El título de este
artículo coincide con la consigna difundida por la Coordinadora Estatal
en Defensa del Sistema Público de Pensiones (CEDSPP), sustituyendo en
las movilizaciones al “Rajoy dimisión” y “Ni un día más de gobierno del
PP”. Es un eslogan que responde al cambio de situación motivado por el
relevo gubernamental. Es el lema coreado por el colectivo de
pensionistas, mientras se sigue gritando: “Esta batalla la vamos a
ganar”.
Produjo asombro al comenzar el año el
espontáneo arranque de las concentraciones de pensionistas en Bilbao.
Ocho meses después no deja de sorprender su tenacidad y capacidad de
convocatoria.
No detuvo esa marea el 22 de mayo el acuerdo presupuestario PP – PNV que recogía algunas reivindicaciones de forma parcial y temporal. El 26 de mayo se volvieron a inundar de gente las calles de Bilbao. Tampoco ha frenado las movilizaciones el 4 de julio la entrada en vigor de medidas favorables, pero insuficientes.
Ni siquiera sirve como muro de contención el compromiso adquirido en el Pacto de Toledo para volver a revalorizar las pensiones en función del IPC, siendo esa la demanda frente al mísero incremento del 0,25 %.
No detuvo esa marea el 22 de mayo el acuerdo presupuestario PP – PNV que recogía algunas reivindicaciones de forma parcial y temporal. El 26 de mayo se volvieron a inundar de gente las calles de Bilbao. Tampoco ha frenado las movilizaciones el 4 de julio la entrada en vigor de medidas favorables, pero insuficientes.
Ni siquiera sirve como muro de contención el compromiso adquirido en el Pacto de Toledo para volver a revalorizar las pensiones en función del IPC, siendo esa la demanda frente al mísero incremento del 0,25 %.
El 1 de junio la situación política dio un vuelco
inesperado al aprobarse la moción de censura que ha llevado a Pedro
Sánchez a La Moncloa. Para la lucha de los pensionistas la realidad
actual tiene dos ejes: 1) las expectativas creadas por un Gobierno que
parece dispuesto a garantizar pensiones dignas, 2) superada la amenaza
del 0,25 %, pasa a primer plano la exigencia de una pensión mínima de
1.080 €.
Cuando los pensionistas despertaron, el dinosaurio ya no estaba allí
El estrepitoso cese de Mariano Rajoy, arrastrando en su caída a la ministra del 0,25%, sitúa al frente del Ministerio de Empleo y Seguridad Social a Magdalena Valerio, experta en materia de pensiones y comprometida con esa causa. Son acontecimientos que producen satisfacción.
Tres días después de triunfar la moción censura, en la concentración del lunes 4 de junio en Bilbao, una de las intervenciones remarcó ese cambio de paradigma:
“Los pensionistas
no volveremos a recibir más cartas de Fátima Báñez anunciando
miserables subidas de 0,25%. Esa pesadilla se acabó para siempre. Con
nuestras movilizaciones hemos contribuido a la caída del gobierno de la
corrupción. Se abre un nuevo periodo político. En el discurso de la
moción de censura Pedro Sánchez citó expresamente las movilizaciones de
pensionistas del País Vasco, pero no sabemos hasta dónde será capaz de
llegar.
Ignoramos si está en condiciones de asumir el nuevo reto que le
vamos a plantear: fijar una pensión mínima de 1.080 euros para cerrar
la brecha entre pensiones bajas y altas, y entre mujeres y hombres.
A
pesar de las mejoras que se van a aplicar, más de tres millones de
pensionistas, un tercio del total, seguirán en situación de pobreza. La
lucha tiene que continuar, pero la próxima manifestación ante la
Delegación del Gobierno no va contra nadie, es para advertir que,
gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden”.
Pensión mínima 1.080 €, una esperanzadora utopía
El partido que gobierna las instituciones vascas cuestiona demandas sociales que afectan a la cuarta parte de la población y son compartidas por un amplio sector de la ciudadanía. El PNV habría acertado si en vez de presentar las mejoras presupuestarias en materia de pensiones como un logro propio adoptase una actitud más humilde, admitiendo que es mérito de las movilizaciones de pensionistas.
Pudiendo apuntarse un
tanto, erró la táctica, despertando el rencor de mucha gente,
arriesgándose incluso a defraudar a parte de su electorado.
