La marca Budwiser ya andaba frotándose las manos.
Había conseguido ser patrocinadora oficial del mundial de Qatar.
La publicidad a nivel mundial y la exclusividad en la venta de cerveza en el interior y proximidades de los estadios bien les valía los 75 millones de euros que había soltado para ello.
Así que forzó al máximo su producción para que asegurar las alegres o violentas cogorzas de una afición tan sobrada de pasta como carente de escrúpulos.
Fueron descargadas, almacenadas... y ahí se quedaron.
Porque 48h antes del evento el régimen catarí decidió prohibir la venta de alcohol en los estadios.
Demandarán, supongo, pero de momento que les jodan.
Que le jodan a Budweiser y que le jodan a los cenutrios que fueron al mundial.
Como decía mi abuela "quien con niños se acuesta, meao amanece"
No hay comentarios:
Publicar un comentario