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SERGEY LAVROV: "Es absolutamente obvio cómo quieren que funcione este mundo"
SERGEY LAVROV: ¿Cuál es mi punto?
Mi punto es que este es un período histórico en el que tendremos que elegir si seguir la corriente que Occidente intenta promover, diciendo que el mundo debe regirse no por el derecho internacional, sino por "las reglas". Acuñaron esa expresión, "orden mundial basado en reglas".
Y si se analiza el comportamiento de nuestros colegas occidentales en el ámbito internacional, se comprenderá que estas reglas difieren según el caso. No hay un criterio único. No hay principios, excepto uno: si quieres algo, tienes que obedecer. Si no obedeces, serás castigado.
Este es el panorama futuro que nos brinda el "orden mundial basado en reglas" promovido por Occidente. Básicamente, este es el mundo unipolar que Estados Unidos, que subordinó a su propia voluntad a todos los demás países de la Unión Europea y aliados en Asia, nos ofrece. Esta es la oferta. Ni siquiera una oferta, en realidad es un ultimátum.
La alternativa. Estoy seguro de que la gran mayoría de los países del mundo no quieren volver a la época colonial, la gran mayoría de los estados quieren ser independientes, quieren preservar su propia tradición, su propia historia, sus viejos amigos, no quieren traicionar a sus viejos amigos.
Y esto es algo evidente, básicamente por el hecho de que, excepto dos o tres países en desarrollo, nadie en África, Asia o América Latina se unió a las sanciones ilegales impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea.
Volvamos a la Carta de las Naciones Unidas.
Creo que cuando hablamos de un orden mundial más justo, más democrático, no necesitamos inventar nada. Una vez más, cito la Carta, en la que se constata que las Naciones Unidas se basan en el principio de la igualdad soberana de los estados.
Reconoce la independencia de cada estado y su derecho a determinar cómo quiere vivir, qué tipo de sistema económico, social y político quiere elegir en base a la voluntad de su pueblo. Y no tengo la menor duda de que eso es lo que quiere cualquier estado normal.
Ciertamente, nadie quiere tener enemigos. Ni Rusia, ni ningún otro país representado en esta sala, no me cabe duda. Pero hay países occidentales que, como acabamos de constatar en la doctrina públicamente expuesta en última cumbre de la OTAN en Madrid, sí quieren tener enemigos, ellos los designan y ellos establecen el orden y el modo en que dichos enemigos deben ser tratados.
Ahora el principal enemigo es Rusia, y China está marcada como un desafío existencial a largo plazo. Todo esto se manifiesta constantemente en el modo en que opera la economía y el sistema mundial. Si los EEUU y la Unión Europea, bajo el imperativo de los EEUU, han decidido congelar las reservas rusas e iniciar seriamente un proceso a fin de preparar las bases legales destinadas a confiscar el dinero ruso, quién sabe... Si se irritan, mañana o pasado podrían hacer lo mismo con cualquier otro.
En otras palabras, la dependencia del dólar como instrumento básico de la economía mundial no es muy prometedora, francamente hablando. Y no es casualidad que cada vez más países estén adoptando monedas alternativas, cambiando a monedas nacionales, proceso este que irá ganando impulso.
Esto no quiere decir que estemos sugiriendo algún tipo de revolución contra el dólar o contra los Estados Unidos, esto es lo decimos para exponer lo que es obvio: Occidente creó un sistema basado en ciertos principios: libre mercado, competencia justa, sacrosanta propiedad privada, presunción de inocencia y de más.
Todos estos principios se han tirado por el desagüe cuando han necesitado hacer lo que creen que es castigar a Rusia. Y no tengo la menor duda de que, llegado el caso, harán lo mismo con cualquier otro país que les irrite de un modo u otro. Mencioné a China como el próximo objetivo.
Es un ejemplo muy interesante de cómo los estadounidenses consideran la competencia leal en la práctica. En realidad, China se convirtió en la economía número uno del mundo –algo que todo el mundo reconoce– y lo hizo, logró tal resultado, trabajando y actuando sobre la base de las reglas establecidas por Occidente: El FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, las reglas para resolver disputas, la competencia y todas esas cosas.
China aceptó esas reglas al desarrollar su propia economía y derrotó a Occidente en su propio terreno, económica y comercialmente, en términos de inversión, sobre la base de las reglas inventadas por Occidente.
¿Y qué pasó después? Hace ya un par de años, el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos y algunos otros funcionarios comenzaron a decir: "Necesitamos reformar las instituciones de Bretton Woods, necesitamos reformar la OMC y necesitamos organizar esta reforma entre los EEUU y Europa sin permitir que nadie más participe en el desarrollo de las nuevas reglas".
Colegas, es absolutamente obvio cómo quieren que funcione este mundo.
Y creo que, siempre que no sea demasiado tarde, estaríamos dispuestos a hablar con nuestros amigos occidentales, cuando vuelvan en sí, sobre cómo creen que deberían convivir junto con todos nosotros en el futuro.
Pero este diálogo sólo puede hacerse en plena igualdad, con pleno respeto a los legítimos intereses de todos nosotros.
(Transcripción del inglés: Arrezafe)
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