Los españoles aprovechan jornada de reflexión para meditar su voto en
las elecciones generales de mañana, que a juzgar por las encuestas no
acabarían con la prolongada inestabilidad política tras el fin del
bipartidismo.
Después de una semana recorriendo la
geografía de este país para movilizar el sufragio, los candidatos
cerraron la víspera sus respectivas campañas, centrados en los futuros
pactos postelectorales ante la certidumbre de que será imposible
gobernar en solitario.
Más de 37 millones de electores están llamados a las urnas este
domingo por cuarta vez en cuatro años, con una crisis abierta en
Cataluña que podría favorecer a los partidos de la derecha, en
particular al ultraderechista Vox.
Estos comicios legislativos -vaticinan la mayoría de las encuestas- dejarán una mayor fragmentación en el Parlamento, lo que complicará la gobernabilidad.
De confirmarse esa predicción, ninguna de las cinco principales fuerzas con representación parlamentaria alcanzará la mayoría suficiente, por lo que una vez más serán necesarios los acuerdos para desbloquear la situación en un país sin cultura de pactos.
Un escenario que ya ocurrió en las elecciones de diciembre de 2015, las cuales debieron repetirse en junio de 2016, y tras las celebradas el pasado 28 de abril, que volvieron a mostrar la ineptitud de la clase dirigente para romper la parálisis institucional.
Los comicios de hace cuatro años marcaron el fin del bipartidismo encarnado durante cuatro décadas por los partidos Popular (PP) y Socialista Obrero Español (PSOE), con la irrupción del izquierdista Podemos y el liberal Ciudadanos (Cs).
La inestabilidad que comenzó entonces se agudizó luego de la contienda de abril, con la irrupción en el Congreso de los Diputados -la cámara encargada de investir al futuro presidente del Gobierno- del partido de extrema derecha Vox.
La formación liderada por Santiago Abascal obtuvo hace seis meses 24 escaños en la Cámara Baja, un triunfo sin precedentes para la ultraderecha española, ausente del tablero político desde el final de la dictadura de Francisco Franco en 1975.
Ahora, los sondeos pronostican que Vox -con un duro discurso contra la inmigración y a favor de ilegalizar a las formaciones separatistas catalanas- llegaría a duplicar su presencia en el Congreso y pasaría de quinta a tercera fuerza, apenas superada por PSOE y PP.
Durante sus mítines de cierre de campaña, el líder socialista y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, llamó a los españoles a impedir el ascenso de los ultranacionalistas.
El candidato a la reelección presentó a la centenaria agrupación socialdemócrata como la única con posibilidades de detener el auge de los dirigidos por Abascal.
Afeó al PP y a los liberales de Ciudadanos (Cs) su cercanía con Vox, gracias a la cual ya gobiernan en las importantes comunidades autónomas (regiones) de Madrid y Andalucía y en el ayuntamiento de esta capital.
Advirtió que con la entrada de la extrema derecha a las instituciones los españoles están asistiendo a ideas muy preocupantes, como plantear cerrar canales privados de televisión, vetar a periodistas, ilegalizar organizaciones o señalar a los homosexuales como enfermos.
'Eso tiene un nombre en la historia europea y no hace falta decir cuál es, porque lo tenemos todos en mente', manifestó Sánchez, en obvia referencia al fascismo.
'Si no hay valentía por parte del PP y de Cs de contraponer un proyecto alternativo a la ultraderecha, los votantes progresistas debemos movilizarnos el próximo 10 de noviembre y frenarla con nuestro voto', enfatizó el gobernante interino.
Todos los estudios demoscópicos sitúan a los socialdemócratas de Sánchez como primera agrupación en la estratégica Cámara Baja, pero sin la mayoría absoluta (176 de 350 escaños) para formar gabinete sin depender de otros partidos.
Detrás se ubicarían, el PP, Vox y Unidas Podemos -alianza antiausteridad integrada por Podemos, Izquierda Unida y otras formaciones regionales.
