El país andino tiene la mayor reserva de litio del mundo, es un
importante productor de gas natural y juega un rol político dentro de
América del Sur y organizaciones como la OEA a favor de gobiernos como
Venezuela.
Bolivia tiene algo más de un millón de metros
cuadrados de superficie (el doble de España), una población de 11
millones y no tiene salida al mar. Es el único país de América del Sur
que no tiene una conexión natural directa con el comercio marítimo lo
que ha provocado numerosas tensiones a lo largo de la historia con
Chile. Y, sin embargo, el golpe de Estado que estos últimos días acabó
con los 14 años de gobierno ha ocupado un importante espacio
informativo. ¿Acaso Bolivia tiene algún interés político o económico para la partida global?
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La extracción del litio ha traído varios problemas al gobierno boliviano. El ejecutivo de Evo Morales tenía firmados dos contratos con una empresa alemana y con otra empresa china, la primera para fabricar baterías para el mercado europeo y la segunda para procesar esta materia prima en Asia.
Sin embargo, las protestas en la región de Potosí, una de las más pobres del país, obligaron al gobierno a suspender los contratos. El principal problema punto de fricción fue en el porcentaje de las regalías, es decir, qué cantidad de la inversión se quedaba en el territorio. El gobierno estipulado un 3%, algo que no convencía a los potosinos que saben en en otros países la regalía es mayor.
Además del litio, Bolivia dispone de reservas en otros materiales mineros como oro, plata, plomo, cobre y zinc en un yacimiento que según el ex ministro de Minería, César Navarro, tendría un valor de unos 8.800 millones de dólares.
Este yacimiento tuvo también su polémica ya que fue una concesión recuperada por Morales a la empresa canadiense South American Silver que demandó al gobierno reclamando más de 300 millones de dólares. En 2018, un tribunal falló a favor del Estado boliviano que solo tuvo que pagar 25 millones.
Este yacimiento tuvo también su polémica ya que fue una concesión recuperada por Morales a la empresa canadiense South American Silver que demandó al gobierno reclamando más de 300 millones de dólares. En 2018, un tribunal falló a favor del Estado boliviano que solo tuvo que pagar 25 millones.
El gas supone seguramente la joya de la corona
El gas supone seguramente la joya de la corona. Según estimaciones de la CIA en el año 2017, Bolivia ocupa el número 41 en cantidad de reservas de gas natural en el mundo. El país recibe en torno a 1.200 millones de euros al año de la exportación de este hidrocarburo a Brasil y Argentina principalmente, según datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior a mediados de 2019.
Eso sí, en los cuatro primeros meses del año perdió un 30% del valor de sus ventas, especialmente por la caída de demanda de Brasil, que no crece económicamente y que ha comenzado a comprar gas licuado a EEUU.
De los gobiernos progresistas que
inundaron el continente en la primera década de los 2000, Evo Morales y
Bolivia eran los más estables
Pero el gas es un valor simbólico para los bolivianos y especialmente para el gobierno de Evo Morales. Su nacionalización en 2006
a partir de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia fue
determinante para el crecimiento del país y para que desde el Estado se
pudieran poner en marcha políticas sociales que redujeran la pobreza a mínimos históricos.
No obstante, esta nacionalización no afectó a la relación con empresas como Repsol que sigue trabajando en el país y su presidente, Antonio Brufau, que ahora ven en el derrocamiento del líder indígena un motivo de preocupación.
No obstante, esta nacionalización no afectó a la relación con empresas como Repsol que sigue trabajando en el país y su presidente, Antonio Brufau, que ahora ven en el derrocamiento del líder indígena un motivo de preocupación.
Más allá de lo económico (que también es político),
Bolivia resulta un país importante en la geoestrategia regional y
mundial. De los gobiernos progresistas que inundaron el continente
en la primera década de los 2000, Evo Morales y Bolivia eran los más
estables, un ejemplo de crecimiento económico y estabilidad política
para una región que había perdido el poder en Brasil, Ecuador, Argentina
y Paraguay y con Venezuela viviendo momentos muy complicados.
La presencia de Morales en el poder era un símbolo en un momento en el que Argentina vuelve a la izquierda, la derecha chilena está en problemas y el Frente Amplio de Uruguay se juega su continuidad en semana y media.
La presencia de Morales en el poder era un símbolo en un momento en el que Argentina vuelve a la izquierda, la derecha chilena está en problemas y el Frente Amplio de Uruguay se juega su continuidad en semana y media.
Especial es la relación de Bolivia con Venezuela. Morales es un aliado de Maduro en los principales foros internacionales. Por ejemplo, cuando la Organización de Estados Americanos llamó a no reconocer a Maduro, Evo lo calificó de atentado .
La autoproclamada nueva presidenta, Jeanine Áñezm invitó a Juan Guaidó, líder opositor y autoproclamado presidente de Venezuela, a instalar a un embajador de su gobierno en el país. Previamente, Guaidó había reconocido Áñez como presidenta de Bolivia.
La autoproclamada nueva presidenta, Jeanine Áñezm invitó a Juan Guaidó, líder opositor y autoproclamado presidente de Venezuela, a instalar a un embajador de su gobierno en el país. Previamente, Guaidó había reconocido Áñez como presidenta de Bolivia.
Qué países han reconocido a Áñez, es una muestra de la geopolítica global.
Donald Trump, Bolsonaro y el propio Guaidó han saludado a la que
consideran nueva mandataria del país. Mientras, países como México,
Rusia o China han desconocido al gobierno surgido del golpe de Estado .
Las buenas relaciones con estos dos países en temas comerciales, pero también en cuestiones estratégicas y políticas, son el otro orden mundial que va contra la hegemonía estadounidense. Un ‘cambio de bando’ por parte de Bolivia sería un golpe para los intereses de ambas potencias en la región.
Las buenas relaciones con estos dos países en temas comerciales, pero también en cuestiones estratégicas y políticas, son el otro orden mundial que va contra la hegemonía estadounidense. Un ‘cambio de bando’ por parte de Bolivia sería un golpe para los intereses de ambas potencias en la región.
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