La portada del The New Yorker, que muestra la cara de Trump con un tapabocas sobre sus ojos
El coronavirus ha sido detectado en 36 estados y en la capital de
Estados Unidos, el número de contagiados ahora ha alcanzado más de 600
casos, con entre 19 a 26 muertos y la Bolsa de Valores experimentó su
peor desplome desde 2008 (cayó más de 2 mil puntos); todo mientras el
presidente Trump sigue insistiendo en que todo está “bajo control”, tanto el virus como la economía.
Hoy Trump lo repitió, y afirmó: “lo vamos a manejar, y lo hemos estado manejando muy bien”, mientras que informó que estaría discutiendo con el Congreso medidas para apoyar la economía.
Desde que estalló el brote de coronavirus en este país hace unas semanas, Trump ha insistido en que no es nada peor que la influenza (algo desmentido por epidemiólogos),
y que su gobierno ha reaccionado mejor que nadie y constantemente ha
desinformado a la población al contradecir a los expertos en salud
pública sobre las dimensiones, pronósticos y manejo de esta crisis de
salud pública.
Al inicio de esta crisis, Trump declaró que había 15 casos y
que ese número en los siguientes días sería cerca de cero (eso fue el 26
de febrero), y repitió que “lo tenemos todo muy bien bajo control…
verdaderamente hemos hecho una muy buena labor”.
Días más tarde
informó que pronto habría una vacuna a pesar de que sus propias
funcionarios médicos tuvieron que reiterar que eso tardará más de un
año; poco después en una visita al Centro de Control de Enfermedades
(CDC) insistió en que todos aquellos que necesitaban un examen podrían
tenerlo -una mentira- y ahí mismo se autoelogió al comentar que los
expertos en el CDC se habían quedado asombrados por su capacidad de
comprender estos temas.
A la vez, durante los últimos días se han revelado decisiones
de Trump para minimizar las dimensiones potenciales de esta crisis y
hasta de no reportar el número de personas examinadas aparentemente para
evitar dar datos sobre la magnitud del problema: algunos
expertos calculan que unos 35 mil estadunidenses morirán por el
coronavirus este año y otros calculan que entre 20 a 60 por ciento de
los adultos serán eventualmente contagiados (aunque no todos tendrán
síntomas).
Más aún, algunos del régimen de Trump han acusado a los medios y los
demócratas de exagerar la severidad del coronavirus para tratar de
hundir políticamente al presidente.
De hecho, el presidente insultó al gobernador de Washington –el
estado con más contagiados–, Jay Inslee de ser una “víbora” por
atreverse a criticar la respuesta del gobierno federal y ayer respondió a
críticas del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, aludiendo a el El
Padrino para atacarlo y a su hermano, un conductor de CNN.
Mientras Trump manejó la crisis aparentemente con la
prioridad de favorecer su campaña electoral (visitó el CDC con una gorra
con su lema de campaña), el país está padeciendo no sólo de la
propagación del virus, sino las consecuencias de un sistema de salud
que ha sido debilitado por recortes en presupuesto de agencias federales
claves y una campaña para minar la capacidad, y la credibilidad
científica, como una lenta y torpe repuesta inicial, ni hablar de las
carencias para atender a víctimas, sobre todo aquellos que no tienen
seguros de salud (por lo menos 26 millones) por falta de planes de
contingencia.
Cada día se anuncia del cierre de distritos escolares y universidades,
como de miles de personas en cuarentena preventiva desde la ciudad de
Nueva York al estado de Washington, incluyendo algunos funcionarios y
militares.
Por lo menos cinco legisladores federales han declarado que han
tenido contacto con un contagiado y cuatro de ellos informaron que están
en cuarentena voluntaria. Dos de ellos, los diputados Doug Collins y
Matt Gaetz, tuvieron contacto personal con el presidente Trump a fines
de la semana pasada después de estar expuestos a una persona contagiada
en una conferencia de políticos conservadores.
Se ha discutido la
posibilidad de que el Congreso entre en receso si se reportan más casos.
La crisis se multiplicará, pero algunos expertos, médicos y
comentaristas advierten que lo peor en estas coyunturas es la falta o la
distorsión de información, y acusan que Trump es tal vez la peor amenaza en esta crisis.
La portada del The New Yorker, que muestra la cara de Trump con un tapabocas sobre sus ojos y cuyo título es “Bajo Control” es el mejor resumen.
El gobernador de Florida, Ron DeSantis, firmó una declaración de
estado de emergencia que le brindará acceso a fondos federales para
enfrentar el avance del COVID-19, que ha provocado dos decesos y 18
contagios en ese estado.
David Brooks
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