lunes, 10 de octubre de 2022

Mi amigo me insulta lo normal, mi marido me pega lo normal.


 
El COLEGIO MAYOR expulsa a UNO de los 159 ALUMNOS que lanzaron GRAVES INSULTOS MACHISTAS

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Un grupo de jóvenes del Colegio Mayor Elías Ahuja de Madrid se enfrentan a una expulsión por proferir gritos machistas hacia las estudiantes residentes de otro colegio mayor situado justo enfrente, el Santa Mónica.

 Se ha tratado de una acción coordinada en la que la mayoría de jóvenes se asomó a las ventanas de sus respectivas habitaciones y gritaron:  "Putas, salid de vuestras madrigueras", entre otros. 

El centro ha pedido perdón a las jóvenes y ha anunciado expulsiones.  

En el vídeo, grabado justo enfrente de la fachada del colegio mayor, se ve cómo desde una ventana, la única abierta e iluminada en todo el bloque, un joven profiere unos gritos:  "Putas, salid de vuestras madrigueras, conejas.

 Sois unas putas ninfómanas. Os prometo que vais a follar todas en la capea. 

¡Vamos, Ahuja!".

 Inmediatamente después, se suben las persianas de las demás ventanas y decenas de jóvenes tras ellas comienzan a proferir al unísono proclamas machistas. 



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 Sí, las chicas del Colegio Mayor Santa Mónica tienen todo el derecho a decir que no les molesta que las llamen putas ninfómanas, ni que se las van a follar.

 Tienen todo el derecho a considerar que los aullidos de los jóvenes del Elías Ahúja es algo inofensivo. Una tradición, aseguran.  

También era tradición que el señor feudal desvirgara a la novia la noche de bodas, antes de que el marido pudiera tener relaciones sexuales con ella.

 También era tradición quemar a las mujeres que se atrevían a leer o a ejercer de curanderas, bajo el pretexto de que eran brujas peligrosas. 

Pero viniendo más al presente, hace muy poco, también era tradición no dejar que las niñas estudiaran, ellas con la casa ya tenían suficiente. 

O los peligros de que leyeran y escribieran, no fueran a mandarle cartas de amor a los novios.  

También era tradición que las mujeres no pudieran abrir una cuenta bancaria o trabajar sin permiso del marido -tampoco hace tanto, hablad con vuestras madres-.

  Lo que pasa es que a ti, alumna del colegio mayor Santa Mónica, te llame en público "puta ninfómana" una manada de jóvenes de la élite -que serán jueces, abogados, registradores de la propiedad, médicos, directivos del Ibex...- no te afecta sólo a ti.

 (Y digo élite porque pocas familias pueden permitirse pagar 1.300 euros al mes de estancia para sus hijos). 
 
 ¡Putas, salid de vuestras madrigueras, conejas, sois unas putas ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la capea!

  Que hablemos de tradición en un tema tan grave implica aceptar en público que bajo determinadas circunstancias la violencia machista es aceptable.

 ¿Qué pensará una adolescente cuando la llamen puta en un bar?

 ¿O una joven como tú, de apenas 18 años, cuando le escupan a la cara "zorra ninfómana" porque ha rechazado a un moscón en una discoteca?

  Los mismos que llevan meses rabiando por la posibilidad de que a los chicos y chicas les enseñen educación sexual en la escuela son los que ahora dicen que es aceptable que a sus hijas las llamen putas y ninfómanas, o que sean sus hijos los que aúllen esos insultos desde la ventana.  

 . Tradición es sacar un paso en Semana Santa. Comerse unas torrijas. Lanzar una moneda a una fuente para atraer la buena suerte.  

Tradición no es que te insulten lo normal.

 Porque hace muy poco también pensábamos que los maridos podían pegar "lo normal".  -¿Le pega su marido?  -Mire usted, mi marido me pega lo normal.  

¿Cuántos médicos, como el forense Miguel Lorente -que tituló así un libro-, escucharon eso en las consultas de urgencias? 

¿Cuántas mujeres lo dijeron a sus familias, en el supermercado, a todo el que se atrevía a preguntarle por los moratones en la cara o en el cuerpo? 

 Esas adolescentes del colegio mayor Santa Mónica tienen todo el derecho del mundo a decir que no les molestan esos mensajes.

 Claro que sí. Igual que una mujer islámica tiene todo el derecho a decir que lleva velo porque quiere. 

Pero nosotros, como sociedad, tenemos todo el derecho a ver la secuencia en su conjunto.

 Que ellas no se sientan ofendidas -o crean que no se sienten ofendidas- no significa que esos cánticos no sean terroríficos o que el velo islámico no sea una opresión intolerable.

 Que ahora piensen eso no significa que sigan pensándolo cuando hayan terminado de madurar.

 Yo también consideraba normales los gritos y gestos obscenos que nos hacían a las chicas los militares del acuartelamiento del Bruc de Barcelona cada día cuando iba al instituto.

 Total, pobres, estaban haciendo la mili. Y, total, que bien sentirse deseada. ¿Verdad?  

Dadles la libertad de llamaros puta y ninfómana, normaliza que te aúllen como una panda de osos en celo, sonríe y justifícalos -pobrecitos-, cuando la sociedad les reprende.

 Porque así seguirán pensando que está bien. Y que os gusta. No sólo a vosotras, sino al resto de las mujeres. Eso les envalentonará. 

Y, después, ya sabemos tristemente lo que pasa.  

Ojalá ninguna de estas chicas que han alentado el machismo tenga que arrepentirse nunca. 

Carme Chaparro  7 de octubre de 2022.

Mi amigo me insulta lo normal, mi marido me pega lo normal.


 

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