El
Brexit y el triunfo de Trump escenificaron el finiquito del “escenario
teleológico” en el que la finalidad de los procesos creativos eran
planeadas por modelos finitos que podían intermodelar o simular varios
futuros alternativos y en los que primaba la intención, el propósito y
la previsión y la irrupción del “escenario teleonómico”, marcado por
dosis extremas de volatilidad que afectarán de manera especial a la
vieja Europa.
¿Hacia un Brexit duro?
Tras
retornar al poder los conservadores liderados por David Cameron y
fieles a su política euroescéptica (nula voluntad británica de
embarcarse en un proyecto en decadencia en el que la soberanía británica
estaría supeditada a los mandatos de Bruselas), incluyeron en su
programa electoral del 2.015 la convocatoria de un referéndum sobre la
salida de la UE para el 2016, con lo que Cameron tranquilizó a las bases
más radicales de su partido al tiempo que arrebató la bandera al
partido en alza de los euro-escépticos( UKIP) en la creencia de un
cómodo triunfo y de la continuación de Reino Unido en la Unión Europea
en condiciones similares a Suiza.
La
irrupción de fuerzas centrífugas lideradas por el ex-alcalde de
Londres, Boris Johnson consiguió la victoria inesperada de los
partidarios del Brexit que consideran que “el Reino Unido no necesita de
Europa ya que podría convertirse en la Singapur de Occidente desde su
atalaya financiera de la City londinense” al tiempo que metrópolis del
comercio de Ultramar al pilotar la nave capitana de una renacida
Commonwealt, siguiendo la filosofía de Winston Churchill : “Estamos en
Europa, pero no en ella”
.
Sin
embargo, la intransigencia de las partes en conflicto (UE y Gran
Bretaña) en la negociación post-Brexit podría desencadenar un Brexit
duro que podría llevar aparejado una caída del PIB de 6.7 décimas según
estimaciones del propio Gobierno británico y el reforzamiento de la
figura de Boris Johnson que implementará una dura política económica de
corte neoliberal que incluirá la nacionalización de los principales
servicios básicos y que contará con la oposición frontal de los
sindicatos de clase británicos (Trade Union Congress-TUC) que no dudarán
en paralizar el país mediante la declaración de huelgas salvajes.
Asimismo,
Johnson desempolvará el concepto de Imperio Británico al reforzar el
Eje anglosajón (EEUU, Gran Bretaña, Australia, Canadá y Nueva Zelanda)
así como el renacimiento de la Commonwealt, no
siendo descartable la celebración de un nuevo referéndum en Escocia que
podría concluir con la salida de Escocia de la Gran Bretaña y su
ingreso en la Unión Europea, la cronificación de la violencia en el Ulster, el cierre de la verja del Peñón y la reedición del Conflicto de las Malvinas.
La Europa post Brexit
Europa estaría sufriendo una aguda crisis identitaria agravada por el triunfo del Brexit y por el “proceso de balcanización europeo”
diseñado por EEUU para mediante selectivos atentados terroristas, la
crisis de los refugiados y el despertar del anhelo independentista de
las Naciones europeas sin Estado, provocar la aparición de fuerzas
centrífugas que aceleren la desmembración de la actual Unión Europea.
Así, asistiremos al robustecimiento del Eje Franco-Alemán como fruto de
la reafirmación de las soberanías nacionales francesa y alemana,
(reviviendo el Tratado del Elíseo entre De Gaulle y Adenauer (1.963),
entente que conjugará los acuerdos preferenciales energéticos con Rusia
con la revitalización de la energía nuclear y el extraordinario
desarrollo de las energías renovables y será el referente
político-económico europeo del próximo quinquenio.
Asimismo,
se procederá al rediseño de una nueva cartografía europea que supondría
el finiquito de la actual Unión Europea y sus sustitución por la
Europea de los Seis (Francia. Alemania, Bélgica, Luxemburgo, Holanda y
Austria), quedando el resto de países europeos periféricos y emergentes
gravitando en sus anillos orbitales. Igualmente, asistiremos a un
acercamiento político a Rusia (rememorando el viaje de De Gaulle a Moscú
,1966) que se plasmaría en la Ratificación de la Política de Buena
Vecindad con la Rusia de Putin, mediante la firma de acuerdos
preferenciales para asegurarse el suministro de gas y petróleo rusos e
incrementar los intercambios comerciales, no siendo descartable asimismo
una escisión en la OTAN.
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