jueves, 24 de mayo de 2018

Zaplana: la penúltima rana



Pues sí. Con el PP no se puede hablar de última rana de la charca. Cuando menos te lo esperas: ¡Otro más! Y van… ¿Hasta cuándo seguirán apareciendo ranas? ¿Cómo y con quién nos sorprenderá el PP mañana? Es el cuento de nunca acabar. Vivimos de nuevo el día de la marmota.


 Se han creído omnipotentes, y han ejercido con total impunidad durante los últimos veinticinco años, y me da la impresión de que estamos viendo sólo la punta del iceberg.


Zaplana ha sido detenido y acusado de siete delitos. Algunos prescritos, pero otros vigentes. Parece que, presuntamente, consiguió más de diez millones de euros con comisiones mientras fue presidente de la Generalitat Valenciana. 


De eso ya hace. Sin embargo, le han cogido ahora cuando estaba tratando de lavarlos y traerlos desde Uruguay.


Este personaje, a pesar de lo que dicen los peperos hoy, no es uno más. Ha sido uno de los máximos exponentes del PP hasta hace diez años. Desde alcalde de Benidorm a portavoz pepero en el Congreso de los Diputados, pasando por presidente del PP valenciano, presidente de la Generalitat y ministro de Trabajo. Seguramente, durante esa época, además de Aznar y Rajoy, sólo Rato ha tenido tanta importancia.


Su vida política está llena de momentos de dudosa reputación. Llegó a alcalde de Benidorm, con el apoyo de una concejala socialista, conocida en Valencia como la ‘Bienpagá’. Después, la anulación judicial de unas conversaciones comprometidas, le libraron de ser acusado en el caso Naseiro. Y fue uno de los defensores de la conspiración del 11-M, junto a Aznar y Acebes. 


En fin, una buena pieza a la que parece que le ha llegado la hora. Es el ejemplo claro de unos tiempos que parecen todavía vigentes –las actuaciones por las que se le ha detenido (lavado de dinero) son bastante recientes— en el Partido Popular.


 La corrupción es algo congénito a este partido que está acorralado y que, en el mismo día que se detiene a Zaplana, se imputa al número dos de Montoro por corrupción cuando era alcalde de Jaén.

Cuentan por ahí que M punto Rajoy mira al cielo para buscar una explicación ante tanto desastre, y cada vez que lo hace le cae otro corrupto. Claro que no quiere mirar para abajo, no vaya a ser que vea los papeles de Bárcenas.



Se trata, sin duda, de una red mafiosa que ha extendido sus tentáculos más largos en las Comunidades de Madrid y Valencia, donde hay un empate a tres. 


A tres expresidentes imputados o condenados en cada una. Y ya veremos dónde acaba esta retahíla de corrupción.

Por otro lado, no olvidemos al gran Aznar, de cuyos gobiernos tiene ya a nueve ministros implicados en casos de corrupción, sin que el dios de FAES diga ni mu.


 El está en el Olimpo y sólo baja a la tierra para asuntos importantes y excepcionales. 


Esto que ocurre no es sino el pan nuestro de cada día, y él no tiene tiempo para bajar de su nube, tiene que seguir haciendo abdominales. 


Eso sí, como buen dios, nos regaló el milagro económico español, donde Rato demostró sus cualidades rateras y Zaplana triunfó con una reforma laboral que perpetuó la precariedad laboral, mientras miraba de reojo a Uruguay en donde había depositado sus beneficios rapiñados.


El PP está convirtiendo el hecho de leer los diarios en un nuevo juego, “la búsqueda del nuevo corrupto” habiendo desbancado al “dónde está Willy” por encontrar dentro de la charca putrefacta al nuevo pepero. 


En fin, los de Génova se están diluyendo, como azucarillos en el café, en el partido de C’s. 


Y les están empoderando, de tal forma que puede que Rajoy termine de conserje en la sede de los de Rivera, siempre que, eso sí, no termine antes en Soto del Real.

Salud y República


 




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