"EL RÍO LA PIEDRA" EN NUESTRO PEQUEÑO MISSISSIPPI.
-MI MUNGIA DURANTE EL FRANQUISMO-.
El río que atraviesa nuestro valle, y nuestras aventuras en relación a él, se parecen al río Mississippi y a las aventuras de Huckleberry Finn y Tom Sawyer, como un botijo a una empresa embotelladora de agua.
Pero en ambos casos hay un río, unos protagonistas y unas historias, independientemente de las dimensiones de los ríos, la importancia de los protagonistas y la magnitud de las historias.
Aquí no voy a describir, por tanto, historias que transcurran entre los estados americanos de Illinois, Missouri, Arkansas, Tennessee, Kentucky y Ohio, sino solamente las simples y sencillas experiencias vividas por mí y mis amigos, en los años 60, en nuestros rincones predilectos del río Oka-Butrón.
Los lugares de aquellos estados USA, en que se desarrollan las historias que nos contaba Mark Twain en sus novelas, se hallaban en “un pañuelo”, en el entorno del Mississippi; mientras nuestros rincones mágicos del río Butrón, entonces aún limpio de la polución que poco después provocó la rápida industrialización, lo hacían en una insignificante mota de polvo , siendo éste el sexto y último de ellos.
EL RÍO LA PIEDRA.
Aunque resulte paradójico que alguien que está escribiendo sobre todos los puntos de recreo del río Butrón a su paso por Mungia, diga esto, debo confesar que ni yo ni mis amigos estuvimos nunca allí (en cuadrilla al menos), y no lo conozco, por tanto, en absoluto, aunque en nuestro tiempo tuviera una reconocida fama entre todos nosotros.
Tendré que remitiros, por consiguiente, a la descripción que Juan Luis Zelaia (goian bego) hace de ese punto de nuestro pequeño Mississippi, en su libro, “Mungia y su Entorno hace Años”.
Refiere Zelaia, que se llamaba así por contar con un fondo de roca y no de cieno o arena, como en otros lugares.
Y cuenta que inmediatamente se zambullían en las claras aguas del río de La Piedra, llamado de ese modo porque su fondo era de piedra y no de barro, como en los demás sitios que conocíamos.
Era un lugar sombrío y en aquel paraje grupos de chicos y chicas hallaban su acomodo para charlar y jugar entre ellos con gran deleite y solaz de todos los participantes.
Estaba localizado en Birle, y nos costaba mucho llegar pero mucho más volver.
Por eso dejamos de ir, porque estaba lejos.
Una sugestiva descripción, la que hace Zelaia, que nos deja con la miel en los labios.
Tal vez es preciso añadir que el área de baño se hallaba al pie de la presa del molino de Elortza, de manera semejante a como veíamos en Aizene.
El molinero (“errotari”) era Martzeliño Agirre, natural del caserío “Landeta” (ya desaparecido) en el barrio Trobika de Mungia, hermano de aquel a quien apodaban “Garibaldi”.
A dicho molino de Elortza era posible llegar a través de un puente, no practicable para vehículos automóviles, que atravesaba el río Oka-Butrón a la altura del bar-restaurante “Taska” y de la empresa “Industrias Ibaiondo”, en la carretera que une el barrio Berteiz con el de Billela.
Dicho puente se lo llevaron las inundaciones de 1983.
Hoy día, un camino vecinal practicable para vehículos nos lleva al molino desde la otra carretera, que también une Mungia con su barrio de Billela, en la prolongación de la calle Carmelo Etxegarai, accediendo desde dos puntos situados a doscientos metros uno del otro, más allá del puente que discurre sobre la autovía de circunvalación.
Otro acceso, cortado por la referida autovía, y el que seguramente era empleado en nuestros tiempos para llegar allí a pie desde el casco urbano, lo era tomando, desde esa misma calle, el camino que pasaba junto a la empresa “Vulcano”.
He logrado hacerme con una fotografía obtenida de Internet, de la página web de, www.casaruraldenavarra.net, que aunque no refleja un entorno tan sombreado, imagino puede emular con bastante aproximación aquel hermoso lugar.
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