miércoles, 13 de julio de 2022

La izquierda española y los nacionalismos


 La izquierda española y los nacionalismos

Se trata de reflexionar sobre la manifiesta división de la izquierda en España a lo largo de las fracturas nacionales. 

 El «no nacionalismo» de la izquierda deriva del vetusto y venerable principio del internacionalismo proletario o de una especie de ilustrada prédica moderna sobre cómo la integración europea está acabando con los estados nacionales. 

Siendo distinto su origen, no lo son sus objetivos: la idea del «no nacionalismo» es oponerse a los nacionalismos periféricos de izquierdas. A éstos se les dice que son teóricamente inconsistentes, pues la izquierda no es compatible con forma alguna de nacionalismo o que son anacrónicos, por ir contra el espíritu europeo supraestatal del tiempo.  

Para dar verosimilitud a su afirmación de no nacionalismo, la izquierda española echó mano hace unos años a un concepto que, a su entender, podría darle contenido: el patriotismo constitucional. 

La lealtad no se debía a la nación, concepto resbaladizo, etnicista y sospechoso, sino a la Constitución, esto es, a las reglas del juego civilizado que articulan una sociedad democrática. Tan resplandeciente le parecía el hallazgo que invitaba a las izquierdas periféricas a seguir su ejemplo. 

 Pero éstas no tomaron la senda constitucional, como Fernando VII. 

La Constitución no había generado la nación, sino que era la nación la que se dotaba de una Constitución.

 Una Constitución de la nación española en la que los nacionalistas periféricos de izquierda no se sentían reflejados. 

Y la cosa se puso ya imposible cuando el PP en su congreso de 2002, en plena borrachera de poder, decidió hacer suya la idea: «Entendemos el patriotismo constitucional como el vínculo democrático entre españoles, titulares en común de la soberanía, que agrupados en torno a las libertades de la Constitución forman una nación cívica y plural. 

Afirmamos que España es una nación plural», decía el señor Piqué, corredactor de la ponencia ideológica.

  «Nación plural» es una contradicción en los términos. Sirve para disfrazar una intención impositiva de la nación española única sobre las demás. 

Así las cosas, el concepto de «patriotismo constitucional» era inutilizable para la izquierda, que se veía obligada a reconocer su nacionalismo.

 Pero lo hacía proclamándose heredera de uno liberal (los gramscianos lo radicalizarían en lo «nacional-popular») que ha estado siempre presente en nuestra historia, aunque generalmente sojuzgado y perseguido por el otro nacionalismo tradicionalista, autoritario, no democrático.

 La idea era que ese nacionalismo Guadiana liberal español sí tenía razón de ser y en él debieran confluir los nacionalismos periféricos de la izquierda. 

 La negativa de éstos a integrarse en el nacionalismo liberal de amplio seno liquida toda mixtificación y deja al desnudo la cuestión decisiva del debate, su elemento discriminante: el derecho de autodeterminación. 

Tal es el núcleo de la discordia. ¿Está la izquierda española dispuesta a reconocer el derecho de autodeterminación de vascos, catalanes y gallegos? 

A esta pregunta he visto muchas respuestas que, además, han variado a lo largo de los años, pero no es exagerado decir que, al día de hoy, la contestación es mayoritariamente que no. 

 Para justificar la negativa, la izquierda española dispone de una batería de argumentos que no ha lugar a analizar aquí pero sí pueden enumerarse. 

Se aduce que no existen los derechos subjetivos; que no hay un titular definido del derecho (pues no se sabe quién componga el «pueblo vasco» o el «pueblo catalán» y por qué no haya de ser sujeto el «pueblo ampurdanés» o el «pueblo alavés»); que, sean quienes sean los pueblos catalán, vasco, etc. ya se han autodeterminado como partes del pueblo español; que la autodeterminación es un derecho que dejará de serlo el día en que se materialice como independencia; y que no cabe reconocerlo porque España no sobreviviría a su ejercicio.

  En muy buena medida, los derechos son decisiones políticas porque, aunque se hagan arrancar de la naturaleza humana misma, anterior a toda forma política (si eso tiene algún sentido), sólo se pueden ejercer como producto de una voluntad política. 

Habrá, pues, derecho de autodeterminación si existe voluntad política de que lo haya, pues las razones sustantivas en su contra no son determinantes. 

El problema es que no es lo mismo cuando uno recaba el derecho de autodeterminación para sí, para decidir sobre su integración en un orden político superior, que cuando hay que reconocérselo a otro que puede ejercerlo en contra de uno.

 Eso es más difícil. Por ello la izquierda nacionalista periférica es partidaria de la autodeterminación y la izquierda española, no.  

La cuestión es si eso no es un error. No consigo comprender que la izquierda propugne una idea de nación que no sea voluntaria y sí impositiva y autoritaria. Que se haya dado en el pasado (baste revisar el patriotismo gran-ruso estalinista) y que se siga dando es obvio. 

Pero no menos erróneo. Una sociedad no puede ser libre si alguno de los elementos que la componen está en ella a la fuerza. Y la forma más segura de garantizar la voluntariedad de un acuerdo es que las partes tengan siempre el derecho de salir de él. 

Tal es mi idea de la izquierda: puedo ser (y soy) nacionalista de una nación que reconoce a sus componentes el derecho a separarse de ella. 

 El único argumento de cierto peso que parece haber en contra del reconocimiento del derecho de autodeterminación es la cuestión de si su hipotético titular está dispuesto, a su vez, a reconocérselo a sus partes componentes contra él mismo.

