El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro,
dio un plazo de 72 horas para abandonar el país a la embajadora de la
Unión Europea (UE), Isabel Brilhante.
"Ya basta del colonialismo europeo y de intervencionismo contra Venezuela",
advirtió.
La expulsión se produjo en respuesta a la decisión de la UE,
de imponer prohibiciones de entrada y congelar los activos y cuentas de
once funcionarios del país.
La lista negra asciende ya a 36
funcionarios, acusados de "delitos contra la democracia y el estado de
derecho".
La medida, responde también a la grosera actitud injerencista
del ente europeo en Venezuela desde 2013, donde, aunque finja promover
el diálogo, oficia como un peón de la política estadounidense de
castigar a quienes aboguen por una salida política-electoral, con
elecciones organizadas de forma mutuamente satisfactoria, tanto para el
gobierno, como para la oposición apegada al cause democrático e
institucional, como ha sido acordado en la Mesa de Diálogo.
Maduro
también anunció que se reservaba las acciones diplomáticas
correspondientes con el embajador de España, Jesús Silva, en cuya
residencia, donde está asilado el golpista y terrorista Leopoldo López,
este planificó durante semanas la derrotada Operación Gedeón, según
informa una extensa nota en el diario estadounidense Wall Street
Journal.
Como se recordará los integrantes del plan intentaron invadir
Venezuela por mar desde Colombia en un nuevo intento de derrocamiento y
magnicidio contra Maduro.
Más allá están los partidos del llamado G4,
los golpistas de oficio, amantes de las invasiones y la sangre,
obedientes a la línea del imperio, enriquecidos con los fondos para la
subversión y los bienes robados al Estado por las “sanciones”, aunque
ninguno más que Guaidó, convertido en multimillonario.
Opuestos a toda
salida negociada, como pudo comprobar el ex presidente español José Luis
Rodríguez Zapatero, el paciente facilitador e intermediario del
acuerdo que debía firmarse en República Dominicana entre el gobierno y
la oposición en febrero de 2018, abortado por orden de Washington,
aunque esta viniera de Bogotá.
Entonces el exmandatario peninsular
manifestó: "Este
es un momento decisivo, este es el tiempo, de lo contrario es
peligroso.
Por eso llamo al entendimiento...lo esencial está allí,
acuerdo sobre la fecha electoral, observación, reglas del juego,
garantías electorales"… una alternativa al acuerdo sería "extremadamente negativa".
A tono con su seguidismo de la política de
Washington, en días recientes la UE descalificó sin argumentos válidos
al nuevo Consejo Nacional Electoral(CNE), designado por el Tribunal
Supremo de Justicia en uso de sus facultades constitucionales, debido a
una omisión parlamentaria, en virtud de que la Asamblea Nacional en
desacato no disponía de los votos necesarios y una parte de ella carecía
de la voluntad política para nombrar a los nuevos rectores del ente.
Días después, la UE anunció las “sanciones” adoptadas contra
funcionarios venezolanos.
Entre ellos, Luis Parra, el presidente
opositor de la Asamblea Nacional y sus dos vicepresidentes, integrantes
de la fracción que desplazó a Juan Guaidó de la directiva parlamentaria,
tras ser elegidos el 5 de enero de este año al no presentarse el entonces presidente del órgano en la sede de sesiones.
Guaidó
no acudió porque sabía que la rebelión incubada contra él por los
diputados de oposición de las regiones hacía imposible que reuniera los
votos necesarios para reelegirse.
Luego, como es su costumbre, montó
fuera del edificio legislativo un show con un grupo fake de
diputados para simular una elección, sin cumplir con los reglamentos
parlamentarios.
De manera que la única directiva legítima y electa
democráticamente de la Asamblea Nacional es la presidida por Parra.
Dada
la nula convocatoria de Guaidó en las calles, sus tensas relaciones con
otros líderes opositores, la situación crítica en su propio partido, del
que parece se irá, su virtual desaparición de la arena política, es muy
probable que Washington haya presionado a Bruselas para oxigenarlo
mediante la censura a los acuerdos de la Mesa de Dialogo entre el
gobierno y el sector opositor que participará electoralmente en las
parlamentarias de fin de año y expresa no aceptar las sanciones ni la
injerencia extranjera.
Lo que sostiene a Guaidó actualmente es el dedo
de Trump y la mendaz cantaleta mediática de que es reconocido por más de
50 países. Pero es evidente la pérdida acelerada del prestigio y
liderazgo del sistema estadounidense en el mundo y su profunda crisis
interna.
La ligera y criminal ejecutoria de Trump ante la pandemia y
ante el gran movimiento de masas multirracial que se ha articulado en
torno al asesinato de George Floyd son síntomas de esa crisis.
La UE no
se queda atrás. Fue incapaz de implementar un plan solidario para
enfrentar a la covid-19 y algo parecido puede ocurrirle a su plan de
recuperación económica, acaso asfixiado por nuevas sanciones de su
“aliado” estadounidense.
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