Javier es un jubilado de 66 años con un historial médico de riesgo. Como él dice, "jodido, porque hay un poco de todo". Por eso, Javier es uno de los considerados "muy vulnerables" y lleva meses "sin salir de casa".
No se fía. Sabe que el coronavirus anda al acecho.
Entretanto, este
hombre se distrae en su casa de Zamora leyendo, haciendo deporte en una
de esas máquinas estáticas, con el teléfono, oyendo música, la radio,
escribiendo o viendo algún rato la televisión. Mientras, cumple las
prescripciones médicas.
Hete aquí que este jubilado pone un rato la televisión y se encuentra, en vivo y en directo, a una diputada que le está llamando "terrorista".
Javier Iglesias había puesto la tele para ver un momento a su hijo
Pablo en el Congreso y se encuentra con una señora vestida de negro, en
el primer día de luto oficial por el coronavirus, echando por su boca de
todo menos pésames: "Usted es el hijo de un terrorista.
Pertenece a la
aristocracia del crimen político". Aplausos, ovación en los escaños de
la derecha y alguno de sus diputados hasta se pone en pie. Ora pro
nobis.
Javier está solo y siente rabia e impotencia.
Cayetana Álvarez de Toledo, portavoz del PP, el primer partido de la
oposición en España, no ha tenido suficiente con llamar a su hijo
"embajador de ETA", "burro", "discípulo de los ayatolás de Irán", que
"como comunista debería pedir perdón por los millones de muertos que
hermanan sus ideas con el nazismo", que quiere "levantar un régimen
autoritario de izquierdas...".
Ha ido mezclando alusiones al espíritu de
concordia de la Transición con insultos y un discurso cargado de odio,
que culmina metiendo al padre llamándole terrorista.
No es que este hombre se retirase a Zamora después de dejar las armas y la clandestinidad.
Hablamos de un
inspector de trabajo jubilado, Licenciado en Derecho y en Filosofía y
Letras, que además de la inspección, también fue profesor y se ganó la vida en varios destinos de España.
En Soria, no montó ningún comando, sino que fue candidato por Izquierda Unida.
Antes, sufrió el franquismo
en Madrid siendo más joven y le encarcelaron en Carabanchel por
repartir propaganda roja. No se achantó ante la dictadura.
Ahora, tiene
que soportar que una diputada "del centro liberal" le llame terrorista,
igual que antes otro ultraderechista también lo hizo y fue condenado por
ello.
Javier cuenta que ya es "un viejo", al que le "emociona"
que le estén llamando o escribiendo hasta algunos del PP que se sienten
"avergonzados". Es el estilo "cayetaner", que no causa
indiferencia.
También será recordado por proezas como llamar "senil" a
Carmena, meterse o utilizar a Rubalcaba y a Julio Anguita nada más
morir.
Una santa, doña Cayetana, guardiana de las cabalgatas de Reyes Magos como Dios manda.
Aplaudan, pónganse en pie. Habló su señoría en el Congreso guardando el
respeto y un luto oficial riguroso en memoria de decenas de miles de
muertos con un país abochornado.
Son esos fallecidos, los
pacientes, los sanitarios y los ciudadanos en general los que merecen
que se haga política de otro nivel. Con esta situación en la sanidad y
en la economía, hay materia suficiente para plantear alternativas,
controlar al gobierno y, en definitiva, hacer oposición de otro modo.
Por más que vengamos de oír a un partido decir que "el ministro tiene
profundos traumas y acabará engrilletado" y después le sigue otro
llamando "terrorista" al padre del vicepresidente. Javier Iglesias me
dice que denunciará: "Menuda competición.
Me atacó el de Vox y ahora
tiene que atacar la del PP, pero me jode porque cobran como cargos
públicos y al final las multas las pagamos entre todos".
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