sábado, 5 de septiembre de 2020

Hallan muerto al preso político vasco Igor González Sola en su celda en Martutene





Resumen Latinoamericano, 4 de septiembre 2020.


Euskal Herria. La cárcel asesina: Hallan muerto al preso político vasco Igor González Sola en su celda en Martutene / Llevaba 15 años en prisión



El preso nacido en Bilbao, Igor González Sola, ha aparecido muerto en su celda, en la cárcel de Martutene, donde había sido trasladado hacía apenas dos meses. 



 Igor, te recordaremos!


Igor González Sola, preso político de Bilbo, ha aparecido muerto en su celda de Martutene esta tarde. Había sido traído a Euskal Herria recientemente, tras quince años de cárcel y habiendo superado ya las tres cuartas partes de su condena.



Fuentes de Instituciones Penitenciarias citadas por la agencia Efe han detallado que el cuerpo del preso bilbaino ha sido encontrado en su celda, en la que estaba solo, en el recuento que se efectúa después de comer, sobre las 17.00.



Los responsables de la cárcel, añade la fuente, han comunicado lo sucedido a la familia y han dado parte al juzgado de guardia, que se encuentra a la espera de conocer el resultado de la autopsia.



Se desconocen de momento más detalles sobre el fallecimiento, pero en 2009 ya trascendieron dos intentos de suicidio, cuando González Sola se encontraba preso en las cárceles de Granada y Badajoz.


  Desde Etxerat han precisado que contaba con apoyo sicológico extrapenitenciario desde tiempo atrás. 




 Igor, guerrillero vasco asesinado en la prisión


En 2014 también se denunció que su madre, de edad avanzada, sufrió un golpe en la cárcel de Badajoz al ir a visitarle y se le denegó una ambulancia.



La última parte de la condena la había pasado en Soria, desde donde fue trasladado a Martutene hace apenas dos meses, aunque no excarcelado pese a todos estos antecedentes y a haber superado las tres cuartas partes de condena que deben dar acceso a la libertad condicional.



El último preso político vasco fallecido en la cárcel fue Xabier Rey, de Iruñea, en marzo de 2018. Se quitó la vida en Puerto de Santa María.

 

Martutene o Puerto, enfermedad o suicidio, preso o familiar, la misma ruleta rusa




Cuando Xabi Rey se quitó la vida en Puerto hace dos años y medio, el único consuelo era desear que fuera el último. Efectivamente era más un deseo que una realidad. Mientras en prisión haya habiendo 230 personas y familias sometidas a políticas excepcionales, la ruleta rusa irá cayendo puntualmente en la casilla más negra. 



La muerte de Igor González Sola en Martutene sacude conciencias, más allá de quienes le llorarán. Muchos no lo harán, pero si se detienen un momento a leer su historia concluirán rápido que es una mala noticia y que además resultaba perfectamente evitable: con intentos de suicidio previos, con quince años de cárcel acumulados, con tres cuartas partes de condena cumplidas, ¿por qué no estaba en casa con los suyos?


 ¿Qué tipo de justicia es la que le mantenía en Martutene, en plena pandemia? ¿Quiénes diseñaron este itinerario por Puerto, Granada, Badajoz, Soria… en un retorno desesperantemente lento que ya no podrá concluir? ¿Alguien puede sentirse satisfecho personal o políticamente por una noticia así?



Lo dijeron hace dos años los familiares de Xabi Rey, tras quitarse la vida en Puerto. Lo dijeron hace tres los de Kepa del Hoyo, al que se le quebró el corazón en Badajoz. Ojalá sus muertes fueran las últimas. 


Sí, debían serlo. No ha ocurrido así. El sufrimiento diario de los presos y sus familias es algo diario e incesante, pero en ocasiones así se hace plenamente evidente, explota en toda su crudeza.


 El Gobierno del PSOE y UP debería entender lo que le están diciendo los familiares, ¿por qué traslados a Soria si pueden ser a Martutene? Y tiene que reflexionar sobre esta muerte, ¿por qué Martutene si Igor González Sola tendría estar en la calle, se mire por donde se mire?



Sobran divagaciones tras esta muerte. Puerto o Martutene, enfermedad o suicidio, prisionero o familiar… No es dónde, cómo o quién, es qué: la tragedia tocará a la puerta irremediablemente de cuando en cuando si se mantiene a 230 personas en las cárceles, muchas de ellas sin expectativas de salida, buena parte enferma o de edad avanzada, casi todas en situaciones ilegales.


 Eternizar esta situación es seguir dando vueltas, aunque sea a menor ritmo, a su ruleta rusa y la de sus familias.




Sinceramente es un milagro estadístico que ningún familiar haya fallecido en las carreteras desde Nati Junco en 2007, con todas las vueltas al mundo que han debido dar desde entonces madres, padres, abuelos, hijas, amigos…. 


Y es un caldo de cultivo explosivo que aún haya dos decenas de presos vascos gravemente entermos entre rejas, varios con problemas sicólogos terribles tras torturas y aislamiento, algunos con una edad que les sitúa en la diana del covid-19…



En la cárcel solo cabe sobrevivir, y a veces ni eso. La prisión solo aporta dolor a una sociedad que lleva demasiadas décadas sufriendo por la violencia política.


 Hoy ya es tarde para Igor González Sola, pero aún es tiempo para evitar más lágrimas.



 







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