Los propios sondeos apuntan a un hundimiento de los liberales de Ciudadanos, que bajarían a la quinta posición, después de conquistar la tercera plaza en las legislativas de hace seis meses.
Con las encuestas en la mano no parece sencillo que las elecciones de este domingo vayan a facilitar el desbloqueo que impidió la formación de un Gobierno estable en el país europeo.
Estos comicios legislativos -vaticinan la mayoría de las encuestas- dejarán una mayor fragmentación en el Parlamento, lo que complicará la gobernabilidad.
De confirmarse esa predicción, ninguna de las cinco principales fuerzas con representación parlamentaria alcanzará la mayoría suficiente, por lo que una vez más serán necesarios los acuerdos para desbloquear la situación en un país sin cultura de pactos.
Un escenario que ya ocurrió en las elecciones de diciembre de 2015, las cuales debieron repetirse en junio de 2016, y tras las celebradas el pasado 28 de abril, que volvieron a mostrar la ineptitud de la clase dirigente para romper la parálisis institucional.
Los comicios de hace cuatro años marcaron el fin del bipartidismo encarnado durante cuatro décadas por los partidos Popular (PP) y Socialista Obrero Español (PSOE), con la irrupción del izquierdista Podemos y el liberal Ciudadanos (Cs).
La inestabilidad que comenzó entonces se agudizó luego de la contienda de abril, con la irrupción en el Congreso de los Diputados -la cámara encargada de investir al futuro presidente del Gobierno- del partido de extrema derecha Vox.
La formación liderada por Santiago Abascal obtuvo hace seis meses 24 escaños en la Cámara Baja, un triunfo sin precedentes para la ultraderecha española, ausente del tablero político desde el final de la dictadura de Francisco Franco en 1975.
Ahora, los sondeos pronostican que Vox -con un duro discurso contra la inmigración y a favor de ilegalizar a las formaciones separatistas catalanas- llegaría a duplicar su presencia en el Congreso y pasaría de quinta a tercera fuerza, apenas superada por PSOE y PP.
Durante sus mítines de cierre de campaña, el líder socialista y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, llamó a los españoles a impedir el ascenso de los ultranacionalistas.
El candidato a la reelección presentó a la centenaria agrupación socialdemócrata como la única con posibilidades de detener el auge de los dirigidos por Abascal.
Afeó al PP y a los liberales de Ciudadanos (Cs) su cercanía con Vox, gracias a la cual ya gobiernan en las importantes comunidades autónomas (regiones) de Madrid y Andalucía y en el ayuntamiento de esta capital.
Advirtió que con la entrada de la extrema derecha a las instituciones los españoles están asistiendo a ideas muy preocupantes, como plantear cerrar canales privados de televisión, vetar a periodistas, ilegalizar organizaciones o señalar a los homosexuales como enfermos.
'Eso tiene un nombre en la historia europea y no hace falta decir cuál es, porque lo tenemos todos en mente', manifestó Sánchez, en obvia referencia al fascismo.
'Si no hay valentía por parte del PP y de Cs de contraponer un proyecto alternativo a la ultraderecha, los votantes progresistas debemos movilizarnos el próximo 10 de noviembre y frenarla con nuestro voto', enfatizó el gobernante interino.
Todos los estudios demoscópicos sitúan a los socialdemócratas de Sánchez como primera agrupación en la estratégica Cámara Baja, pero sin la mayoría absoluta (176 de 350 escaños) para formar gabinete sin depender de otros partidos.
Detrás se ubicarían, el PP, Vox y Unidas Podemos -alianza antiausteridad integrada por Podemos, Izquierda Unida y otras formaciones regionales.
Los propios sondeos apuntan a un hundimiento de los liberales de Ciudadanos, que bajarían a la quinta posición, después de conquistar la tercera plaza en las legislativas de hace seis meses.
Con las encuestas en la mano no parece sencillo que las elecciones de este domingo vayan a facilitar el desbloqueo que impidió la formación de un Gobierno estable en el país europeo.
(Con información de Prensa Latina)
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