Conocido su carácter pragmático e interclasista, sorprende que el PNV
descalifique la reivindicación de 1.080 € de pensión mínima. Comenzó la
campaña el propio Lehendakari, conforme recogía el titular de Noticias
de Gipuzkoa el 8 de mayo: “Urkullu no ve viable las pensiones mínimas de
1.080 euros”. Siguieron otros líderes jeltzales,
culminando la acometida un artículo de opinión de Koldo Mediavilla
“Ganancia de pescadores” (Deia, 19 de mayo), donde para llevar al
absurdo la petición, se preguntaba: “¿Por qué 1.080 y no 1.500?”
La demanda de 1.080 eurs de pensión mínima no procede de un cálculo
cabalístico. Se basa en recomendaciones de la Carta Social Europea, se
calcula sobre el nivel salarial intermedio, es equivalente al 60% de esa
retribución media, su objetivo es evitar la exclusión social de los
pensionistas que cobran menos de los 8.200 euros anuales que fijan en el
Estado español el umbral de la pobreza. Por tanto, es una aspiración
legítima y necesaria. Su viabilidad depende de la voluntad de quienes
gobiernan y tienen competencias para aplicarla.
Entre la utopía y la realidad puede haber un abismo o un paso. Caben
múltiples ejemplos de utopías hechas realidad: voto de la mujer, jornada
de trabajo de ocho horas, sanidad universal, enseñanza gratuita,
pensiones públicas. Los derechos hoy reconocidos antaño supusieron una
ilusión, un ideal, una utopía. Resulta más fácil conseguir ahora una
pensión mínima de 1.080 € que hace un siglo, en 1919, legislar el Retiro
Obrero Obligatorio.
Más utópico que reclamar una
pensión mínima de 1.080 € es soñar, como hace el PNV, con una Europa
federal de las naciones, capaz de superar el modelo del estado
decimonónico. Sin embargo, es una aspiración que respetamos y
compartimos. Hasta en un acto sobre pensiones convocado en la sede de
Sabin Etxea personas vinculadas al PNV se interesaron por la
reivindicación de los 1.080 €. Significa que esa cifra se ha convertido
en un referente, en un símbolo. Para hacerlo realidad falta un
trámite, el de la inequívoca voluntad política.
Con el cambio de gobierno el porvenir se torna más esperanzador para los pensionistas
Sabemos de dónde vienen las suspicacias del PNV hacia
dicha reivindicación. Mientras en las concentraciones de pensionistas se
reclamaban los 1.080 € a Rajoy, en el Parlamento Vasco la oposición se
los demandaba a Urkullu. Algo cabría decir al respecto sobre respeto a
los cauces que el colectivo de pensionistas sigue en sus
reivindicaciones.
En términos políticos apoyar los presupuestos del partido de la corrupción resultaba reprobable, el planteamiento varía en materia de pensiones: era la subida que se reclamaba, aunque sólo durase dos años. O sea, es una mejora insuficiente, pero no negativa. Es más, si no se hubiese aplicado, causaría frustración y angustia entre las personas que sobreviven con pensiones de miseria.
Dejaremos ese episodio de lado, este artículo va de
aspiraciones sociales, no de cálculos partidistas.
En términos políticos apoyar los presupuestos del partido de la corrupción resultaba reprobable, el planteamiento varía en materia de pensiones: era la subida que se reclamaba, aunque sólo durase dos años. O sea, es una mejora insuficiente, pero no negativa. Es más, si no se hubiese aplicado, causaría frustración y angustia entre las personas que sobreviven con pensiones de miseria.
Reprochable es
utilizar la mejora limitada de pensiones para intentar frenar las
movilizaciones. Ha ocurrido lo contrario: el colectivo de pensionistas
encaja sus demandas en los Presupuestos Generales del Estado.
Ese
triunfo parcial estimula la lucha en defensa de pensiones dignas,
representada en los 1.080 euros.
También es reprobable la difusión de anónimos y la propagación en las redes sociales de mensajes tendenciosos sobre personas comprometidas con el movimiento de pensionistas que desde la juventud están implicadas en las luchas sociales.
En la moción de censura motivada por la corrupción del PP, el actual
Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hizo referencia expresa a las
movilizaciones de pensionistas del País Vasco y se comprometió a
mantener el poder adquisitivo de las pensiones.
Esto significa que se aleja la pesadilla del 0,25%. A diferencia del PNV, otras formaciones políticas, entre ellas el PSOE, su socio institucional, acuden a las movilizaciones tras la pancarta que proclama la ilusionante utopía de los 1.080 €.
