miércoles, 29 de mayo de 2019

La cruzada antisocialista de Trump




  Como si el espíritu mesiánico del Papa Urbano II hubiera reencarnado en Trump y su equipo un milenio después, hoy se reiteran los llamados a una cruzada antisocialista a escala planetaria.


 Los predicadores actuales exigen que se devuelvan a los fieles consumidores los lugares santos de la ideología liberal, hollados por el colectivismo socialistoide durante décadas. 


 El fundamentalismo antisocialista cubre bajo sus alas a todo el mundo. Desde la política interna estadounidense se extiende sobre China, Rusia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Siria, Corea del Norte y –ioh, milagro portentoso!- abarca hasta el Irán teocrático de los Ayatolás. 


Realmente es difícil encontrar alguna similitud seria entre estos países, excepto su empeño en no arrodillarse ante los dictados de los pretendidos amos del mundo. 


 Pero la cuestión no es tan sencilla. Los hombres del presidente han sido escogidos con sumo cuidado y algunos de ellos van mucho más allá del jefe en su expediente de luchas antisocialistas para creer que estamos en presencia de una simple conjunción estrafalaria y casual de dinosaurios políticos en el staff de la Casa Blanca. 


 Si algo saben Trump y sus cruzados es que la crisis de gobernabilidad que recorre el mundo parte de la desconfianza popular hacia los modos tradicionales de hacer política de los agentes del poder hegemónico.


 Partidos políticos, medios masivos de comunicación, programas de gobierno y promesas de cambio no surten ya el efecto esperado y ellos lo saben muy bien. De hecho, están al mando del ejecutivo estadounidense no gracias a, sino a pesar de, esos aparentemente todopoderosos factores. 


 En la cara opuesta de la ideología los fantasmas del socialismo han ganado adeptos de manera evidente.


 En los propios EE.UU. los discursos socialdemócratas de Bernie Sanders y la carismática Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) -con 29 años la congresista más joven de la historia de EEUU- suenan cual música celestial en los oídos de millones de trabajadores, jóvenes e inmigrantes que claman por mayor justicia económica, social y racial sin dejarse arrastrar por los mensajes reaccionarios del magnate engreído y sus fans ultraconservadores. 


 A nivel internacional no le va bien a la administración. Rusia y China no ceden en sus pretensiones de gran potencia, Corea e Irán no se doblegan, Siria y Venezuela no caen, México se respeta y Cuba resiste. 


Los europeos son reticentes a unirse al carro de las sanciones anticubanas y antiiraníes y, por el contrario, se acercan cada vez más a China y se adhieren con entusiasmo a la Ruta de la Seda como fieles descendientes del pro-chino Marco Polo.


  En esas condiciones, qué mejor opción para el grupo de poder imperial que anatemizar a los mensajeros. Si Sanders y AOC piden poder real para el pueblo estadounidense, son meros comunistas en piel de demócratas.


 Los gobiernos populares que no han caído por las buenas en América Latina, serán sustituidos a como dé lugar. El socialismo será desterrado de este continente por decreto imperial. No importa si tienen dificultades económicas, como Venezuela y Cuba, o si son un ejemplo de la economía continental como Bolivia y Nicaragua. 


 Hasta ahora el único valladar que ha parado a los cruzados de la Casa Blanca ha sido la resistencia indomable.


 Los gobiernos que han mostrado debilidad y titubeos en su actuación política han caído (Brasil, Ecuador), pues el lenguaje de fuerza de los Pompeo, Bolton, Abrams y Rubio no cree en negociaciones ni concesiones mutuas. 


 Parece que la vieja disyuntiva entre socialismo y barbarie vuelve sobre el tapete mundial. Al final, siempre la solución fascista está a disposición de la plutocracia frente a la alternativa socialista. 


Ojalá los pueblos sepan escoger bien entre ambos caminos en esta hora de crisis de los viejos paradigmas hegemónicos del sistema. 


Ante los cuernos de guerra de los nuevos cruzados vale la pena recordar a Julius Fucik: "iHombres, os he amado. Estad alertas!"


 La joven Cuba
 

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