jueves, 20 de diciembre de 2018

¿Por qué las mujeres no votan a los partidos de extrema derecha?


Los factores estructurales, las actitudes y los programas son partes de los motivos de esta brecha de género

La semana pasada, el partido de extrema derecha Vox obtuvo doce escaños en el Parlamento de Andalucía. De esta manera, el estado español deja de ser una excepción respecto al auge de extrema derecha, y sigue así la estela de otros países europeos. Cas Mudde define a los partidos de extrema derecha sobre la base de tres características: son nativistas –antinmigrantes y nacionalistas–, autoritarios y populistas.


 Los estudios muestran que los votantes de este tipo de partidos son ciudadanos que tienen actitudes en contra de la inmigración, niveles inferiores de confianza en las instituciones políticas o un nivel educativo bajo. Además, se ha demostrado que mayoritariamente los votantes de este tipo de partidos son hombres. De hecho, estos estudios muestran que las mujeres tienen un 39% de probabilidades de votar menos a estos partidos que los hombres.


 Desde la academia se han intentado buscar diferentes causas para explicar esta brecha de género.


La primera explicación se centra en diferencias estructurales entre los hombres y las mujeres. Los hombres tradicionalmente han sido trabajadores manuales en la industria. Este tipo de trabajo tiene más riesgo de desaparecer o precarizarse en la economía global. Es decir, los hombres son más propensos a ser “perdedores de la globalización”. Esta situación puede producir que estos hombres generen actitudes contrarias al sistema, ya que a su juicio este no habría sabido protegerlos.


Pero también contrarias a la inmigración, por ver a las personas de origen extranjero como competidores en el mercado laboral o en la recepción de ayudas. Esto desencadenaría la demanda de políticas nativistas. 


Las mujeres, que se han dedicado más a profesiones socioculturales o en el sector servicios, no han visto su trabajo tan amenazado y no se ven atraídas por proclamas antisistema o políticas nativistas. Sin embargo, diferentes estudios muestran que esta explicación cada vez tiene menos peso y solo aplica en algunos países del Este de Europa.


El segundo factor son las actitudes diferenciadas que tienen hombres y mujeres, y que son resultado de la socialización. Se ha demostrado que los hombres tienen mayor propensión a tener actitudes más favorables hacia la ley y el orden que las mujeres, y que las mujeres se oponen más al uso de la fuerza o son más propensas a defender políticas más compasivas.


 Por otra parte, las mujeres, al asumir más carga de trabajo familiar, siempre han tenido menos tiempo para ser activas políticamente. Este hecho, junto a que son más adversas al riesgo podría afectar negativamente al voto a partidos surgidos repentinamente, y solo los votarían cuando estuvieran bien consolidados.


Pero se ha demostrado que estas actitudes tienen poco poder explicativo. Por eso, otros autores han concluido que hombres y mujeres no tienen diferentes actitudes, pero unos les dan más importancia a unas que a otras. Es decir, los hombres y las mujeres pueden tener el mismo nivel de xenofobia, pero es un tema importante para los hombres, incluso para guiar su voto, lo que no ocurre en el caso de las mujeres. 


Otros académicos también han aventurado que el discurso populista de “nosotros contra ellos” y de lenguaje bélico característico de estos partidos de derecha radical es menos atractivo para las mujeres, y que eso podría explicar parte de la brecha. Spierings y Zaslove realizan un estudio para mostrar si el lenguaje del populismo es el factor que aleja a las mujeres de este tipo de partidos. Ellos no lo pueden asegurar, ya que, en el caso de los partidos populistas de derechas, las mujeres se distancian, pero no es tan evidente en el caso de los partidos populistas de izquierda, donde esa brecha de género es mucho menor, muchas veces casi inexistente.


La última parte del puzzle –importante para explicar las diferencias entre géneros– son los programas electorales de los partidos. Parece lógico que las mujeres se abstengan de votar a aquellos partidos que intentan quitarles derechos y hacerlas mucho más vulnerables. Campbell y Erzeel estudian si las propuestas de los partidos influyen en las mujeres cuando van a votar. Los programas de la extrema derecha varían en relación al género. Pueden tener una ideología conservadora, como por ejemplo Vox, que aboga por revertir la ley de violencia de género o la ley el aborto, o asumir que el principal rol de la mujer es el de madre.


 O incluso hay partidos de extrema derecha que adoptan aparentemente una visión más liberal con respecto a los asuntos de género, donde se centran en las prácticas religiosas. Los programas de este tipo de partidos recriminan la mutilación femenina o que las mujeres lleven el velo, sin mencionar otros aspectos relacionados con el patriarcado. Campbell y Erzeel muestran en su estudio que los partidos de extrema derecha con una apariencia más liberal en este tema pueden atraer mayor voto femenino que el resto de partidos de extrema derecha con programas mucho más conservadores o tradicionales.


 Los factores estructurales, las actitudes y los programas de los partidos de extrema derecha son partes de los motivos de esta brecha de género en el voto. Sin embargo, aún quedan muchos estudios por hacer para tener una buena explicación global del fenómeno, ya que de momento las especificidades de cada país y de cada partido de extrema derecha hacen difícil establecer unas causas más generales. Estaremos atentas.

 

Sílvia Claveria. Especialista en género y editora de Politikon. @Claveria







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