Reclamar la presencia del Lehendakari en manifestaciones con motivaciones sociales, en absoluto partidistas, implica reconocer su legitimidad. Verlo de diferente manera supone otro error. El PNV se ha creado un problema desautorizando al movimiento de pensionistas.
Si en el corto plazo de 10 días fue capaz de votar a favor y en contra de Rajoy, cabe suponer que cambie de actitud ante nuevos procesos electorales.
Esto significa que se aleja la pesadilla del 0,25%. A diferencia del PNV, otras formaciones políticas, entre ellas el PSOE, su socio institucional, acuden a las movilizaciones tras la pancarta que proclama la ilusionante utopía de los 1.080 €.
Reclamar la presencia del Lehendakari en manifestaciones con motivaciones sociales, en absoluto partidistas, implica reconocer su legitimidad. Verlo de diferente manera supone otro error. El PNV se ha creado un problema desautorizando al movimiento de pensionistas.
Si en el corto plazo de 10 días fue capaz de votar a favor y en contra de Rajoy, cabe suponer que cambie de actitud ante nuevos procesos electorales.
Frente a Rajoy resultaba fácil mantener la unidad
Al mejorar las condiciones para alcanzar los objetivos previstos, la situación se vuelve más compleja, varían los posicionamientos. Con el cambio de gobierno el porvenir se torna más esperanzador para los pensionistas. Basta fijarse en las declaraciones de las ministras de Economía y de Trabajo y Seguridad Social.
Son partidarias de la revalorización tanto de los salarios como de las pensiones, pero una cuestión es querer y otra poder. El nuevo Gobierno advierte que no tomará decisiones por decreto como el PP, se basará en las recomendaciones del Pacto de Toledo y en los acuerdos entre asociaciones patronales y sindicatos.
Puede que los sindicatos
vean la ocasión propicia para desvincularse de las plataformas de
pensionistas, disponiéndose a negociar sin trabas asamblearias. Está por
ver si los sindicatos defienden con firmeza la pensión mínima de 1.080 €
que hoy asumen. Por otra parte, comienzan a aflorar demandas
nacionalistas en el ámbito laboral y de las pensiones, pudiendo generar
un efecto disgregador del movimiento.
En esa línea va la demanda de la
transferencia de la gestión de la seguridad social que el Gobierno Vasco
reclama al Gobierno Central.
El 0,25% representaba
una afrenta, por eso el mantenimiento del poder adquisitivo de las
pensiones se convirtió en argumento irrebatible. Las mejoras
porcentuales intensifican las desigualdades. El incremento del 1,6% de
una pensión máxima duplica la subida del 3% de la pensión mínima. Dicha
constatación lleva a reclamar, como ocurre con los salarios, mejoras
lineales.
La pensión mínima de 1.080 euros tiene carácter solidario y conjuntamente con el incremento del Salario Mínimo Interprofesional favorece un reparto más equitativo de la riqueza. El acuerdo entre sindicatos y patronal que el 5 de julio fijó un SMI de 1.000 €, facilita el objetivo de equiparar ambas retribuciones.
La pensión mínima de 1.080 euros tiene carácter solidario y conjuntamente con el incremento del Salario Mínimo Interprofesional favorece un reparto más equitativo de la riqueza. El acuerdo entre sindicatos y patronal que el 5 de julio fijó un SMI de 1.000 €, facilita el objetivo de equiparar ambas retribuciones.
El movimiento de pensionistas tiene poder de convocatoria real, pero
carece de la capacidad de interlocución legal de los sindicatos. Este
dilema, frecuente en la historia del movimiento obrero, se reproduce en
la defensa de las pensiones públicas. Las experiencias y los resultados
son desiguales. Mientras en la generalidad de los territorios falta
sintonía, una de las claves del éxito del Movimiento de Pensionistas de
Bizkaia es la unidad en la pluralidad, de tal modo que en las
movilizaciones no aparecen símbolos partidistas ni sindicales.
PSV versus Pensiones Públicas
El PNV reclama a Pedro Sánchez transferir competencias pendientes, destacando la seguridad social. Si se trata de la gestión administrativa, sin cuestionar el alcance global y solidario de la “caja única de las pensiones”, no hay motivos para plantear objeciones. Otra cuestión es que a través de esa operación se intenta expandir, todavía más, las Entidades de Previsión Social Voluntaria (EPSV), modelo autóctono de pensiones privadas instaurado con aval sindical en instituciones y empresas públicas dependientes de la administración autonómica.
