No
es ninguna sorpresa. Que al
secretario general de Vox le
gustan las armas más que a un tonto un lápiz, que es más chulo que
un ocho, que sus mentiras y sus actos macarrónicos son constantes,
que le encantaría volver al nacional-catolicismo y
que su falangismo y su patrioterismo son sus ideales, es algo bien
sabido. Basta ver su corto recorrido para encontrar su semilla
ideológica.
Y
es que hemos terminado de entender lo que es un francotirador. Basta
poner un guion: Franco-tirador. Ahora queda más claro que nunca lo
que es este individuo.
Él,
chulesco y macarra, –como corresponde a un personajillo de esta
índole--, no sólo actúa con una impunidad y provocación notoria,
sino que además es un divulgador
y un
exhibicionista total de sus actuaciones.
No se conforma con actuar de forma indecorosa y
machirula,
sino
que además despliega sus actitudes provocativas por las redes,
encantado de haberse conocido.
La
historia viene de hace pocos días. Este ‘buen hombre’, cuyo amor
a las armas no niega, se ha filmografiado disparando con un fusil de
asalto en un campo de tiro militar, rodeado de algunos de sus amigos
milicos. Algo inédito y que demuestra su personalidad obsesiva por
las armas.
Desde
luego, la cuestión merece una explicación, porque en este miserable
acto hay irregularidades gruesas que indican la comisión de uno o
varios delitos.
En
primer lugar, utiliza un arma de guerra, cuando sólo tiene licencia
para usar pistola o revolver. Además, utiliza un campo de tiro
militar, algo prohibido para civiles. Tampoco
llevaba
la vestimenta adecuada, puesto que se requiere llevar casco y chaleco
por seguridad. Y, que se sepa, no había, como está
previsto,
ninguna ambulancia ni equipo médico.
Está
claro que este tipejo se cree por encima de la ley. Su impunidad
arrogante le traiciona una vez más y le lleva más allá de lo que
se puede y debe hacerse, más si consideramos que es un cargo público
(dos: concejal y diputado) cuya ejemplaridad debería ser su premisa
principal.
Ya
veremos si esta impunidad, ante las denuncias presentadas, se
constata. Algo que no me extrañaría, vista la arrogancia del
individuo y su impudor ante las ilegalidades.
Pero
es que el personaje es así. No hay nada que hacer. Recordamos que en
un acto de patrioterismo exhibicionista
más, fue
nadando a Gibraltar –tiene una orden de captura del gobierno del
Peñón-- para colocar una bandera española y montar un circo
mediático.
Sus
mentiras son constantes, una de ellas –la que me ha producido más
asco y dolor-- ha sido la de insultar a las Trece Rosas, aquellas
muchachas que murieron fusiladas
en
1939 sólo
por
el hecho de ser de las Juventudes Socialistas Unificadas, a las que
este canalla llamó violadoras y torturadoras, confundiendo de
forma deliberada y deleznable
el sujeto del
delito, y falseando la historia, algo en lo que parece un experto.
En
fin, un personaje digno de un cómic tremendista de hace ochenta
años. Quién
sabe si estaría dispuesto a dar un golpe de Estado ayudado por esos
militares amiguetes
que le acompañaban en el campo de tiro. Éste
es Ortega Smith, un político fascista indigno, capaz de cualquier
cosa por hacernos revivir su siglo veinte
dorado, cuyas mentiras y actuaciones le delatan como lo que es: un
franquista redomado.
Salud
y República
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