufetes y los políticos quieren vendernos de la "defensa del honor de Panamá", frente a una supuesta "difamación" extranjera. Esa suciedad y ese deshonor son de ellos, no del pueblo panameño.
Ese Panamá que ellos, los oligarcas, quieren defender, del secreto bancario y otras jugadas sucias que sirven para esconder la plata robada a pueblos hermanos; esa corrupción es de ellos, no de los trabajadores panameños. Esas empresas que sirven de refugio a los maleantes extranjeros y nacionales, son responsabilidad de ese grupito que se ha enriquecido con ese tipo de negocios, no del pueblo panameño. Los que ayudan a robarle a otros pueblos mediante empresas de maletín, son los mismos que asesoran a los que roban al pueblo panameño. Que ellos carguen con sus responsabilidades y hagan frente a la justicia, que aspiramos que esta vez llegue.
Lo que ha quedado al descubierto es que no solo Martinelli y sus secuaces eran unos delincuentes, sino que Varela también está rodeado de maleantes. La única forma de limpiar el nombre de Panamá y al país es sacándolos del poder con la movilización popular y refundar la nación barriendo a los corruptos con una Asamblea Constituyente originaria.
Panamá, 8 de abril de 2016.
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