Destacados dirigentes del PNV, entre
ellos el Lehendakari Urkullu, están desvelando que su proyecto
soberanista en materia de protección social pasa por las EPSV. La
iniciativa la tomó el Diputado General de Bizkaia con una propuesta que
el 26 de julio resumía el diario Deia con este titular: “Rementeria
aboga por impulsar una EPSV para todos los trabajadores de Bizkaia”.
La respuesta ha sido inmediata, tanto en las concentraciones de
pensionistas como desde sus asociaciones. La Coordinadora Estatal
rechaza desde Bizkaia dicha iniciativa en estos términos: El modelo
social del PNV socava el Sistema Público de Pensiones con las EPSV”.
Incluso el sindicato nacionalista ELA, que forma parte de las comisiones
gestoras de las EPSV, desautoriza el proyecto con rotundidad: “ELA
desea llamar la atención sobre un hecho.
Desgraciadamente, la prioridad de cada vez más personas que tienen empleo no es contratar una EPSV; es llegar a fin de mes con un mínimo de dignidad.”
Desgraciadamente, la prioridad de cada vez más personas que tienen empleo no es contratar una EPSV; es llegar a fin de mes con un mínimo de dignidad.”
De
modo que la oposición a las EPSV de empleo, modelo promovido desde las
instituciones que gestiona el PNV como alternativa al sistema público de
pensiones, marca una nueva línea de confrontación del partido jeltzale con el movimiento de pensionistas.
El movimiento de pensionistas no se ha ido de vacaciones
En julio no se paralizaron la mayoría de las concentraciones ante los ayuntamientos del País Vasco. Al contrario, se refuerzan convirtiendo las fiestas veraniegas en espacios reivindicativos.
Concretamente en
Bilbao, el 20 de agosto, lunes de la Aste Nagusia (semana grande), habrá
una nueva manifestación, contando con el apoyo de la Coordinadora de
Comparsas y de otros colectivos sociales. También se han celebrado
actividades reivindicativas durante las fiestas patronales en diversos
municipios de Bizkaia, entre ellos Barakaldo y Santurtzi.
En algunas localidades se ha decidido que las concentraciones
proseguirán todo el verano. Es caso de Bilbao, referente esencial del
movimiento de pensionistas. Pese a bajar la participación se mantiene la
cita de los lunes, en la perspectiva de reactivar las movilizaciones a
comienzos de setiembre.
Además, la gente que sale de vacaciones lleva el
compromiso de apoyar las acciones de pensionistas en los lugares de
veraneo.
Abundan las pruebas de la vitalidad del
movimiento de pensionistas, sobre todo en el País Vasco, más en concreto
en Bizkaia. Lo evidencia la presencia en las concentraciones de Bilbao
de pensionistas de otras zonas; por ejemplo, Sevilla y Madrid. Desde
Asturias y La Rioja se anuncia la participación en la manifestación del
20 de agosto.
Junto a la problemática general se plantean reivindicaciones de sectores específicos, como la asistencia domiciliaria o el colectivo afectado por la penalización de las jubilaciones anticipadas. Toma auge el rechazo a los fondos de pensiones privados y sus beneficios fiscales. Hay otras actuaciones, como las movilizaciones contra el intento de demoler el centro de pensionistas Romo (Getxo).
El movimiento de pensionistas mantiene
su fuerza y arraigo. Acudir a las concentraciones se convierte en una
tarea más para quienes tiempos atrás adquirieron el hábito de la
disciplina laboral.
Se ha tomado conciencia de que lograr pensiones dignas requiere una lucha firme y prolongada. Las acciones en la calle prosiguen, mientras se va acercando la hora de defender las pensiones en las urnas.
Por eso, en las concentraciones se recaudan fondos para cubrir gastos de megafonía, pancartas o cartelería.
Basta aportar menos de un euro por persona para crear un fondo económico que recuerda las cajas de resistencia de antaño.
En definitiva, gobierne quien gobierne y negocie quien negocie, las pensiones se defienden.
Se ha tomado conciencia de que lograr pensiones dignas requiere una lucha firme y prolongada. Las acciones en la calle prosiguen, mientras se va acercando la hora de defender las pensiones en las urnas.
Por eso, en las concentraciones se recaudan fondos para cubrir gastos de megafonía, pancartas o cartelería.
Basta aportar menos de un euro por persona para crear un fondo económico que recuerda las cajas de resistencia de antaño.
En definitiva, gobierne quien gobierne y negocie quien negocie, las pensiones se defienden.
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