 Pero ese es un asunto que compete a los respectivos nacionalismos «periféricos», no al español que, si es de izquierdas, partirá de una idea de nación española libre y voluntaria, garantizada por el derecho de autodeterminación de las partes que la componen.  * Escritor y catedrático de Ciencia Política en la UNED

La izquierda española y los nacionalismos  

 Las izquierdas en las tres nacionalidades llamadas «periféricas» tienen una clara tendencia nacionalista si es que no son directamente independentistas. La izquierda del Estado español, en cambio, salvo algunas excepciones, ha venido sosteniendo ser «no nacionalista» y mucho menos en el sentido del nacionalismo de casta, tradicional, cuya última manifestación fue el franquismo.

 IZQUIERDA ESPAÑOLA Y LA SIEMPRE  MISMA CONTRADICCIÓN PARA RESOLVER   

  Siempre he dicho que la izquierda española tiene un problema con las nacionalidades. 

Se aferra a una idea de la España histórica creada a través de errores y exageraciones y manipulaciones  de los  hechos y mitos de los pueblos que les precedieron antes en el tiempo y de la que la historia española se apropia como suya, sin ningún pudor, historias de epopeyas constantemente relatadas  machaconamente s en esa historia inventada por los historiadores del Reino. 

El sustrato de la idea de nación era necesario crearlo a través de una lectura común de identidad que cuajase la idea de pertenencia a una nación, bajo un mismo escudo y una sola bandera, al igual que una misma religión.

 Un hecho que se fue cuajando desde los Reyes Católicos, hasta exacerbarse en el franquismo. 

Y es que ésta idea de la España "Histórica" ha cuajado tan hondo en las mentes de los habitantes de la vieja Castilla, Reino de León y Asturias al principio y que luego se hizo extensa al resto del territorio que es difícil deshacerse del paradigma o de la mochila histórica inventada de la que nos ataron las mentes desde nuestros primeros pasos en la enseñanza. 

Una nación se compone de individuos que hablan un idioma común desde sus propios orígenes del tiempo y que han pertenecido siempre a un territorio común, tienen una cultura común y también tienen características “Etnicas” comunes.  

  Definición de Nación “Conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten vínculos históricos, culturales, religiosos, etc., tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o comunidad, y generalmente hablan el mismo idioma y comparten un territorio”  otra definición más moderna “Comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios, que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades” 

 ¿Cuándo y cómo nació el castellano? 

Al finalizar el siglo XIV, el castellano es la lengua más usada en España. Según parece, el castellano nació en la parte norte de Castilla, en una zona comprendida entre Cantabria y Burgos. ... 

El latín fue la lengua de los romanos. 

El francés, el inglés y el ruso son lenguas romances”  

 En el caso de España eso no se ha dado nunca.

 El castellano no es el idioma común de toda la península desde tiempos remotos, además proviene de lenguas romances teniendo de base el Latín, con influencias  sobre todo de las lenguas que nacieron en el territorio ibérico como el euskera y con raíces de lenguas anteriores celticas e ibéricas, germánicas y árabes,  solo lleva 600/700 años de historia aunque hay historiadores que tratan de demostrar que el “Chapurriau” que se hablaba en Castilla en los siglos anteriores (Año 500 d.C.) se le podía llamar español.

 “La creación de un idioma español estandarizado basado en el dialecto castellano comenzó en el año 1200 con el rey Alfonso X, quien fue llamado el rey-erudito de Castilla y León. 

Él y su corte de eruditos adoptaron la ciudad de Toledo, un centro cultural en la planicie central, como la base de sus actividades. Ahí, los eruditos escribieron obras originales en castellano y tradujeron historias, crónicas y obras científicas, jurídicas y literarias de otros idiomas (principalmente de latín, griego y árabe.) 

En efecto, este esfuerzo histórico de traducción fue un vehículo importante para la diseminación del conocimiento en la Europa occidental antigua. Alfonso X también adoptó el castellano para el trabajo administrativo y todos los documentos y decretos oficiales” 

 . El castellano viejo escrito con unas normas (Alfonso el Sabio fue pionero)  nació mucho más tarde (El 18 de agosto de 1492 se publicó la primera Gramática Castellana de Antonio de Lebrija) y a partir de este hecho se hace plenamente oficial en el Reino de Castilla con normas gramaticales y reglas de oración al escribir en ésta lengua)  fue impuesta por la corona de Castilla a los diferentes reinos y pueblos a través de oleadas sucesivas de guerras y conquistas en el territorio ibérico contra los “Árabes” y el Islam, después incluso contra los mismos pueblos naturales (como Navarra, Catalunya, Galicia, etc.) 

Aunque en estas regiones del Sur y en otros del norte ya se hablaba una lengua romance con características dialectales propias desde antes y castellano antiguo mas tarde. El castellano también es una lengua romance proveniente del latín vulgar y a su vez, el latín es una lengua Indoeuropea. 

 El castellano fue imponiéndose por la fuerza al final por razones necesarias obligadas por relaciones  económicas de todos los pueblos que habitan ésta península y que dieron el nombre de “nación” española, exceptuando a Portugal..

 Este concepto imperialista de nación, perdura aún en la izquierda desde el nacimiento de ésta en el siglo XIX, aún les queda para resolver esta contradicción y aceptar de una vez por todas que los pueblos que componen la llamada España no son iguales ni conforman una nación desde su formación, ni tienen raíces históricas comunes de pueblo  (Excepto por la fuerza de las armas) y que los pueblos que  deseen emanciparse  tienen derecho a autodeterminarse y elegir su propio destino.

 La izquierda española y los nacionalismos





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