Llevamos semanas viendo apocalípticas imágenes como la de la foto de
arriba de los devastadores e incontrolables incendios en Australia. El
país se está enfrentando a una crisis incendiaria sin precedentes y ya
ha causado daños irreparables.
En total, 26 personas murieron desde el
inicio de esta catástrofe, 2.000 viviendas han sido consumidas por el
fuego, 240.000 personas evacuadas por las amenazas del fuego, y unos 8
millones de hectáreas, un tamaño similar a Irlanda, han ardido.
Se
estima que casi 1.000 millones de animales han muerto, incluidos miles
de koalas, que luchan por escapar y cuya población está disminuyendo
drásticamente.
Por otra parte, según han informado distintos medios de
Australia, las autoridades de ese país han detenido a casi 200 personas
por presuntamente generar fuego sin control desde que comenzaron los
devastadores incendios forestales.
Siempre ha habido fuegos en verano en Australia, pero nunca han
tenido esta magnitud y esta intensidad, tanta que en algunos casos los
servicios de emergencia se han declarado incapaces de controlarlos.
Ni
siquiera la leve lluvia de los últimos días ha logrado extinguirlos.
Un
fenómeno conocido se convierte en imprevisible por una transformación
rápida de las condiciones medioambientales: hay zonas de Australia en
las que prácticamente ha desaparecido la lluvia, lo que hace que los
incendios avancen a toda velocidad y devoren amplias extensiones de
terreno.
A eso se deben sumar las altas temperaturas: ya se han batido
dos récords absolutos y eso que el verano acaba de empezar en el
hemisferio sur.
Los meteorólogos esperan nuevas máximas en las próximas semanas. En las últimas décadas la media de hectáreas quemadas fue de 280.000. Este año ya se habían quemado casi cuatro millones, antes de los meses más cálidos.
Otro ingrediente meteorológico
que hay que incluir es el viento. Los grandes incendios vividos estas últimas
semanas en Australia se han visto magnificados por episodios de intenso viento.
Viento que en muchos casos soplaba del oeste, un viento seco procedente del
gran desierto que alberga el país y que además se calienta y reseca al llegar a
la costa este.
Precisamente uno de los estados más afectados por el fuego y el
humo, ha sido Nueva Gales del Sur, situado en el sudeste de Australia donde se
encuentra la ciudad más grande, Sydney. En esa región e incluso más al norte,
la orografía es más abrupta, con grande montañas y cañones que hacen aún más
errático el comportamiento del fuego.
Climatólogos aseguran que los incendios son más intensos y peligrosos
debido al calentamiento global. De hecho, las temperaturas por encima
de los 40 grados, que llegaron a los 47° inclusive, sumado a la sequía
que hay en el continente y los vientos, han formado un cóctel perfecto
para la propagación.
Cada día surgen más evidencias
que muestran que el cambio climático está agravando los incendios forestales, y
el gobierno australiano está haciendo muy poco al respecto.
El primer ministro, el liberal
Scott Morrison, se ha convertido en blanco de críticas por su pobre política
medioambiental y por su defensa de los combustibles fósiles, de los que
Australia es uno de los máximos exportadores mundiales.
En 2019 Australia fue
el segundo mayor exportador mundial de carbón, uno de los principales
responsables del cambio climático.
De hecho, el propio primer ministro Scott Morrison se negó durante mucho tiempo a vincular los incendios con el cambio climático diciendo que “no era creíble”.
De hecho, el propio primer ministro Scott Morrison se negó durante mucho tiempo a vincular los incendios con el cambio climático diciendo que “no era creíble”.
Los mortíferos fuegos que se han
abatido sobre la inmensa isla continente demuestran que ningún país puede ser
ajeno a la lucha contra la crisis climática.
El principal argumento de Morrison
para defender la economía del carbón es que su país es responsable únicamente
del 1,3% de las emisiones globales y que, por lo tanto, son otros Estados los
que deben llevar a cabo políticas medioambientales más eficaces.
Sin embargo,
los incendios forestales demuestran que la crisis climática es global.
Además de víctimas mortales, los
fuegos han provocado evacuaciones, destrucción del patrimonio forestal y
representan una amenaza para la supervivencia de especies animales protegidas,
como los koalas, todo ello sin contar los daños económicos.
La crisis que
padece Australia debería representar un aldabonazo para todos los gobiernos que
niegan el cambio climático o se quedan de brazos cruzados.
Esta oleada de
incendios forestales se ha convertido en otra muestra clara de que los
devastadores efectos del cambio climático no son un problema del futuro, sino
del presente.
¿Por qué son tan feroces los incendios en Australia? Incendios forestales en Australia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario