El conocido hispanista, biógrafo de Lorca, Dalí y autor de varias obras sobre los años de la Guerra Civil, acaba de publicar Aventuras ibéricas (Ediciones
B), un compendio de historias sobre la Historia en el que repasa
algunas de sus vivencias a lo largo de las seis décadas que lleva en
nuestro país.
Enamorado de Lorca, de Machado y del Quijote. Enamorado
de la Península y sus gentes. De los boquerones en vinagre. Bromea
diciendo que cuando cruzaba la frontera a Francia le entraban unas ganas
inmensas de volver porque no le ponían tapa con el vino. A sus 78 años,
Gibson habla con pasión, con la misma con la que escribe.
Contagia las
ganas de querer conocer todo lo que está cerca. Mientras le preguntamos
en su casa en Madrid, ciudad en la que reside desde hace años, coge
papel y boli para tomar notas. Al contrario de lo que nos pasa a la
mayoría de los españoles, él no acostumbra a hablar sin escuchar al de
enfrente.
Con su libro dan unas ganas tremendas de conocer muchas cosas que tenemos cerca y que yo particularmente desconocía.
Es
la idea. La península es fantástica, es cuestión de abrir los ojos y
ver lo que hay cerca primero. Me encanta salir, soy ornitólogo, me
interesa la botánica, salgo con los prismáticos, con mi cámara y voy en
busca de aventuras, como el Quijote. Cada día tengo aventuras. Insisto
en el microviaje porque siempre hay algo muy cerca. Entre las cosas muy
cercanas esta el Museo Arqueológico Nacional, que es una maravilla. Cada
vez que voy, aprendo.
Yo casi siempre iba a ver las
salas romanas, ibéricas y celtas, que son las que a mí me fascinaban.
Pero allí hay algo para todo el mundo. Luego también hay un museo
estupendo en Valencia, en Córdoba, en Sevilla… toda la Península está
llena de museos increíbles.
Ian Gibson durante la entrevista con eldiario.es
Te voy a mostrar la
primera edición [Gibson acerca una preciosa copia del libro impresa en
1845].
Es
llamativo el momento en el que habla de Richard Ford, que en 1845
publicó una guía sobre España. Hace más de 170 años, describe que es un
país que no sabe "amalgamarse", que es "un
manojo de pequeñas entidades atadas con una soga de arena". También
habla de la corrupción generalizada y de que los españoles están
gobernados por "funcionarios ineptos y corruptos". Esto sigue más
vigente que nunca.
Yo lo puse al principio como estímulo para que la gente busque
la traducción española, que merece la pena. Sus observaciones, muchas de
ellas, siguen vigentes. Lo que él ve continúa en bastantes casos igual.
Ford adora al pueblo llano español, la falta de esnobismo, la
naturalidad de la gente, pero tiene una pésima idea de sus líderes.
¿Cómo era esa
España que se encontró al llegar por primera vez en 1957, a la que vino
porque un ornitólogo le dijo que en Doñana había ánsares?
Para
mí, los ánsares eran, y siguen siendo, aves mágicas. Yo creía que no
iban tan al sur, pero un ornitólogo inglés me dijo que había 80.000
ánsares en Doñana, apenas me lo creía. Y un día tuve que verlo.
Cruzar
la frontera fue una sorpresa. Primero por el impacto del paisaje.
Recuerdo la parada en el tren en Pancorbo después de las montañas del
norte, que eran más o menos familiares, todo verde, y luego aquellos
riscos, el desfiladero. Y después, la meseta. Fue para mí un shock. Una
llanura de las dimensiones de Castilla bajo un sol de agosto, esa
inmensidad.
En Madrid, yo no sabía nada de la
dictadura, de la Guerra Civil, de los grises. Cuando la gente tocaba el
tema de la guerra con un extranjero se notaba la inquietud. Cuando me
volví la primera vez ya sabía lo que era una dictadura: mucho miedo. Eso
de que "las paredes oían".
A día de hoy ese miedo a hablar, a recordar, persiste a veces entre los más mayores. ¿Por qué cree que sigue pasando esto?
El
miedo es el miedo, cala a un nivel profundísimo. El miedo instalado,
miedo feroz a la represión. Ellos [los supervivientes] vieron cosas
horribles, el hambre, el miedo a la tortura… Y el recuerdo de tantos
muertos. Todo eso sigue influyendo. Ahora son los nietos quienes quieren
saber.
¿Es en parte por cómo se trató el tema en la Transición?
Claro.
Aquí la derecha se niega a asumir el holocausto. Aquí hubo un
holocausto en toda regla. Una política de hacer desaparecer a la gente
sin dejar huella. Tenemos la ley de Amnistía del año 77, que es
preconstitucional. Dicen que no hay nada más que decir. Al final se
deshicieron de Baltasar Garzón y hay una impunidad total. Es una
vergüenza.
Diez años después de
su aprobación, la Ley de Memoria Histórica se sigue incumpliendo y está
sin presupuesto. El argumento defendido mil y una veces por el PP es que
no hay que "reabrir heridas".
Esta actitud
es un espanto, una vil calumnia. Es torpe y además es una mentira
terrible, no es verdad. Nadie está deseando reabrir heridas, las heridas
no se han cerrado. Ellos están esperando que se mueran todos, los
abuelos y las abuelas que no han podido localizar los restos de sus
seres queridos y quieren olvido. La derecha quiere olvidar. Esto es un
error fatal, con más de 100.000 fusilados en cunetas.
¿Cómo
va a ser una cuestión de reabrir heridas, cuando ellos desenterraron a
los suyos a lo largo de 40 años y les dieron decente entierro? Y no
permitirlo a los otros, ¿esto es reabrir heridas? Lo dicen una y otra
vez. Y han dicho cosas peores. Rafael Hernando ha dicho que buscan al
abuelo cuando alguien les paga una subvención. Esto es para que
[Hernando] se vaya para siempre de la política, pero como nadie dimite y
nadie le llama la atención...
Recuerdo lo que dijo
Mayor Oreja, lo tengo aquí conmigo [acerca un recorte de prensa en el
que tiene destacada una frase] "bajo el franquismo muchos vivieron con
extremada placidez". Esto dicho por un ministro del PP.
La extremada
placidez para muchos, claro, para los capitalistas, para los que
destrozaban el litoral. "Extremada placidez". Hay que ser un cínico para
decir eso con la gente que había en las cárceles, con los miles de
homosexuales maltratados, con la ley de vagos y maleantes. Yo a él no le
daría la mano. Hay que ser un cínico de la hostia para decir esto.
La derecha está esperando que se mueran todos, los abuelos y las abuelas que no han podido localizar los restos de sus seres queridos y quieren olvido
¿Por
qué otros países como Alemania, Chile o Portugal, sí han logrado hacer
memoria y en España, tantos años después, seguimos igual?
El
PSOE, cuando tuvo una mayoría abrumadora después de Tejero, pudo haber
hecho el trabajo y no lo hizo. Eso sí que fue un terrible error y tal
vez cobardía del PSOE, pensando que no era el momento.
Oye, cuando a ti
el pueblo te ha dado la mayoría es vuestra obligación limpiar el país de
símbolos fascistas, aunque no se hubiera empezado con el problema de
las cunetas, que también deberían de haberlo hecho, pero por lo menos
quita estos nombres de calles, este busto de Franco, este caballo…
No lo
hicieron y estamos todavía con el tema, tantos años después.
Yo
lo veo vergonzoso, e incluso digo la palabra 'cobardía'. Alfonso Guerra
me llevaría la contraria, que claro, que no fue posible en aquel
momento. Bueno, pues lo siento. A los matones hay que hacerles frente y
cuando tú tienes la mayoría que tienes de votos es tu obligación
hacerlo.
Y luego más tarde cuando
el PSOE tuvo en sus manos la redacción de la Ley de Memoria Histórica
hubo parte de la izquierda que no quedó contenta con esa ley...
Por supuesto.
Ese sector pensó que había habido muchas cesiones, como la equiparación de las víctimas o que no se anularan los juicios.
Es
una ley débil. Algo es algo, pero había que hacer mucho más. Anular las
sentencias del franquismo que eran absolutamente ilegales y darle
dignidad al asunto a nivel estatal y no dejarlo en manos de asociaciones
para la memoria sin las debidas garantías.
Creo que aquí también hubo
falta de valentía, y esto es muy decepcionante.
Yo
siempre cito el caso de Málaga, donde el alcalde del PP, Francisco de la
Torre, no se opuso a las exhumaciones que se han hecho. Con solo no
oponerse, esto se resuelve, y se podría resolver de la noche a la mañana
sin odio y sin sed de venganza. Y sería la gran reconciliación.
Pero no
lo quieren ver así, porque no aceptan el horror del régimen franquista.
Y tienen a Franco allí, todavía en el Valle de los Caídos, debajo de
una cruz cristiana.
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