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Madrid
Los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO)
pusieron una bomba ayer junto a la tumba del dictador Francisco Franco,
dentro de la basílica del Valle de los Caídos, en El Escorial (Madrid).
La detonación ocurrió a las 4.30. No afectó a la tumba, pero sí destrozó varios confesionarios y bancos del ala izquierda del templo. El altar central y la figura del Cristo no sufrieron daños, según Patrimonio Nacional, que gestiona este monumento.
Un terrorista de los GRAPO se hizo pasar por uno de los 2.100 turistas que el martes acudieron al Valle de los Caídos para colocar el artefacto explosivo en el interior de la basílica, según las primeras conclusiones de la investigación que desarrolla la Guardia Civil. El artefacto fue colocado detrás del confesionario del ala izquierda de la nave.
Nadie lo descubrió. "Ni el personal de limpieza del monumento se percató del objeto", señaló ayer el teniente coronel de la Guardia Civil Tomás Navarro.La bomba estaba dotada de un dispositivo de relojería. Había sido programada para detonar después de las ocho menos cuarto de la tarde, hora en la que se cierra el monumento a las visitas.
La explosión se produjo de madrugada y el estruendo se escuchó en la abadía, a unos cien metros de la basílica. "Un fraile asegura que oyó un ruido muy fuerte, hacia las cuatro de la madrugada. Pero lo confundió con el de un trueno, puesto que a esa hora caía una fuerte tormenta eléctrica", explicó un portavoz de Patrimonio Nacional.
Al mimo
tiempo, el sismógrafo del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, situado bajo la basílica del Valle, grabó la alteración
provocada por la explosión.
La bomba era de fabricación casera y de potencia media, según explicó
un portavoz de la Delegación de Gobierno. La deflagración destrozó
varios confesionarios y quemó unos cinco bancos de la basílica.
La
figura del Cristo, de Julio Beovide, el altar mayor y las tumbas de
Franco y el líder falangista José Antonio Primo de Rivera, no recibieron
daño alguno, según aseguró un portavoz de Patrimonio Nacional.
Cerrado por limpieza
El interior de la basílica quedó lleno de un humo negro y denso que permanecía 12 horas después de la explosión. Patrimonio pondrá en marcha hoy mismo un dispositivo especial para limpiarlo.
Durante los próximos días, el monumento quedará cerrado al público.
Tres horas después de la detonación, a las siete de la mañana, una llamada a EL PAÍS lanzó una tardía advertencia: "Escucha con atención sólo lo voy a decir una vez. Somos de los GRAPO y vamos a atacar la Cruz de los Caídos". Quien llamaba hablaba muy rápido y parecía nervioso.
El periodo de tres horas entre el aviso y la detonación lo aclaró el teniente coronel Navarro: "Es posible que le fallara el dispositivo de relojería y se adelantara la explosión".
Tras el aviso, se puso en marcha un dispositivo policial para localizar y desactivar la bomba. Pero la búsqueda comenzó en un lugar equivocado. Los agentes se dirigieron a la confluencia de las calle de Alcalá y de Arturo Soria, en el distrito de Ciudad Lineal, donde en su momento estuvo situado un monumento a la Cruz de los Caídos.
Al comprobar que allí no había bomba alguna, se dio la alarma a la Guardia Civil para que inspeccionara el monumento de El Escorial. A las siete de la mañana dos agentes localizaron el lugar del atentado.
La última acción de los GRAPO, antes de esta bomba, ocurrió el 30 de diciembre pasado en Barcelona.
Un artefacto estalló en la sede de la patronal Fomento del Trabajo. Durante 1998, la organización terrorista atacó con explosivos a empresas de trabajo temporal, tres delegaciones de Hacienda en Madrid, un piso de la aseguradora Previasa y repetidores de RNE.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 8 de abril de 1999
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