Mientras la mayoría de los líderes de América Latina, EE. UU. y Europa se rehusaron a asistir a la renovación del mandato de Nicolás Maduro,
a quien consideran presidente ilegítimo, la Secretaría General de la
ONU aseguró que va a seguir trabajando con el Gobierno de Venezuela
durante el segundo mandato de Nicolás Maduro.
El senador de EE. UU. de origen cubano, Marco Rubio, llama abiertamente cómplice a quien respalda la dictadura de Maduro
“Nosotros continuaremos trabajando con el Gobierno de Venezuela, notablemente en el marco de asistencia al desarrollo, en alimentación, salud, seguridad y nutrición”, dijo el portavoz de la Secretaría General de la ONU, Stéphane Dujarric, en su conferencia de prensa diaria.
“Hemos visto las decisiones tomadas por un número de países. El secretario general, la Secretaría, no nos dedicamos a reconocer a jefes de Estado o a no reconocer a jefes de Estado”, respondió a la pregunta sobre la postura de varios Gobiernos latinoamericanos, de Estados Unidos y de la Unión Europea, que han repudiado la investidura de Maduro.
A raíz de que Maduro juró el 10 de enero el inicio de su segundo periodo y por tanto su permanencia en el poder hasta el 2025, pese a las denuncias de su ilegitimidad, el portavoz recordó que el Secretario General de la ONU, António Guterres, “sigue disponible para ayudar de cualquier forma”.
Por su parte, Marco Rubio, senador de EE. UU. de origen cubano, llamó abiertamente cómplice a quien brinde legitimidad a Maduro, a quien tildó de dictador y represor; dados los atropellos sufridos por los venezolanos bajo su gobierno.
También felicitó a la Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington, porque acordó “no reconocer la legitimidad del período del régimen de Nicolás Maduro a partir del 10 de enero de 2019”.
No solo eso, instó a celebrar nuevas elecciones “en una fecha cercana” y exige que sea con observadores internacionales para que sea más transparente el proceso electoral.
Ya que una de las mayores denuncias contra Maduro, por las dudas respecto al conteo en las elecciones presidenciales, fue agravada por las declaraciones de él: “hay una mitad mayoritaria, y hay una mitad que es minoría”, que atenta contra toda lógica matemática.
Es que las cifras no le juegan a favor, de modo que debe
relativizarlas para justificarlas.
El rechazo a Maduro fue evidenciado en los últimos comicios, donde 72,6% de los venezolanos se abstuvieron de votar, según anunció la presidente del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, que es chavista.
La minoría que votó, en cambio, lo hizo por el único partido representado: el PSUV de Chávez y ahora de Maduro, arrojando una estadística de votos similar al de Cuba donde solo es permitido el Partido Comunista.
91% de los votos fueron a favor del PSUV en las últimas elecciones de un país donde 3/4 de los ciudadanos no votaron y más de cuatro millones han emigrado incluso a pie en búsqueda de una vida mejor.
Esto ha provocado que EE.UU. tampoco reconozca la toma de posesión de Maduro y y incrementará la presión sobre el Ejecutivo venezolano.
Pues, de acuerdo a su propia constitución, como lo resalta el senador estadounidense, Nicolás Maduro no califica como presidente legítimo, puesto que no fue juramentado por la Asamblea Nacional, el parlamento local.
Es decir, Maduro no cuenta con el aval de la mayoría de los ciudadanos, como exige la democracia y pasa por encima de la institucionalidad republicana.
Sin embargo, pese a que el venezolano promedio ha perdido más de 11 kilos por la falta de alimentos, medicina y la pobreza masificada, la misma organización que condecoró a Maduro por combatir el hambre, ahora le ofrece ayuda.
De modo que de espaldas a la realidad, una vez más la ONU es cómplice de la prolongación del sufrimiento de los venezolanos.
En vista que el régimen está a cargo de la emisión de cifras, emitió una imagen de estabilidad ante el mundo y en el 2015, la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura , premió a Maduro por lo que dijo haber logrado en el país y no lo que demostraba la evidencia: gente comiendo de la basura.
Por ello, el periodista internacional Andrés Oppenheimer, declaró: “la FAO hace difícil tomar en serio a las agencias de la ONU”.
Ahora, la Secretaría General de la ONU, también.
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